Cuando se examinan los motivos que utilizó el presidente Fernández para observar la Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura, se llega a la conclusión de que no está pensando que algún día otro será el presidente y otros los miembros del Consejo Nacional de la Magistratura.
En la actualidad el presidente Fernández cuenta con cuatro votos seguros dentro del Consejo Nacional de la Magistratura: el suyo, el del presidente del Senado (Reynaldo Pared), el del presidente de la Cámara de Diputados (Abel Martínez), y el del Procurador General de la Republica (Radhamés Jiménez). Un quinto voto está hoy en su bolsillo, pero mañana puede no estarlo, pues es el senador Félix Vásquez, que aunque fue electo en la boleta peledeista, pertenece a uno de los sectores en que está dividido el Partido Reformista. Los otros tres miembros son el diputado perredeista Hugo Núñez y los jueces de la Suprema Corte de Justicia Jorge Subero Isa y Víctor Castellanos.
Al presidente Fernández le bastaría obtener el voto del senador Félix Vásquez, pero tendría que llegar a acuerdos con los reformistas, que son muy veleidosos, pues siempre están al mejor postor y nada quita que mañana se reedite la alianza rosada del pasado. Si no consigue el voto del senador Vásquez, pudiera intentar obtener uno de los votos de los togados. Tomando en cuenta que ambos magistrados tendrán que ser evaluados por el propio Consejo, quien decidirá su permanencia o no en la Suprema Corte, es obvio que la posición del presidente Fernández es muy cómoda al respecto y que tales magistrados tendrán que resistir una fuerte presión.
Pero el presidente quiere más. No le basta lo que tiene. Por eso la observación más peligrosa que realizó a la Ley Orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura, fue la de que se incluya que si existe un empate cuando se vote en el seno de dicho organismo, el presidente tendría un voto calificado o de calidad, es decir que su voto valdría por dos y sería decisivo. De esta manera ya no tendría que preocuparse por obtener uno de los tres votos que no son seguros.
El inmediatismo se ha impuesto en la decisión del presidente Fernández. No está pensando en que lo más saludable es que si no se logra una mayoría de cinco (de ocho miembros que tiene el Consejo) cuando se vote por un candidato al Tribunal Constitucional, o a la Suprema Corte de Justicia o al Tribunal Superior Electoral, es preferible que el candidato o candidata sea descartado. Si su observación es aceptada, podría designar a los jueces de las altas cortes sin tener que convencer a nadie, pues cuanta con los cuatro votos que le aseguran un empate, incluyendo su voto calificado, que valdría por dos. Hoy esa decisión le puede favorecer; mañana, cuando cambie la correlación de fuerzas, le puede perjudicar. Lo que es claro es que ni hoy ni mañana favorece a la ciudadanía.