En días pasados tuve una demanda terapéutica muy especial en la consulta, dos amigas pagaron entre las dos para conversar acerca de cómo ayudar y apoyar a una amiga en común que está en una situación de salud física difícil. Ellas querían estar con su amiga, pero había circunstancias particulares en la familia de ella, que les impedía ofrecer esa compañía, comunicación y apoyo como ellas querían.
Me enterneció esta demanda y por supuesto elaboramos juntas un plan para que ellas cumplieran su deseo y obligación con su amiga en situación vulnerable. Se turnaron las visitas por días, decidieron llevar algo siempre para la familia, ampliaron la red y avisaron a otras amigas y amigos para que ella estuviera acompañada la mayor parte del tiempo.
Semanas después recibí de nuevo a una de estas amigas y me informa que la amiga ya se ha reintegrado a su trabajo y está haciendo muy bien la labor de aceptar su nueva condición de salud. Estoy segura que en su recuperación, el amor y la compañía de sus amigas fue determinante para ella levantarse y continuar adelante.
Conozco otras mujeres que leen juntas en reuniones mensuales compartiendo un té o café, en un espacio, que al ritmo de cada una, les permite crecer y avanzar en compañía
Cuando recibí esta información me sentí tan orgullosa de estas mujeres y de todas las demás, que muchas veces representan el único apoyo para otras y esto les permite la vivencia de crecer acompañadas.
Conozco mujeres que estando geográficamente muy lejos, viviendo cada una en dos extremos del mundo, se mantienen en comunicación constante viviendo cada una las difíciles situaciones que viven las mujeres cuando están solas a cargo de sus hijos e hijas.
La distancia no es limitación para ese crecimiento en compañía. Leen libros y comparten conocimiento; cada una con su proceso terapéutico en el país que viven, comparten estrategias de vida y desarrollo; oran y encargan oración cada una por las necesidades de la otra, comparten resultados de meditaciones individuales que permiten a la otra hacer descubrimientos personales; suplen necesidades económicas en situaciones de precariedad, en fin, una hermosa prueba del poder de la amistad y el amor para sentirse acompañada en la dificultad y el dolor, que al final es la única manera de desarrollar fortaleza de carácter.
Conozco otras mujeres que leen juntas en reuniones mensuales compartiendo un té o café, en un espacio, que al ritmo de cada una, les permite crecer y avanzar en compañía.
Conozco otras mujeres que se reúnen para conversar acerca de sus dificultades y reciben el apoyo maduro de sus amigas; que se dan baños de barro en la playa como cuidado individual en compañía; que hacen rituales de crecimiento por el cumpleaños de una; comparten artículos acerca de temas interesantes y asisten juntas a actividades de educación con la misma alegría que se asiste a una fiesta. Que ven juntas una película y luego hacen una discusión en cualquier lugar de disfrute, pero que la profundidad del análisis les permite descubrir temas individuales que salen en compañía.
En todo el mundo hay miles de grupos de mujeres que frente a las condiciones de vulnerabilidad que tenemos permiten la posibilidad de continuar, fortalecer y desarrollar habilidades de resiliencia, ofreciendo el modelo hermoso de solidaridad en un mundo donde la individualidad es la alternativa.
Las mujeres hemos dicho que nos necesitamos unas a las otras y que solo unidas en compañía madura y nutridora, podremos cambiar el mundo. Hemos decidido crecer a pesar de la adversidad y la cultura de rivalidad entre nosotras que promueve el patriarcado para darle paso a la colaboración y cooperatividad propia de los seres humanos.
@solangealvara2