¿Por qué será que el ser humano prefiere seguir el camino fácil en lugar de elegir la senda larga, aunque esta última sea más provechosa? ¿Por qué es que la palabra “NO” se nos hace más difícil de decir que la palabra “SI”? ¿Por qué es que miramos a aquellos con la capacidad de decir “NO” de manera despectiva sin entender que el “NO” requiere valentía”?

La palabra “SI” es asociada con sentimientos positivos, mientras que “NO” es percibida como negativa. El “SI” nos refleja oportunidades nuevas, apertura a nuevas amistades, a la aventura,  al  amor, al ser aceptados y valorados. Contrario, al “NO” que nos hace sentir rechazados, pensamos en problemas, conflictos, discusiones, entre otras situaciones no tan agraciadas. Aunque estas dos palabras tengan diferentes connotaciones, hay momentos en los cuales el decir “NO” es más ventajoso y provechoso que un “SI”.

El “NO” es la palabra más poderosa y necesaria del lenguaje humano, y a la vez la más difícil de pronunciar por muchos de nosotros.  Esta sencilla palabra encierra en sí misma un enorme potencial para mejorar no solo nuestras vidas, sino también nuestras relaciones y entorno.

Todos los días se nos presentan situaciones que requieren de nuestro coraje para decir “NO”, tanto en la casa, colegio, sitios de trabajo, como en espacios de recreación.  Con el “NO”, vemos la defensa de nuestros principios y valores, las enseñanzas provenientes de nuestros padres, al rechazo a comportamientos inapropiados, a la injusticia, a la corrupción, al abuso; con ella defendemos nuestros derechos, pensamientos y decisiones.  En muchas ocasiones un “NO” es oportuno y puede hasta salvarnos la vida.

El “NO” es una palabra increíblemente dolorosa y se necesita mucho valor para pronunciarla, pero resulta indudable que en ocasiones vital decirla. Muchos afirman que las palabras tienen poder para transformarnos, que todo lo que afirmamos con la boca tiene poder.  Con ella podemos crear el más bello sueño o podemos destruir todo a nuestro alrededor.

A todos nos ha pasado que influenciados por los amigos, el ambiente, las situaciones, o el miedo a ser rechazados, hemos terminado haciendo algo que no estábamos de acuerdo.  Luego de pasado el hecho, nos embarga el profundo arrepentimiento y nos cuestionamos, ¿qué hubiese ocurrido de yo haber dicho “NO”? Esto ocurre cuando no somos suficientemente firmes y capaces de expresar de forma adecuada nuestras emociones y cedemos ante la presión.  Debemos aprender a ser asertivos para lograr que nuestros derechos y opiniones sean respetadas por los demás a nuestro alrededor.  No sentirnos amenazados o minimizados si somos diferentes.

William Ury, autor del libro “El Arte del No Positivo”,  muestra un método creado para ayudarnos a afirmar y defender nuestros intereses y vida.  A través de este “NO” podemos resistir agresiones, intimidaciones, manipulaciones y presiones que muchas veces ponen en riesgo y comprometen nuestros pensamientos, sino también nuestro bienestar y futuro.  Es tan importante aprender a decir que “NO” que el profesor Ury enseña a los futuros líderes empresariales y globales el valor de esta palabra, para ser incorporada a lo largo del desarrollo de sus vidas.

Como adolescente,  nunca falta la charla reiterativa de nuestros padres reforzando la importancia de decir “NO” al vernos enfrentados a la droga, el alcohol, sexo a temprana edad, o actos de delincuencia.  El “NO” también puede ser beneficioso en coyunturas donde vemos bullying, acoso, intimidación y acciones de violencia.

En momentos como estos, ponemos a prueba nuestra dignidad y coraje.  El “NO” mide qué tan valiente, independiente, maduro e inteligente somos. El “NO” oportuno nos empodera, nos engrandece, nos da valor, nos salva.

En nuestra búsqueda por la aceptación y favor de los demás, ignoramos y preferimos olvidar, nuestros principios y esos valores inculcados desde la niñez.. Nuestro deseo de pertenecer y ser agradados no puede ser el factor que decida nuestras decisiones y acciones.

Debemos valorar y admirar a aquellos que han dicho “NO” ante situaciones comprometedoras, pero más que nada debemos comenzar a usarla e incorporarla  nosotros mismos. Enseñarles a nuestros niños y jóvenes que no hay nada vergonzoso en un “NO” oportuno, al contrario, los grandes como Mandela, Gandhi, Martin Luther King y otros, también estuvieron a prueba y  el “NO” les fue de gran ayuda.