Javier Salas, en el diario El País, https://elpais.com/ciencia/2020-07-31/de-que-hablamos-cuando-hablamos-de-paz.html reseña un estudio realizado por Oded Adomi Leshem y Eran Halperin, de la Universidad Hebrea de Jerusalem, sobre la percepción del concepto de paz en las ciudadanías palestina e israelí.

El estudio arrojó una distinción muy interesante. Mientras en el grupo de los israelíes  predominó el concepto de paz entendido en términos de relaciones armoniosas (“paz positiva”), en el colectivo de los palestinos prevaleció la noción de paz asociada a vivir dentro de una sociedad justa, sin discriminaciones (“paz estructural”).

Los investigadores interpretan que, en el marco de un escenario caracterizado por  relaciones asimétricas de poder, la noción de paz varía en función de la posición que un grupo ocupe dentro de esas relaciones. El discurso de los grupos dominantes se refiere a la paz en función de relaciones armoniosas que minimizan la solución a los problemas relacionados con la ausencia de justicia dentro de un orden social que los favorece. El discurso de los grupos subordinados remite a una noción de paz que entra en conflicto directo con esa noción de paz positiva.

Por consiguiente, este problema de inconmensurabilidad genera serios problemas a la hora de buscar consensos entre grupos que viven un conflicto de relaciones asimétricas.

Leshem piensa que esta situación puede no ser exclusiva de regiones inmersas en conflictos bélicos como el de Israel-Palestina. Sería interesante estudiar el caso de sociedades latinoamericanas donde no existen conflictos armados, pero una parte significativa de la ciudadanía vive situaciones de “violencia estructural” propia de modelos económicos excluyentes.

En un análisis del discurso superficial, podemos visualizar el referido problema de inconmensurabilidad entre los grupos dominantes que han ostentado el poder en América Latina, con sus proclamas a favor del orden y de la paz, y las arengas de los movimientos sociales organizados que han rechazado ese orden como violento.

En nuestra región, un estudio como el que comento podría confirmar si existen las referidas discrepancias a nivel de la ciudadanía no organizada de manera política.

O también, podría arrojar como resultado que los grupos desfavorecidos por las relaciones sociales desiguales no tienen un concepto de paz muy distinto al de los grupos privilegiados por el orden económico y político. Si esto es así, ¿será que los resultados del estudio referido no son generalizables a zonas donde hay ausencia de un conflicto armado? O tal vez,  ¿la situación de mayor estabilidad económico-social por la ausencia de conflictos armados permite una mayor estabilización de las estructuras ideológicas de la sociedad y, con ello, una mayor capacidad de funcionamiento para reproducir los discursos de los grupos dominantes? ¿Es posible que la ausencia de una situación de confrontación armada, como ocurre en el Oriente Medio, dificulte a poblaciones educadas por la vida en un pensamiento concreto comprender conceptualizaciones más abstractas de la paz y la violencia?