La estrategia comunicacional de Danilo Mediana, en la etapa final del pasado torneo electoral, se concentró en ofrecer un “cambio seguro”. La reorientación de su campaña, tenía el propósito de ganar distancia del candidato del PRD, quien mantenía con un voto duro, con la probabilidad de una segunda vuelta. Los escándalos de corrupción  del gobierno de Leonel Fernández y principalmente, el de Félix Bautista, desatado en un momento decisivo de la campaña, constituían  un lastre muy pesado, del cual había que zafarse,  con una nueva línea de propaganda política, arraigada en el ambiguo espacio de las emociones. Los electores de las sociedades del siglo XXI, son avaros cognitivos, han sustituido la lucha de clases por la lucha de frases, de ahí que el mensaje del “cambio seguro”, jugó un papel determinante para garantizar el voto de de las clases medias y las mujeres.

El “cambio seguro”, conformó así un importante universo de  expectativas, en el sentido que Danilo Medina adoptaría un perfil similar a los  Presidentes de Colombia y Brasil, quienes a pesar de ser del mismo partido de sus antecesores, marcaron un significativo distanciamiento, con acciones y políticas públicas nuevas, dando muestras de una clara ruptura con su pasado político inmediato.

El prematuro colapso del “cambio seguro “, comenzó a materializarse en su primer día de gobierno, con el error y la falta de ética, al  concebir y presentar su discurso de toma de posesión, enmarcado en  la retórica electoral.

Danilo Medina  cayó en la trampa de prometer soluciones con plazos determinados, para corregir los grandes temas de la agenda social pendiente, como el analfabetismo, el 4% para la educación, la energía, la mortalidad infantil, la seguridad ciudadana, el desarrollo del turismo. Hay que recordar que los dominicanos todavía están esperando la solución del problema eléctrico, a pesar de que hace dieciséis años, se cumplió la promesa que hizo Temistocles Montas, cuando ocupó la dirección de la Corporación de Electricidad en 1996,  al asegurar que el problema eléctrico se resolvería en 90 días.  No se trata de una dicotomía entre el discurso y la realidad. Se evidenció, falta de ética, con un costo político muy alto para el nuevo Presidente.  Con la poca certezas para la implementación de las demandas sociales ofrecidas en su discurso, al depender de la disponibilidad de recursos financieros.

La gran debilidad del discurso de toma de posesión del nuevo Presidente, no residió  en la fuerte carga de expectativas, sino en que hasta para el más ingenuo espectador, era evidente, que se ocultaba algo, no se podía mencionar la situación económica del país, con un gran déficit fiscal que supera dos veces el de Baninter, la quiebra de importantes instituciones como el Banco Central, la Corporación de Electricidad, la seguridad social y el Banco de Reservas. En  pocas palabras se obvió la crisis fiscal, que tiene su principal fuente en el manejo personal del Estado por parte de Leonel Fernández, agravada con el financiamiento económico de la campaña de Danilo Medina.

El incremento del déficit fiscal  experimentado entre enero y mayo de este año,  da cuenta de una tradición del manejo personal de los fondos públicos, reiterada en los últimos periodos electorales, en los cuales ha ganado el PLD. La situación revela que Danilo Medina, ha sido el “tranquilo” beneficiario de un proceso adulterado, cargado de inequidad, sin el cual es muy probable que no hubiera llegado al poder.

La ligereza con que muchos  analizaron  el discurso de toma de posesión de Danilo Medina, ha conducido a considerar que fue una buena pieza, y que su error ha estado en los nombramientos de su gabinete.

De ningún modo, las líneas centrales de sus propuestas, se encuentran desconectadas de la reafirmación de los principales ministros del gobierno de Leonel Fernández. El colapso prematuro del “cambio seguro”, no puede analizarse por aisladamente. El discurso y los nombramientos constituyen dos caras de una misma moneda.

Danilo Medina, se encuentra atrapado en las redes de un poder transversal, que pasa por la imposibilidad de tocar la corrupción y los corruptos del gobierno anterior. La escandalosa confirmación de Morales Troncoso, quien  ha convertido la diplomacia dominicana en un mercado para la clientela reformista, la entrega del gabinete social a la poderosa vicepresidenta, la atadura que significa el control de Leonel Fernández de las principales instituciones del Estado y el carácter del PLD como una corporación económica, donde el sistema de lealtades se garantiza en el reparto de la corrupción y  la impunidad generalizada para los corruptos del partido oficial , son cadenas pesadas , claves necesarias para interpretar en una misma orientación, el discurso y los nombramientos del nuevo gabinete.

En las redes sociales, en la calle y en buena parte importante de la sociedad dominicana, se ha generado súbitamente, un amplio repudio a los nombramientos del gabinete de Danilo Medina y una profunda falta de credibilidad de su discurso, abriendo la interrogante sobre lo que será el nuevo gobierno.

La designación de Carlos Morales Troncoso, quien se ha encargado de construir un servicio exterior ineficiente, con una pesada carga presupuestaria de  funcionarios ineptos, muchos de los cuales ni siquiera ocupan sus cargos en el exterior,  en franca contradicción con el papel que debería jugar la diplomacia, dentro del mundo globalizado.  La presencia de dos acusados por los manejos fraudulentos del PEME, en el primer gobierno del PLD, como son Simón Lizardo y Haivanjoe NG, colocados en puestos claves en el área económica , quienes lograron su libertad en 2007, por el archivo del expediente con la maniobra jurídica que hizo el gobierno, al desistir de la acción pública. La sorprendente rehabilitación política de Felucho Jiménez, protagonista del mayúsculo escándalo de proyección internacional, aparecido en Wilkileaks, dando cuenta de la solicitud de un soborno de diez millones de dólares a una empresa norteamericana.  La confirmación de Monchy Fadul y el jefe de la política, restan  credibilidad a la anunciada conformación de una nueva Policía Nacional. La ratificación de Euclides Gutiérrez Félix, quien ha sido objeto de amplias denuncias de corrupción por la periodista Nuria Piera.

Si bien hay caras nuevas en una proporción menor en el nuevo gabinete, y otras no tan nuevas, con una moral incuestionable, como el caso de Francisco Domínguez Brito, su trayectoria política y sus aspiraciones presidenciales le restan efectividad. Domínguez Brito, sigue fiel a la tradición del PLD, donde para escalar posiciones, hay que “portarse bien”,  para no desatar contradicciones con el líder único. Es  probable que la persecución de los corruptos del circulo íntimo de Leonel Fernández se quede empantanada y sin posibilidades de superar la tradicional impunidad que ha caracterizado los gobiernos del PLD.

Otro grave error del discurso, fue el no aprovechar su primer momento, para proponer un pacto con el PRD, de Hipólito Mejía. Es muy posible que esta ausencia se deba a que se haya subordinado a la pretensión  de Leonel Fernández, de prolongar en el tiempo la crisis del PRD, quien  entiende que esta situación constituye una estrategia necesaria para su candidatura en el 2016.

Hay que recordar que Danilo Medina, el 20 de mayo en medio de las tensiones sobre los resultados de las elecciones, escogió a Hipólito Mejía como interlocutor de la oposición.  La propuesta del “Gran Pacto social”, no tendrá efectividad al dejarse de lado a un actor político tan importante,  quien aceptó el triunfo de Danilo Medina, y de forma condicionada  se muestra proclive a apoyar de sus propuestas.

El mal comienzo del gobierno de Danilo Medina, podría producir decaimiento y desafección en algunos sectores que confiaron en la posibilidad del “cambio seguro”. La gran lección que se puede sacar de todo esto es que no se producirán cambios importantes en este nuevo gobierno. Nuestra historia reciente demuestra que los cambios han sido el resultado de la organización y la participación de la sociedad, como fue la lucha contra la cementera en los Haitises y  la demanda del 4% para la educación.

Los gobiernos del PLD, lo único que han impulsado es la contra reforma, como sucedió con la Constitución de enero de 2010, que instauró una poder constituido de espaldas al poder constituyente, al soslayarse las propuestas de las consultas populares y la comisión de juristas, para dar paso a una Constitución autoritaria con un poder personal. El PLD es alérgico a la diversidad en el sistema de partidos y  la sociedad.

Las energías del cambio, hay que situarlas en la construcción de una oposición democrática. No obstante las graves irregularidades de las pasadas elecciones, la oposición política y la sociedad, han entendido que los problemas de la baja calidad de la democracia, solo se resuelven con más democracia.

El espectro político de la oposición, desde el PRD, gravemente lesionado por la falta de equidad electoral,  plantea una búsqueda de colaboración para la ejecución de las principales demandas sociales, a cambio de que se apruebe una nueva ley de partidos y un sistema de garantías electorales con la participación de todos los actores políticos y sociales. Guillermo Moreno y Alianza País, están inmersos en construir una oposición crítica y recuperar su franquicia electoral. Una coalición de grupos políticos y sociales  propone  la necesidad de una reforma popular a la actual Constitución, como forma de desmontar el autoritarismo y la personalización de las principales instituciones del Estado.

De modo, que la consolidación de una oposición democrática es el terreno más fértil para los cambios que necesita y demanda en estos momentos la sociedad. No es un camino exento de problemas y complejidades, como todo gran desafío.