Hay sectores dentro del movimiento revolucionario que todo lo copian sin tomar en consideraciones sus particularidades. En esta ocasión, tendrán que emplearse a fondo para que el progresismo criollo sea un reflejo fiel de las condiciones históricas, económicas políticas y sociales de la nación, y de su idiosincrasia.
El de copiarlo todo muchas veces se debe a la haraganería para observar detenidamente los fenómenos, poca habilidad en el manejo de los métodos de investigación y tener una concepción dogmática del mundo. Cualquiera que sea el caso, es un error lamentable produciendo un daño terrible a la revolución.
Para poder insertarse en la corriente progresista que recorre la región hay que organizar el pensamiento y el accionar para que sean resultados del análisis concreto de la realidad concreta. Sin inventos ni disparates; evitar que la criatura nazca muerta.
El progresismo latinoamericano y caribeño, transita la etapa histórica de revolución democrática o democrática burguesa. Desde Chávez, Lula, Ortega, Evo y, ahora, Antonio del Perú. Todos han encabezado, dentro del capitalismo, un ascenso vertiginoso al poder por medio de procesos electorales celebrados en sus respectivos países.
Los procesos no son iguales, aunque se parezcan, guardan características muy particulares de donde vienen. Lo que puede permitir distinguir rasgos, comportamientos y pensamientos que retrata su realidad.
El progresismo es una corriente política que interactúa en la democracia representativa, sistema de gobierno del capitalismo, lo que indica que sus movimientos se harán, para empezar, dentro de las reglas de clase impuesta por el grupo dominante. Su modelo democrático, forma de gobernar, debe girar en función de garantizar un desarrollo del capital, sin salvajismo, acompañado de políticas públicas que impulsen el bienestar económico y social de la población.
Para que el progresismo a ritmo de merengue y bachata funcione, primero debemos tener buenos músicos y cantantes; y, por supuestos, saber bailar el mambo de las melodías. En este caso, conocer en la etapa histórica que transitamos; comprender la situación nacional e internacional, a luz de nuestra realidad. Y lo más importante: ¿qué se persigue? ¿Con cuáles recursos se disponen?
El progresismo nuestro tiene que ceñirse a nuestra realidad, con sus ventajas y desventajas. Tomando en consideración el carácter atrasado y dependiente de la sociedad. Enfocándose en las precariedades en que trabajan los hombres del campo, dificultades laborales en la ciudades y el escaso desarrollo del sector industrial. Sin olvidar, el Estado debe estar al servicio de la población, protegiendo sus instituciones y las normas y leyes que las rigen.
No se debe confundir el pensamiento y el accionar, hay que situarse en el espacio físico y mental de la República Dominicana, sin olvidar que formamos partes de un conglomerado regional y mundial. Lugar donde los intereses de la patria se defienden con dignidad, valentía y decoro.
Es el momento para iniciar los aprestos para darle seguimiento en su conformación de un progresismo dominicano, dispuesto a participar en los eventos políticos y sociales en la sociedad. Por último, hay que realizar el esfuerzo para que el germen de la desunión y el fraccionamiento impidan aprovechar una coyuntura local y regional que ha dado muy buenos resultados.