La falta de iluminación en las avenidas, calles, paseos, paradas de transporte, puentes peatonales y otros espacios públicos es un peligro al acecho de la inseguridad ciudadana y vial que mantiene en vilo todas las noches a sus caminantes de los diferentes barrios.
Es tanta la preocupación que genera esta situación de ¨oscuridad¨ qué hace más vulnerable las necesidades inhóspitas de la gente. Por ejemplo: la falta de alumbramiento en las calles permite la formación de grupos de facinerosos e inescrupulosos entrenados en el ¨bajo mundo¨ para cometer diferentes tipos de tropelías y fechorías como el robo, la venta de droga, agresiones sexuales, homicidios y, (en su defecto hasta), sostienen relaciones homosexuales y de orgias.
También, la falta de iluminación en las vías se convierte en un grave peligro para los conductores cuando ¨por hache o por be¨ sus vehículos se detienen en zonas vulnerables y solitarias.
Otros factores de alto peligro se presentan en medio de la carretera cuando un chofer por falta de visibilidad no puede identificar claramente el objeto, la cosa o persona que está por delante. Es decir, indistintamente de que en la carretera subsiste un déficit de iluminación (por la sencilla razón de que los postes de luz eléctrica, los faroles no encienden porque las bombillas están quemadas y el mantenimiento es ausente o por un apagón en el sector), propiamente la calle no tiene las señales viales y reflectivas en la noche que serviría para guiar a los conductores a seguir la marcha adecuadamente; y además, las señales reflectivas atenuaría la falta de iluminación pública en la ciudad.