El presidente, Danilo Medina, en su discurso de “rendición de cuentas”, habló, habló y no dijo nada, más de lo mismo, un discurso que lució como una perorata más, de campaña electoral, llena de promesas veleidosas y fantasías alegóricas que nos relacionan con la fábula infantil de “Alicia en el país de las maravillas”. Gran número de ciudadanos esperaban ansiosos y con gran expectativa, que se refiriera a la corrupción y la impunidad que reina en su gobierno y en el partido oficial(PLD), señalados por la sociedad, como corruptos incorregibles.
Volvimos a escuchar su discurso en una voz monótona, desabrida, exaltando “sus logros y sus cualidades de hombre de fe religiosa y sus buenas intenciones de mantener un estado de derecho,” dejando entrever que durante su gestión ha sido el gobierno de más transparencia de nuestra historia institucional republicana.
Durante su alocución le falto y no dijo nada en relación con lo que exigía una gran mayoría de los dominicanos, quienes participaron en la gran marcha verde de la dignidad, en contra de la corrupcion y de la impunidad, que consolidó un número de participantes, nunca visto en las últimas décadas, tomando las calles, que plasmaban la representación de una protesta y queja de una población harta de actos delincuenciales de corrupcion, impunidad y saqueo del erario nacional (Léase dinero del pueblo), llevados a cabo por un grupo corporativo mafioso (léase gobierno y partido oficial) de escrúpulos e integridad dudosa y cuestionada.
Esta marcha verde de reivindicación nacional en contra de la impunidad fue avalada por trescientas mil y más firmas y siguen en número creciente a nivel nacional, estampadas y certificadas en el Libro Verde, que demandan que el caso de Odebretch sea investigado, por fiscales independientes del gobierno, que sean supervisados por la Naciones Unidas, que fueron entregadas al consultor jurídico en el Palacio Nacional, el día 22 de Febrero, sin embargo, en su plática, el primer mandatario, hizo caso omiso a estos llamados y en una forma desdeñada ignoro la existencia de estos, mostrando una vez más su desdén y la burla frente a los reclamos de justicia que el pueblo exigía.
Danilo Medina quedó corto frente a las expectativas de una gran mayoría de nuestra sociedad, someramente, menciono el escándalo Odebretch, pero no tuvo el coraje de mencionar los del CEA, CORDE, Los Tucanos, OISOE, y una lista interminable de actos de corrupcion e impunidad apañados por su gobierno, defendió a capa y espada el proyecto de punta Catalina, no dejando dudas de que este continuará, muy posible con la participación de una firma delincuencial(Odebretch) que aceptó y reconoció su culpabilidad en los sobornos a los funcionarios y adláteres del gobierno, a “confesión de parte, relevo de prueba”.
Mencionó, en una forma genérica su voluntad de dejar actuar a la Justicia dominicana y el Procurador de la Republica, en una forma “independiente” en el caso de Odebretch (la iglesia en manos de Lutero). Sin embargo, fue notorio el comportamiento del presidente al abordar este tema de la corrupcion y la impunidad, se notó, visiblemente afectado emocionalmente, con voz más bien entre cortada, acompañada por un aumento de la rubicundez de la piel de su cara( por lo menos así lucia en la pantalla del televisor), con un tono altamente emotivo, que parecía pedir a la población una tregua o una segunda oportunidad, pero sin consecuencias. Manipulación que fue captada rápidamente por los funcionarios, legisladores y miembros del partido de la Liberación Dominicana, presentes en el Congreso Nacional (en su mayoría vacas y gatos sagrados), quienes, de pie, aplaudieron con vehemencia, en apoyo a lo antes mencionado.
Señor presidente, usted prometió oír, pero, no escuchó el reclamo de la gran mayoría de los dominicanos, la suerte está echada, espero, comprenda que su actitud y su posición frente, al malestar social que nos embarga; tendrá un alto costo político y una erosión de alcance insospechable, en su maltrecha popularidad y la de su partido de gobierno.
Usted, así lo eligió, el tiempo dirá.