El 16 de agosto del 2020 el Partido de la Liberación Dominicana cumplirá 16 años consecutivos en el poder, que suman dos gobiernos de Leonel Fernández y dos de Danilo Medina, sin lugar a dudas, los más poderosos de la historia democrática dominicana.
Se trata de gobiernos de partido hegemónico, sin contrapeso, en los cuales los tres poderes clásicos del Estado y los extrapoderes han sido fusionados en uno: el Poder Ejecutivo.
En ese sentido, los referidos gobiernos del PLD, por ser producto de un partido hegemónico, se han convertido en regímenes de poder ilimitado. Esto se puede comprobar en: 1) el desenfrenado endeudamiento, cuyos pagos de intereses y servicios ya han superado el cincuenta por ciento del PIB; 2) en la composición de la Suprema Corte de Justicia y los órganos extrapoderes; 3) en los contratos de concesión minera lesivos al interés nacional; 4) en la venta de las parcelas que conforman el populoso barrio Los Tres Brazos; 5) en la corrupción y la impunidad; 6) en la inseguridad, 7) en la utilización de recursos ilegales en las campañas electorales; 8) en la continua violación a la institucionalidad democrática, 9) en la anomia social, etc.
Para el renombrado filósofo británico, Bertrand Russell, el poder puede ser definido como la producción de los efectos deseados.
Siguiendo ese orden, en su destacada obra, “El Poder”, el referido escritor divide el poder en el poder sobre los seres humanos y el poder sobre la materia muerta o las formas no humanas de la vida. En cuanto al poder sobre los seres humanos sostiene que puede ser clasificado por la manera de influir en los individuos o por el tipo de organización que implica.
Como si se lo hubiera dedicado al PLD y la forma como sus líderes han manipulado al pueblo desde el poder, Russell sostiene lo siguiente: “Un individuo puede ser influido: a) por el poder físico directo sobre su cuerpo, por ejemplo, cundo es encarcelado o muerto; b) por las recompensas y los castigos utilizados como alicientes, por ejemplo, dando o retirando empleos; c) por la influencia en la opinión, por ejemplo, la propaganda en su sentido más amplio”.
Asimismo, agrega: “Cuando un cerdo con una cuerda alrededor del lomo es alzado a la bodega de un barco a pesar de sus gruñidos, esta sujeto a un poder físico directo sobre su cuerpo. Por otro lado, cuando el proverbial asno sigue a la proverbial zanahoria, le inducimos a actuar como queremos persuadiéndole de que está en su interés hacerlo. Intermediario entre estos dos casos es el de los animales amaestrados, cuyos hábitos han sido formados mediante castigos y recompensas. También aunque algo diferente, es el caso del rebaño inducido a embarcarse en un buque cuando la oveja que va a la cabeza es obligada a entrar a la fuerza y todas las demás la siguen voluntariamente. El caso del cerdo ilustra el poder militar y policial. El asno con la zanahoria tipifica el poder de la propaganda. Los animales amaestrados muestran el poder de la “educación”. El rebaño que sigue a su forzado conductor representa a los partidos políticos siempre que, como es usual, el caudillo reverenciado es esclavo de una camarilla de cabecillas del partido”.