Una de las definiciones clásicas del crecimiento económico está relacionada con el aumento de la población económicamente activa, y el incremento de la productividad del trabajo. Hoy en día, la feroz competencia de los mercados obliga a los sectores productivos a no tener otra opción que no sea la de ser competitivos y productivos. La productividad del trabajo está vinculada a los niveles de inversión en tecnología, maquinarias y la integración de talento humano capacitado en los procesos. 

El pentágono de la distribución de la riqueza plantea en unos de sus ejes, la necesidad de fortalecer el aparato productivo nacional como catalizador de riquezas producida como resultado del trabajo y esfuerzo de la gente. No es posible conseguir alta productividad y competitividad sobre la base de juegos de suma cero, sino sobre la base de escenarios ganar-ganar con amplio sentido de inclusión. Por tanto, la equidad distributiva debe iniciar en los micros espacios. 

Los gobiernos de turno deben realizar estudios indicativos que presentenlas ventajas competitivas y comparativas existentes en las diversas regiones del país, de tal forma que permitan proyectar las diversas potencialidades sectorialesexistentes, e incrementen las inversiones, permitiendo la creación de mayores fuentes de empleo. 

De igual manera, debe realizarse un censo nacional de capacidades para identificar el talento humano del cual dispone la República  Dominicana y poder vincularlo a las áreas productivas. Si no tenemos un inventario del talento humano del cual disponemos, será difícil maximizarlos y vincularlos con los lineamientos de la Estrategia Nacional de Desarrollo (END) del país. 

El otro eje importante del pentágono de la distribución de la riqueza es aquel vinculado con el ordenamiento territorial. En República Dominicana carecemos de un plan que tome en cuenta las limitaciones y potencialidades de las regiones en función de sus recursos naturales y sus infraestructuras artificiales, como medios para lograr mayores niveles de desarrollo humano y de aprovechamiento de la riqueza. 

Análisis empíricos indican que las regiones que tienen mayor concentración de infraestructura artificial tales como (vías de comunicación, acueductos, electrificación, dotaciones educativas y salud), y usos del suelo para fines productivos, normalmente presentan mayores grados de desarrollo humano. Por el contrario, las regiones en las que se observan los menores grados de desarrollo humano son aquellas donde se combinan deficiencias en servicios e infraestructuras con poco uso productivo del suelo. 

Como resultado del proceso de migración que ha sufrido la República Dominicana en las últimas décadas, más del 60% de la población vive en zonas urbanas, por lo que la concentración de servicios e infraestructuras alrededor de las urbes han aumentado de manera vertiginosa, y ante la ausencia de políticas distributivas eficaces, la riqueza tiende a crear desigualdades asombrosas muy cercanas a zonas de abundancia. 

El reordenamiento territorial está llamado a desconcentrar y repensar la distribución de los recursos con el objetivo de lograr un balance entre los recursos naturales que se conservan y aquellos que se transforman para darles un uso productivo. 

En síntesis, podemos afirmar, que para lograr mayores niveles de equidad económica en Rep. Dominicana, es necesario lograr un balance entre el crecimiento económico y la distribución de la riqueza, donde el ser humano sea el centro de ese equilibrio. Esto se logra con políticas públicas dirigidas a lograr de manera directa e indirecta mejores condiciones para los entes sociales y económicos del país. Por tanto, la redistribución de la riqueza no será posible sin la participación y plena conciencia de la gente y de los sectores productivos. Conciencia que inicia con el conocimiento de los deberes, derechos y el establecimiento de un real estado de derechos.