1.- Un poema diferente escrito en París

Vista de París en el otoño

En la revista La Opinión No. 189 del 16 de septiembre de 1926 se publica el poema que consideramos interiorista de Tomás Hernández Franco (1904-1952), fechado simplemente: París, 1926, del cual tampoco habíamos visto ningún comentario;  inclusive, faltó en la recopilación de sus Obras Completas, 2019. Es diferente a todo lo que conocíamos de Tomás, ya que casi no utiliza  signos ortográficos: un cierre de admiración, unas rayas, un paréntesis, lo que le da un aire surrealista indudable, amén del uso de mayúsculas donde regularmente no se llevan, como  era frecuente en los modernistas con ciertos sustantivos. Y es que él, en materia poética, aceptaba influencias diversas sin perder su sentido de originalidad desde su etapa modernista; al extremo de que su obra cumbre: Yelidá, El Salvador, 1942, no se parece a las demás, incluyendo el extraño y pegajoso ritmo.

Como dijimos en el artículo del 4 del presente mes: “Poemas interioristas de Federico Bermúdez y Tomás Hernández Franco”, si los lectores lo leyeron, pueden comprender, perfectamente, ya que hicimos un bosquejo de lo que era un poema interiorista dicho con sencillez y con cierta claridad, a pesar de ser en un tema de por sí extenso e intenso hablando de modernistas como Rubén Darío (1867-1916) y Ricardo Pérez Alfonseca (1892-1950) desde el “Reino interior”, los “Nocturnos” y “Lo fatal” del padre del modernismo, con “Oda de un yo” del dominicano, y que, era posible que Federico (1884-1921) para su “Y el maestro dijo”, tuviera influencias de su gran amigo y compañero del modernismo.

2.- El raro poema de Tomás Hernández Franco

Tomás Hernández Franco https://ssl.c.photoshelter.com/img-get/I0000A2w6Wfi.LgE/s/500/I0000A2w6Wfi.LgE.jpg

Péndulo

Unas manos de hierro

cayeron sobre mis hombros y me pusieron de rodillas

Mi alma está arrodillada

ante no sé qué altares de infinitos azules

arrodillada ante el Misterio que me escogió por centro

y que se va abriendo

como una espiral de demencia

hacia todos los vértigos!

Mi cuerpo también está arrodillado

Hoy

y lo estará mañana

y Siempre

porque siento que algo se ha roto en la Máquina de la Risa

o que una nueva rueda

ha comenzado a girar

Análisis imposible en la frontera

del Principio y del Fin

Mi alma va de rodillas sobre las piedras

como los penitentes van por las rutas sagradas

Estoy mirando todas las cosas

con un ojo asombrado

con un ojo de hombre que está viendo

todo por primera vez

Mirada de vidrio de agua de paciencia

y de dolor

mirada eterna sin explicaciones

con que los peces del Acuario

miran pasar los ingleses curiosos…

Estoy descubriendo nuevas cosas

hasta en las cosas donde no hay nada por descubrir

Mi cabeza entera se ha vuelto un ojo enorme

tan grande que el círculo del Ecuador

sería

un arco de oro para el cristal de mi monóculo

Y detrás de ese ojo nuevo que me ha nacido

Hoy

mi pensamiento es solo una mancha sin importancia

como lo sería un pedazo de corcho

solo entre los millares de horizontes del Oceano Pacífico

Mi alma se ha puesto de rodillas

ante el paisaje vertical del infinito

cuando cada palabra se me está yendo

hacia el papel

siento que voy perdiendo una gota de sangre

como en una extraña transfusión

en la cual yo tratase de salvar una persona desconocida

que después se burlara de mí

Pero esto no podrá durar eternamente

Mi alma ya ha caído de rodillas

Nadie cantará nunca la belleza del Buzo

que parece volar dentro del agua

(globo cautivo) a pesar de los zapatones de plomo–

Ironía del

“un lugar para cada cosa”

cuando desde hace tiempo estoy buscando

un lugar

donde mi Yo   mi alma  mi Verdadera Cosa

pueda caber enteramente

sin que sobre ni falte

como un peine en su estuche de piel

Todo canto fue cantado    Toda palabra dicha

quedaba solo el Silencio    Pero

el silencio es triste como las grandes llanuras

el Silencio

es la elocuencia de los peces   y

la piedad de los espejos empañados

Siento que todavía queda un poquito de sangre

para irlo dando de propina a la vida

–gota a gota–

como los céntimos de los mendigos

En 1926

nos han simplificado todo

De esto saldrá un grito una mueca o una lágrima

ridícula e ingenua

como un diamante falso.