En una acción que disipó años de polarización política con el partido con que había rivalizado por el favor popular en los últimos periodos electorales, el Partido Revolucionario Dominicano se atrevió a dar el paso histórico de avenirse con el gobernante Partido de la Liberación Dominicana.

La conveniencia o no de este paso lo juzgará la historia, pues al calor de las pasiones del momento y la polvareda política levantada, no se dispone de la distancia ni la claridad necesaria para enjuiciar fríamente un hecho que actualmente es visto a través de los cristales de tantos colores como intereses contrapuestos hay en el asunto.

A primera impresión, nos parece que este ensayo de acercamiento que mitiga viejos antagonismos puede ser conveniente para la nación en la medida en que crea un espacio y una oportunidad únicos para las acciones concertadas entre antiguos contrarios que han decidido dejar atrás añejas contradicciones en aras de hacer avanzar una agenda común sobre el país que se pretende crear.

Si medimos estos acuerdos en función de quién gana o quién pierde o qué se pierde y qué se gana, podríamos decir que ganamos todos los dominicanos. Que gana el PLD en imagen por no absolutizar el poder y decidir compartirlo hasta con sus ‘rivales’. Que también gana el PRD por mostrar ante el pueblo un espíritu de desprendimiento y sacrificios que lo enaltece como partido.

Sin embargo, pese a la voluntad y compromiso del presidente de la Republica de llevar a la práctica los compromisos tratados, hay quienes desde los litorales de la porción ‘comesolista’, han querido bombardear y sabotear los principios de acuerdos arribados

En relación a lo que se pierde, creo que se trata de pérdidas positivas. Se pierde años de desconfianza mutua, de miedo al otro, de ver al contrario como sinónimo de trampa y engaño. Se pierden distanciamientos que se trastocan en acercamientos.

Hay quienes dejan pendular en sus pensamientos la posibilidad de que un acuerdo puede resultar en la aplicación total, parcial o nula de sus términos. En el PRD nos decantamos por la idea del primero, atendiendo a la caballerosidad y la buena fe de la otra parte.

Por lo cual, no vemos razones para la inquietud y la incertidumbre que se quiere aposentar en algunos ánimos, en los cuales han sembrado dudas las declaraciones personales y calenturientas de algunos personeros del PLD que no reflejan las posiciones oficiales de su partido.

Tampoco hay que dejarse ganar por la prisa, subestimando los procesos y los tiempos requeridos para los acuerdos necesariosen los cambios de políticas.

Soy de los creen a pies firmes que se honrarán y se respetarán los compromisos adquiridos tras la firma de los acuerdos que conllevaron a la reforma constitucional, ya que su aplicación es una tarea de la dirigencia del PRD y del PLD y de todos los sectores de la sociedad nacional que serán beneficiados por dichas avenencias.

Creo que ambas entidades ya están ligadas por los compromisos iniciales de los cuales les sería muy difícil retractase, a no ser que se esté dispuesto a pagar un alto costo político en término de imagen, credibilidad y respeto público.

Sin embargo, pese a la voluntad y compromiso del presidente de la Republica de llevar a la práctica los compromisos tratados, hay quienes desde los litorales de la porción ‘comesolista’, han querido bombardear y sabotear los principios de acuerdos arribados.Pero los mismos no tendrían trascendencia si no vinieran acompañados de adopción de medidas en el campo económico y social.

En consonancia con esto último, ahora lo importante es luchar por la pertinencia de un acuerdo político de largo plazo para estructurar y sostener políticas públicas que puedan reducir las brechas socioeconómicas que todavía perduran y garantizar el acceso a la salud, a la vivienda y a una educación de calidad para todos los dominicanos y dominicanas.

En ambas organizaciones partidistas habrá que sacrificar a lo interno aspiraciones individuales en bien de la salud colectiva de las entidades involucradas en los acuerdos.

El punto más álgido será el relativo a la distribución proporcional de los puestos de elección popular, donde habrán quienes defiendan los espacios ganados y sus niveles de preferencia, pero como en todas las negociaciones habrá que ceder para preservar la integridad organizacional.

Los acuerdos pluripartidistas como los arribados con el Partido de la Liberación Dominicana constituyen una valiosa herramienta para la construcción de una democracia inclusiva que ofrezca soluciones consensuadas a los principales problemas nacionales. Y en eso estamos.