Estamos atravesando tiempos difíciles en la salud pública internacional, cuyos impactos sociales y económicos son inconmensurables. La propagación del nuevo coronavirus (COVID-19) se está expandiendo claramente, aún no se está enfriando en el continente europeo y está alcanzando números altos en Estados Unidos de una manera vertiginosa. Según lo predicho por el sitio web de Bing, al momento de escribir este artículo, se confirman más de 500,000 casos de personas infectadas con COVID-19 en la suma de los diferentes países. Desafortunadamente, se espera que este número supere la barrera de 750,000 casos en para este lunes 30 de marzo 2020.
Los acontecimientos históricos demuestran la preocupación mundial necesaria para controlar la expansión del nuevo coronavirus y, al mismo tiempo, adoptar medidas para recuperar los efectos socioeconómicos causados por la pandemia.
En este momento, es importante recordar una crisis de salud pública internacional no muy lejana que se conoció como la Gran Pandemia de Influencia (popularmente llamada "gripe española"), que comenzó en 1918 y duró hasta 1920. Según datos estimados en ese momento , la pandemia de gripe española mató a aproximadamente 39 millones de personas, lo que corresponde al 2% de la población mundial. Durante este período, la propagación de la gripe coincidió con el final de la Primera Guerra Mundial (1918), debido al regreso a gran escala de las tropas a varios países.
Se debe prestar especial atención a la realidad de la Republica Dominicana en la lucha contra COVID-19. Ciertamente, los resultados fiscales desde año no se cumplirán
Hoy, los países están experimentando dos "guerras" simultáneas: una en el campo de la salud pública; el otro, en el ámbito económico. Para superar este momento difícil, no se puede ganar una batalla sin despegar de la otra.
Contener la epidemia de COVID-19 es la mayor urgencia internacional. Como es bien sabido, la capacidad del sistema de salud de los países es limitada, es decir, el número de camas de hospital, profesionales de la salud, unidades de cuidados intensivos y ventiladores pulmonares no son compatibles con la gran cantidad de pacientes críticos infectados por nuevo coronavirus. Tampoco podemos olvidar que otras enfermedades afectan a la población de tal manera que necesitarán atención hospitalaria especial.
Dados los eventos verificados, parece que la transmisión del nuevo coronavirus puede ocurrir rápidamente si no se adoptan medidas de contención. Como mecanismo de mitigación, la experiencia internacional ha demostrado que los países buscan "aplanar" la propagación del virus con el tiempo, con el objetivo de permitir que más personas reciban una atención médica adecuada.
Por lo tanto, el Gobierno impone medidas de distanciamiento social, con la interrupción de servicios no esenciales, la suspensión de la escuela, las clases universitarias y las actividades que involucran multitudes de personas, así como la adopción de buenas prácticas de higiene para evitar la transmisión de COVID-19.

La lucha contra la epidemia requerirá grandes esfuerzos y una respuesta común para todos los países, a fin de garantizar los materiales y suministros necesarios para los profesionales de la salud. Además, deben preocuparse por las consecuencias sociales y económicas derivadas de la interrupción de las actividades laborales y los medios de producción. Los impactos en el presupuesto público serán altos, ya que la caída de los ingresos fiscales y el aumento del gasto público son consecuencias naturales de una epidemia.
Kenneth Rogoff, profesor de economía y política en Harvard y ex economista jefe del FMI, en entrevistas recientes sobre el impacto de COVID-19, argumenta que los gobiernos deberían prepararse para gastar como en la guerra, como sociedad y actividades comerciales. los afectados necesitan asistencia y transferencia directa de recursos, con el fin de evitar la bancarrota y, en consecuencia, el desempleo, en los principales sectores afectados, como, por ejemplo, líneas aéreas, sectores turísticos, pequeñas empresas y trabajadores independientes, concomitantemente con el ayuda dirigida a familias de bajos ingresos.
Sin embargo, Rogoff advierte que el problema fundamental es superar la propagación del virus, no poder estimar cuánto durará la distancia social y la cantidad de aumento del gasto público, dado que la guerra contra el nuevo coronavirus todavía está en curso.
La parálisis de la economía requerirá que el Gobierno adopte medidas oportunas para evitar la quiebra de las empresas, dada la falta de ingresos para pagar impuestos y la alta tasa de desempleo.
Las medidas adoptadas por los Estados para mitigar el daño causado por el impacto de la nueva pandemia de coronavirus en la economía nos permiten demostrar, a modo de ejemplo, las políticas fiscales de emergencia que están adoptando los funcionarios del gobierno.
La canciller federal de Alemania, Angela Merkel, anunció una inversión de 750 mil millones de euros. Las medidas principales incluyen asistencia para complementar los salarios de los trabajadores que han reducido las horas de trabajo; los trabajadores independientes y los propietarios de pequeñas empresas recibirán apoyo para ingresos adicionales; aumentarán las inversiones en salud, con el objetivo de ampliar el número de camas y comprar nuevos respiradores pulmonares.
Ante este escenario de calamidad acentuada en los países de la Unión Europea, Alemania hará que su presupuesto público sea más flexible y, como lo destacó Olaf Scholz, Ministro de Hacienda alemán, el paquete de inversión para combatir COVID-19 representará un punto de quiebre en la política fiscal. Alemán, relativizando la regla conocida como 'cero negro' (Schwarze Null), que trata con presupuestos equilibrados y sin nuevos préstamos.
Asimismo, Estados Unidos está preparando un gran paquete de ayuda para la economía nacional, totalizando un monto de inversión inicial de US $ 2 billones. La medida buscará ayudar con una compensación directa a la mayoría de los estadounidenses; préstamos de pago diferido para pequeñas empresas; ayuda a aerolíneas y otras empresas que se ven afectadas por la fuerte reducción de la demanda de los consumidores en medio de la crisis, entre otras medidas económicas.
Se debe prestar especial atención a la realidad de la Republica Dominicana en la lucha contra COVID-19. Ciertamente, los resultados fiscales desde año no se cumplirán. Los objetivos y riesgos fiscales deben adaptarse a este escenario de calamidad pública. Necesitamos pensar en un régimen fiscal extraordinario, separando los gastos a corto y largo plazo, reconociendo los gastos que son de emergencia y que exigen acciones inmediatas del Poder Público.
No podemos olvidar que la recaudación de impuestos presentará una fuerte caída, principalmente en sectores importantes para la economía del país como el turismo. También se espera que las remesas internacionales disminuyan drásticamente. Con la interrupción necesaria de las actividades económicas, entendemos que, al principio, lo impuestos sobre bienes y servicios que se recaudará se reducirá considerablemente, lo que afectará la capacidad financiera del Estado. Posteriormente, a pesar de que la venta de bienes por medios electrónicos permanece, los ingresos también sufrirán una fuerte pérdida.
La parálisis de la economía requerirá que el Gobierno adopte medidas oportunas para evitar la quiebra de las empresas, dada la falta de ingresos para pagar impuestos y la alta tasa de desempleo. El impacto en el presupuesto público afectará a todos.
No hay tiempo para establecer préstamos obligatorios para los problemas a corto plazo de la sociedad, que requieren la aprobación de la ley. Una buena solución, ciertamente, se limita a la apertura de créditos extraordinarios que, en este escenario de calamidad pública, se convierte en una medida necesaria.
Debemos preocuparnos por encontrar mecanismos para que los alcaldes y gobernadores puedan gastar en salud pública sin perder, sin embargo, el control de los gastos habituales de la administración pública. Necesitamos implementar una cuarentena fiscal, es decir, un "presupuesto de guerra", reservando un presupuesto separado para emergencias y gastos necesarios para combatir el nuevo coronavirus. De esta forma, adoptaremos transparencia en el presupuesto y una mayor seguridad jurídica para que el administrador público realice los gastos esenciales para salvaguardar la salud pública y la economía del país.