El anuncio de privatizar empresas públicas y la venta de Punta Catalina, presagia malos augurios
Para producirse el cambio de gobierno, como resultado de la derrota electoral del PLD, fue necesario articular una coalición de partidos y personalidades que impulsará un candidato presidencial y su plan ejecutor. Se creo un ambiente favorable ante la desfachatez de un mandato gubernamental salpicado de corrupción e incapacidad.
Esa coalición enarboló el sentir del momento, como parte de una correcta táctica política para vencer el blanco principal. Consumado, con éxitos, el primer peldaño, prosigue sin detenimiento el hilo de los acontecimientos: aprovechar la nueva ambientación y avanzar.
Avanzar sobre la base de la unidad, el trabajo y la observación crítica de las ejecutorias gubernamentales del nuevo gobierno. No olvidemos que la coalición estuvo integrada con la diversidad que caracteriza la sociedad. Primando los intereses de sectores de la burguesía. De lo que se trata, sin quedar sorprendido de su accionar desde el poder, es de ganar tiempo y espacio con la lucha, orientación correcta y organización de la población.
El presidente Luis Abinader Corona, representante de una corriente dentro de la burguesía, comparte con sectores oligárquicos y una frenética clase media, la dirección del PRM; está en la obligación con cumplir, desde el poder, el programa de gobierno y las ofertas electorales. Sus palabras pueden rodar por las cunetas, de incumplir sus promesas empeñadas.
El anuncio del Ministro de la Presidencia, Lisandro Macarulla, de que el gobierno se propone vender al sector privado algunas empresas públicas y acciones de la Central Termoeléctrica Punta Catalina. Y, por otro lado, el acaparamiento por los funcionarios de los nombramientos para sus familiares, desnuda de cuerpo entero, la falsía, la confianza depositada.
No es justo que en medio de una terrible pandemia y las precariedades del nuevo gobierno, nos quieran meter de contrabando las privatizaciones, venta de Punta Catalina, fiesta y rumba, nombramientos, entre familias, sin que se levanten las voces alertando: por ahí no es el camino, Señor Presidente.
En el programa de gobierno del presidente Abinader no se contempla vender empresas públicas, tampoco poner en el mercado La Hidroeléctrica de Punta Catalina. Es una condición muy característico de los sectores oligárquicos burgueses apropiarse de los bienes del Estado, levantando subterfugios para encubrir sus verdaderas intenciones de clase.
Las fuerzas progresistas y revolucionarias jugaran un papel de extraordinaria importancia, dependiendo de su unidad y coherencia política, ante un gobierno del PRM frágil e influenciado por sectores cavernarios. Hay que estar alerta, el proceso democrático e institucional debe ser profundizado; respaldando las ejecutorias que beneficien a la población, y criticar las malas acciones que desvíen el propósito de la nueva administración.
La sociedad debe de enrumbarse por un proceso democrático que garantice institucionalidad, justicia social, proteger los bienes estatales, prevenir y castigo ejemplar a los actos de corrupción. El pueblo votó, por el presidente Abinader y el PRM, para salir de un grupo, PLD, que utilizó los recursos públicos en forma inadecuadas. No se vale, ahora, sacar las uñas, enajenar el bien público y beneficiar al sector privado; mucho menos, enriquecer clanes familiares.
¡Presidente Abinader, hay que profundizar el proceso democrático e institucional. “Sacar las uñas”, única y exclusivamente, para defender los intereses del pueblo dominicano!