El PLD perdió en todo el año que ya termina,  e inicia el que viene en muy malas condiciones. Sus posibilidades de un buen desempeño electoral en las elecciones próximas, dependen del poder del gobierno y sus operativos electorales en el mercado de conciencia; incluyendo sutiles prácticas represivas (apresamientos y aislamientos en lugares apartados, desde horas antes hasta otras después de las votaciones) contra personas claves de los opositores  en la constatación y  movilización de votantes.

Desde el punto de vista de las simpatías electorales,  el PLD se fue como dice el tango de Carlos Gardel,  "cuesta abajo en sus rodadas".  No encontró sosiego en ningún momento de  este año que en horas termina;  y de hecho,  lo inició con una desafección de amplios sectores de la clase media a los que la Marcha Verde abrió los ojos a  las prácticas de corrupción que involucran a dirigentes emblemáticos de ese partido.

Ese proceso de distanciamiento de muchos votantes al PLD  se hizo más caudaloso con  la  puesta en debate  del caso Odebrecht, iniciado el año pasado,  entrado en sustancia en  el transcurso de este,   en  la Suprema Corte de Justicia;  cual  afirmó en la opinión pública  que el juicio era una trastada política en  la que no  se  involucraba  a todos los que debían ser  involucrados, y se metía  a otros de manera amañada.

Temo Montás, ahora presidente del partido,   había reconocido que recibió dinero de esa empresa para financiar campañas electorales,  y no fue involucrado en el expediente, lo que sublevó cuestionamientos severos  desde todos los estratos sociales y litorales políticos.

El PLD / Gobierno perdió por mucho esa ronda.

Por los días en que este hecho perdía fuerza en el debate nacional, un Consorcio Internacional de Periodistas  puso en primer plano otro escándalo de corrupción,  de poco más de 39 millones de dólares en torno al proyecto Punta Catalina,  relacionado también con la empresa Odebrecht.  Otro golpe fuerte recibido por el oficialismo.

En medio de ese proceso, perdió otro al que apostaba casi todo para seguir en el poder, el de la posibilidad de  la reelección del presidente Danilo Medina.

La opinión pública,  la movilización oportuna de sectores del pueblo, y el incordio en el propio cuerpo en  que devino el sector de Leonel Fernández,  se conjugaron para quemar la carta de la reelección,  y el sector danilista siguió sin poder esquivar golpes severos.

No se reponía todavía,  cuando era sacudido por el golpe tipo jaque de la división en  sus filas,  al decidir Leonel Fernández hacer tienda aparte; en un  hecho que es  más que aritmético. Porque además  de reducir el activo humano neurálgico en varios niveles de arriba hasta abajo,  trajo  a la memoria colectiva la conclusión  confirmada por otros hechos parecidos en la historia electoral del país, cuál es, que  "partido dividido, no gana".

Las cosas seguirían de mal en peor  al término del año;  cuando ya se había perdido el efecto del anuncio con fines de distracción  hecho por el gobierno  a principios de noviembre,  de que  la regalía navideña sería entregada a inicios de diciembre, el "buscado" hasta “bajo las piedras del país”, Cesar "El abusador", fue capturado por agencias policiales extranjeras en una ciudad de Colombia.

De ese hecho sobrevino una andanada de golpes de opinión pública contra el gobierno  que todavía se mantienen; sobre  su incapacidad  para combatir el narcotráfico y  la complicidad con este de algunas áreas oficiales a cambio de sobornos.

El que termina es un año para  no recordar en el oficialismo.

Perdiendo simpatías a chorro; resquebrajada la marca política, que fue siempre uno de sus principales activos; y siendo,  como es, escaso  el   tiempo  hasta las elecciones para la  recuperación,  las esperanzas de un buen desempeño electoral del PLD/Gobierno, dependen de las  posibilidades de sus acostumbrados operativos electorales, esto es, de comprar, anular incluso  mediante apresamientos furtivos;  atemorizar y dislocar votantes; y por supuesto, la  subversión de  resultados.

Las simpatías no le dan al PLD para seguir en el poder más allá del 16 de agosto del año próximo. Solo dispone de su reconocida maquinaria electoral, de anular votantes contrarios, quitar a otros  y ponerse votos.

La oposición debe tomar nota, y más,  poner en movimiento los dispositivos para poner un pare a esa maquinaria.