El presente artículo no tiene nada que ver con el problema del comercio entre la República Dominicana y Haití; sin embargo, ante la prohibición planteada por el gobierno haitiano a la entrada de productos de plástico provenientes de la República Dominicana, he sentido la motivación de conversar sobre el tema del plástico y no necesariamente de aquel a que se refiere la famosa salsa de la producción “Siembra” (1978) de Rubén Blades y Willie Colón.

Estamos hablando de un producto cuya presencia en nuestras vidas diarias es tan generalizada, que se puede afirmar que somos hijos de la era del plástico, ya que hoy nadie imaginaría la existencia sin el práctico y útil elemento. Nuestras viviendas están llenas del material, hasta en aquellas partes donde no alcanzamos a ver y según un informe publicado en el 2011 por la asociación “PlasticsEurope,” su producción mundial para ese año alcanzó los 280 millones de toneladas. En palabras de Wilfried Haensel, Director Ejecutivo de la asociación: "estas primeras estimaciones nos dan confianza en cuanto al crecimiento y la estabilidad de nuestro mercado para los meses venideros." Para el periodo entre 2010 y 2016 se espera que el consumo global de plásticos crezca en torno al 4% anual.

Sin embargo, no obstante la popularidad y uso generalizado del producto, hay etapas críticas en la producción de los artículos de plástico que constituyen misterios tan bien resguardados que deberían mover a la suspicacia hasta de los más confiados usuarios; pero cuando le echamos un vistazo a la lista de los principales productores de plástico a nivel mundial, fácilmente comprendemos la razón detrás de la inexistencia de cuestionamientos serios.

Se trata de empresas tan poderosas que no hay manera de que un gobierno como el de Haití pueda prohibirles continuar enviando sus productos a la isla, como ha hecho con República Dominicana. Acaso usted cree que Michel Martelly le puede meter mano a las siguientes empresas: BASF, Alemania; Dow Chemical, EUA; INEOS Group, Reino Unido; LyondellBasell, Países Bajos; ExxonMobil, EUA; SABIC, Arabia Saudita; DuPont, EUA; Total, Francia; Formosa Plastics Group, Taiwan; Bayer, Alemania; y la multinacional Anglo-Holandesa, Shell.

Hay cientos de estudios independientes que dan cuenta de que el Bisfenol-A, producto usado principalmente para hacer plásticos, que se encuentra en el comercio por más de 50 años, es el responsable de serios problemas neurológicos y de la diabetes infantil. Igualmente se vincula el Bisfenol-A a la baja producción de espermas, la esterilidad masculina y femenina, así como a enfermedades del corazón, de acuerdo con estudios realizados por investigadores británicos.

Mientras la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos y la Agencia Europea de Alimentos han opinado que el uso de Bisfenol-A es seguro y que la cantidad del producto encontrada en los biberones para bebés no es dañina para el consumo humano (respectivamente); hay varios gobiernos como el de Canadá, donde desde abril del 2008 se consideró el Bisfenol-A como dañino para los recién nacidos y gateadores, anunciando que propondría una prohibición a la comercialización de varios productos.

Igual camino ha seguido la Unión Europea, donde desde el 1 de junio de 2011 se prohibió la venta de biberones de plástico que lleven el componente Bisfenol-A, por sus posibles efectos perjudiciales para la salud (no obstante la opinión favorable al producto de la Agencia Europea de Alimentos); así como algunos estados y ciudades de Estados Unidos; el Perú, donde desde noviembre del 2012, se decidió su no comercialización, bajo ninguna circunstancia y Argentina, que en marzo de 2012 adoptó la medida de prohibir la fabricación, importación y comercialización de biberones que contengan Bisfenol-A, debido a que esta sustancia puede causar efectos tóxicos en los lactantes.

Aquí me limito a tratar los temas relativos a la salud pública para evitar ser considerado como un “fundamentalista ambiental,”  y en consecuencia no voy a referirme a los daños que el plástico ocasiona a los ecosistemas y a las diversas especies. Como ejemplo vale señalar que un pañal de los que utilizan nuestros bebés y ancianos se toma 200 años para ser eliminado y que aun deteniendo la producción de plástico en este momento, nos tomaríamos unos 500 años para deshacernos de todo el material que tenemos en consumo.

Quien suscribe no tiene la menor idea sobre química, materia que constituyó uno de mis principales dolores de cabeza y el gran obstáculo para alcanzar el título de bachiller, como podrán testificar mis amigos  Alvin Vásquez (hoy Ingeniero Químico y profesor de la materia en la UASD) y el comandante Harold Rivas Saint-Hilaire, quienes invirtieron largas horas ayudándome a revelar los misterios de esa ciencia y colaborando a que este ciudadano consiguiera hacerse bachiller. Sin embargo, como abogado convencido de nuestro derecho de acceso a la información, les recomiendo leer sobre el tema un poquito más de lo que plantea la crisis Dominico-Haitiana y si fuera posible (en lo que el hacha va y viene) seguir las recomendaciones del gobierno canadiense, en el sentido de que sí no puede prescindir del uso de los biberones y botellas de plástico, por lo menos no los utilice con bebidas calientes, evite someterlos al microondas y sobre todo, no consuma el agua luego de exponer las botellas al candente sol de La Línea.