El dicho – el pobre no e’ gente – se escucha jocosamente (y se utiliza muy a la ligera) en República Dominicana. Lamentablemente, arroja algún grado de veracidad, como ha sido documentado por la evidencia empírica y la literatura académica a través de múltiples investigaciones y estudios[1]. Aproximadamente el 32%[2] de la población dominicana que vive en pobreza monetaria no vive, más atinado sería decir que, sobrevive.
Paradójicamente, estudios e investigaciones académicas establecen que desafortunadamente, la pobreza no es tan fácil de erradicar. Una de las maneras más comunes en América Latina y el Caribe para solucionar la pobreza desde la década de los 90, han sido las transferencias monetarias condicionadas (por ejemplo, programa Solidaridad en R.D). Sin embargo, aunque son efectivas en mejorar otros indicadores de desarrollo humano, la efectividad para erradicar la pobreza como tal (i.e romper definitivamente con el ciclo generacional de la pobreza) de este tipo de políticas, aún es inconclusa[3].
El mundo después del COVID-19 ha exacerbado las desigualdades sociales ya existentes (y que ya eran bastante evidentes) en la República Dominicana. Especialmente en términos de acceso a la educación de calidad. A pesar de que varios paísesde la misma región (por ejemplo, Colombia, Uruguay, Nicaragua)están implementando un sistema híbrido y/o semi-presencial de impartir clases, en R.D todavía esto no sucede oficialmente por razones que a mi entender, son confusas. Es irónico como “acelerar (o recuperar) la economía” incluye la apertura de todo tipo de establecimientos, menos escuelas y/o colegios.
R.D ha asimilado la importancia de la Educación de manera gradual, por ejemplo, lo que pasó en 2013, fue hermoso. Exigir y lograr el 4% del presupuesto para la Educación, fue un punto de partida importante.
En microeconomía, la teoría de preferencias reveladas establece que una de las maneras de ver empíricamente las preferencias que más utilidad otorgan a un consumidor, es naturalmente, observar sus preferencias elegidas[4]. ¿Cuál es la preferencia de la sociedad dominicana, cuando los negocios/establecimientos están abiertos, menos las escuelas y/o colegios?; ¿Cuál es la preferencia revelada acá?.
Por otro lado, es inconclusa la efectividad de las clases impartidas por televisión u otros medios audiovisuales. El contenido de la clase puede ser de la mejor calidad, puede estar contextualizado a cada grado académico, puede tener los mejores actores que modelen el aprendizaje, puede motivar a los estudiantes, entre otras variables importantes para que de verdad funcionen las clases a distancia. Pero, establecer efectividad de esta modalidad de la educación en base a estos indicadores únicamente, sería una gran irresponsabilidad. Pues existen preguntas cuyas respuestas además de ser sumamente necesarias, son desconocidas.
Por ejemplo, ¿Quién se asegura que el estudiante realmente aprende? Quién lo apoya en su proceso de retroalimentación?, ¿Quién asegura que la televisión, la electricidad, el internet, el espacio, sean los adecuados?, ¿Quién apoya a los padres que probablemente deben seguir trabajando?, ¿Quién controla la música del colmado de la esquina que parece que no tiene conocimiento de la pandemia e interrumpe con las clases? .
El Ministerio continua con las clases por medios audiovisuales en el sector público, mientras que en el sector privado existen algunos colegios que imparten docencia inclusive haciendo livestreaming de sus clases, además de ofrecer clases presenciales alguna vez a la semana. Por lo anterior, es probable que las brechas de aprendizajes entre estudiantes de distintos grupos socioeconómicos, sea más amplia en futuras mediciones.
Es útil recordar – cada vez que lo amerite y parece que en R.D hay que hacer un recordatorio constante- que la Educación es un derecho para cada ser humano sin distinción de raza, nivel socioeconómico, nacionalidad, habilidad, edad y demás. A mi conocimiento, al igual que para muchos académicos, instituciones, gobiernos y políticas, es una de las maneras más efectivas (y científicamente probadas) de romper brechas. Por alguna razón los países que son realmente más desarrollados tienen una población con más años de escolaridad y mejor calidad de educación.
R.D ha asimilado la importancia de la Educación de manera gradual, por ejemplo, lo que pasó en 2013, fue hermoso. Exigir y lograr el 4% del presupuesto para la Educación, fue un punto de partida importante. Esta última década ha sido vital para continuar con la maduración del sistema educativo, que todavía está a años luz de lo que realmente debe ser.
El informe Mckinsey 2010 establece que los mejores sistemas educativos son aquellos que aprovechan una crisis (como la actual) para lanzar reformas verdaderamente efectivas[5]. Esta crisis ya casi cumple 1 año en R.D (¡!) y todavía, a pesar de que ya llegó la vacuna, realmente no existenestimaciones precisas de cuando va a terminar la pandemia(¡!).
El COVID es lamentable, es muy desagradable, se ha llevado muchas vidas y sobretodo ha destrozado muchos corazones. Sin embargo, es hora de abrir las escuelas y colegios. De no hacerlo, los más afectados serán los aproximadamente tres millones de estudiantes dominicanos matriculados en el sistema escolar[6], especialmente aquellos de condiciones socioeconómicas vulnerables.
Abrir los centros no implica bajar la guardia en cuanto a la seguridad que naturalmente amerita vivir con el COVID-19. Pero, para que (ojalá) el desarrollo integral no sea una falsa promesa, para que los estudiantes dominicanos realmente aprendan y utilicen este aprendizaje en el mercado laboral, para mejorar los indicadores de calidad educativa donde R.D queda en los peores lugares, además de para velar por el bienestar socioemocional, físico y cognitivo de los estudiantes, mejore, es vital volver a las aulas. La Educación es la vía (junto a otras políticas integrales) para que dichos tan crueles, tan apropiados por algunos seres y que lamentablemente contienen una pizca de verdad tal como “el pobre no e’ gente”sean una cosa del pasado.
[1]Entre múltiples indicadores, la pobreza monetaria y no monetaria, interrumpe con el desarrollo de capital humano adecuado de un ser humano. Referencia: Libro Poor Economics.
[2]Cifra según Banco Mundial. Se espera que esta tasa de pobreza monetaria aumente debido a la pandemia COVID. Se espera un impacto negativo en otros indicadores macroeconómicos tales como: tasa de empleo, PIB per cápita, crecimiento económico.
[3] Si bien las transferencias monetarias condicionadas son efectivas para solucionar problemas de salud, educación, epidemiología, redes sociales y mejor empleo para las familias participantes; la evidencia es inconclusa en cuanto a si funcionan por sí solas para romper el ciclo de pobreza generacional. Estas políticas deben ser implementadas de manera integral. Referencias: https://bit.ly/2N2YK16 | https://bit.ly/3ttk28Z | https://bit.ly/2YMnU6P
[4] Ver: https://bit.ly/2MCHAru
[5]Informe Mckinsey: https://mck.co/2YPO4G0
[6]Esta cifra no incluye a estudiantes matriculados en centros INAIPI o instituciones de Educación Superior.