Antes de desarrollar el tema de esta semana, que es sobre la popularidad o impopularidad de la familia Castillo, haré una precisión sobre mi anterior artículo, donde propongo la profesionalización del personal diplomático. Cuando dije  que la Cancillería se “cualquierizó” no me referí a Andrés Navarro, ministro de Relaciones Exteriores,  que prácticamente es nuevo en el cargo, y trata de organizar el desorden que encontró.

Vi muy bien que  el digital Acento. com.do haya sido un abanderado del adecentamiento de la Cancillería y defendió la designación de Navarro; y tuvo la valentía de publicar la lista de “botellas” (personas cobrando sin trabajar).

Con “los Vincho”, que es como la gente ha bautizado esa tradicional familia, no hay término medio, o se les ama fervorosamente o se les odia a muerte. Con ellos siempre habrá controversia por los temas que manejan y los sectores que defienden a rajatabla. Revolucionan el sentimiento nacional con temas como nacionalismo, amenaza a la soberanía, conflictos con Haití. Recuerden su propuesta de construir un muro en la frontera.

Don Marino Vinicio Castillo (Vincho) y sus hijos Juárez, Pelegrín y Vinicio representan y son voceros del sector ultraconservador nacionalista, que despiertan todas las pasiones, y son los que históricamente ponen y quitan presidentes.  Desde la alianza, en 1994, entre Juan Bosch y la Fuerza Nacional Progresista (FNP) esta familia ha sido el conector entre los peledeístas y los conservadores que agrupaba el Partido Reformista Social Cristiano.

No me cabe la menor duda de que el presidente Danilo Medina  busca un acercamiento con la FNP porque al romper la vieja alianza el PLD se quedó sin su enlace con los conservadores del sector empresarial, los temidos mandos militares, la Policía, la Iglesia, embajada norteamericana y demás. Es un dilema: No los quiere, pero los necesita. Amor-odio.

Me rio al ver algunas personas, ignorando las intríngulis del sistema político, burlándose y midiendo los Castillo en función a los votos que obtienen en las elecciones. No, su importancia en el sistema partidista se mide por los sectores que representan,  los temas de denuncias que manejan; y en las elecciones son buenos haciendo travesuras.  O, en caso contrario, detectando las diabluras políticas que se hacen en la sombra.

Tradicionalmente Vincho ha hecho como su accionar político las denuncias de corrupción: Ligazón de tal o cual dirigente político con el narcotráfico. Las ha usado como un arma política  para destruir los oponentes al expresidente Joaquín Balaguer y luego a los contrario al PLD. Sus críticos dicen que históricamente sólo ve “la droga blanca”, en referencia al partido del color blanco, el  Revolucionario Dominicano (PRD) y es ciego con “la droga morada”, que es el color del PLD.

En algunos casos se han cometido injusticias, como el de tratar de ligar al fenecido líder del PRD, José Francisco Peña Gómez, con “sectores oscuros…”

Pero Vincho tiene el mérito que cuando nadie sabía qué eran las drogas, advirtió sobre sus peligros y los correctivos para que el narco no permeara los partidos y el Estado. Lo que profetizó se vio con los narcotraficantes José David Figueroa Agosto y Quirino Ernesto Paulino Castillo: Ambos operaron en los gobiernos del PRD y PLD.