El mes de diciembre nos recibe con el documento de un conjunto de científicos pertenecientes a once países de la Unión Europea que contiene el Plan S (Science), una propuesta para que los resultados de las investigaciones científicas patrocinadas con fondos del Estado se publiquen en revistas y plataformas de acceso universal y gratuito. (Ver El país 4-12-2018).
El proyecto se inscribe en el espíritu de DORA, la Declaración de San Francisco sobre la Evaluación de la Investigación (2012). Ambas declaraciones combaten un sistema que enriquece a grandes consorcios privados con las investigaciones científicas pagadas con los impuestos de la ciudadanía, la cual termina marginada del acceso al conocimiento científico de vanguardia si no dispone de los recursos para pagar el costo de las grandes revistas científicas.
El mencionado sistema desnaturaliza a la ciencia misma. Como ha señalado el Premio Nobel de Medicina, Randy Schekman, las grandes revistas científicas de acceso por pago, preocupadas por las ventas, prefieren la publicación de artículos de investigación atractivos, aunque de cuestionable validez, en detrimento de otros menos atrayentes, pero fundamentales para el desarrollo saludable de la ciencia como son los artículos que pretenden replicar o refutar resultados de otros estudios.
El sistema es alimentado de modo inconsciente por los mismos practicantes de la ciencia. Como los ascensos en la carrera académica, las posiciones de más prestigio o los accesos a los fondos de los organismos más importantes toman en cuenta el historial de publicaciones en revistas indexadas de acceso pagado y con un alto nivel de impacto (muchas veces citadas), los jóvenes científicos buscan desesperadamente publicar resultados innovadores en las publicaciones que encorsetan sus profesiones con criterios mercantiles.
El Plan S pretende contrarrestar esta situación creando espacios alternativos donde los científicos y la ciudadanía tengan acceso libre a las publicaciones. Con ello, no solo se logra liberar a la investigación científica del dogma de la novedad en favor de parámetros de innovación más académicos, sino que propicia la apertura al debate crítico que se pierde cuando la preocupación básica no es observar y participar en el trabajo de la construcción comunitaria del conocimiento científico, sino caminar de modo solitario por el sendero de las celebridades.
En el proceso, socavamos la idea de la universidad como empresa constituida por servidores y clientes que tratan de obtener beneficios recuperando la universidad como una auténtica comunidad del saber.