La propaganda política como una herramienta mediática diseñada para persuadir e influenciar, principalmente a través de emociones divorciadas de los hechos, ha sido utilizada desde la antigüedad; sin embargo, su esplendor se remonta a la Alemania nazi de Adolf Hitler, quien no sólo estudió, definió y elaboró estrategias propagandísticas especificas; sino que aplicó las mismas a través de la eficiente labor de su Ministro de Propaganda, Joseph Goebbels. En nuestro país el gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y muy específicamente el actual Presidente Danilo Medina, ha sido muy efectivo utilizando estrategias de propaganda política; sin necesidad de instituir un ministerio para tales fines, el partido de gobierno montó su estrategia propagandística a partir de las propuestas del consultor político brasileño en desgracia Joao Santana, estructurando una red de “bocinas” en los medios de comunicaciones más inverosímiles, que reaccionan en cadena cada vez que al Comité Político de la referida organización se le ocurre empujar cualquier mensaje. Sin embargo, el abuso constante de la técnica y la obvia falta de la genialidad del brasileño en esta contienda ha generado tal desgaste, que los portadores del mensaje ya son fácilmente identificables y tienden a motivar más desconfianza que adhesión y seguidores.

Es fácilmente identificable que el PLD maneja información de que su candidato a la presidencia (Gonzalo Castillo) muy a pesar de los millones de dólares que se le han invertido, es un producto que no logra pegar en el gusto de las mayorías y apoyados en la crisis generada por el COVID-19 han optado por aplicar varias técnicas de propaganda política.  Quizás la más gastada de las técnicas presentadas es la “paternalista”, la cual ha sido utilizada reiteradamente en el contexto histórico nacional y mediante la cual se presenta al candidato como una fuerte figura paternal, que aparece para cubrir todas y cada una de las necesidades de una comunidad que necesita sentirse protegida. Así el PLD ha suprimido las funciones de todos los ministerios, entregándolas a Gonzalo, quien más que un candidato, parece la concentración en un sólo propietario de todos los negocios de la Duarte; proveyendo servicios de transporte aéreo, ambulancias, reparto de gas y agua; así como pan, queso, leche, arroz y hasta productos de higiene y belleza femenina. Todo gestionado con recursos del Estados Dominicano y en franca violación a la cuarentena, al toque de queda y a cualquier otra medida de seguridad de las “promovidas por el gobierno”, sin que exista ningún organismo de control intervenga para poner fin y sancionar dicho comportamiento.

La semana pasada en ocasión de la solicitud de extradición contra Yamil Abreu Navarro (antiguo militante y funcionario del PRD, partido que colaborador del PLD y con tan sólo meses de haber pasado al PRM) por un supuesto expediente de narcotráfico, el PLD ha movilizado todos sus recursos internos y su red de bocina para rasgarse las vestiduras y desacreditar al PRM, mostrando una inexistente lucha contra el narcotráfico, la cual nunca ha sido de su interés si observamos que en 20 años en el gobierno el PLD ha albergado en sus estructuras de gobierno a reconocidos narcotraficantes y / o sus parientes cercanos. La campaña de propaganda política montada a estos efectos por el partido de gobierno pretenden ocultar el hecho de que es en las instituciones bajo su control sobre las que recae la responsabilidad de la persecución del crimen organizado y que en última instancia es su gobierno el que ha fallado radicalmente en cualquier propósito (si es que lo tuvieron) de proveer seguridad a los ciudadanos de esta nación.

Esta técnica es conocida como “La Gran Falacia” (del inglés “Big Lie”), mediante la cual se emplea un cuerpo de propaganda a través de distintos medios, enfocados en generar emociones fuertes orientando la historia o evento principal a la necesidad propuesta. Se advierte que aterrorizados por lo que pudiera significar la perdida del poder absoluto que hoy detentan, el más peligroso juego en el que se embarca la dirigencia del PLD es una especie de quema de las naves, donde utilizando la técnica de propaganda precedentemente referida en combinación con otras, persiguen lo siguiente: en una primera fase buscan infundir en la población de clase media y alta el suficiente temor a la pandemia, para provocar altas tasas de abstención en las elecciones del 5 de julio venidero. Necesitan desesperadamente que la clase media no vote porque con ese voto no sólo se afectaría la candidatura presidencial, sino que también estarían perdiendo la importante senaduría del Distrito Nacional, la cual ha detentado el Lic. Reinaldo Pared Pérez desde el año 2006, pero que en la oportunidad parece estar destinada para la Licda. Faride Rafúl, del opositor PRM y a quien el candidato del PLD no ha podido llegarle cerca ni siquiera en las encuestas pagadas por su propio partido. Aquí se enmarcan todos los esfuerzos realizados para obstaculizar el voto de los dominicanos residentes en el exterior, donde es evidente la precaria situación del gobierno y su candidato.

Pero si la primera fase del plan referido no surtiera sus efectos y los números no cambian lo suficiente en las próximas semanas, el gobierno pudiera verse tentado a llegar a posponer las elecciones programadas para el 5 de julio. Esto no parece tan descabellado si se verifica que ya se han iniciado acciones en ese sentido, como son: la solicitud y posterior compra (al decir de los mismos diputados que la apoyaron) de la más reciente e ilegal declaratoria de estado de emergencia; la imposición de un innecesario e irritante toque de queda; la decision del Comité de Emergencias y Gestión Sanitaria de Combate al COVID-19 de aplazar el paso a la Fase III de la desescalada, aunque el equipo de campaña de su candidato ya aplica la Fase IV en los barrios y parajes del país, sin que ninguna autoridad lo fiscalice; y sobre todo ante la inquietante declaración del Ministro de Salud en el sentido de que pudiera declarar un injustificable “estado de epidemia nacional” a menos de quince días de las elecciones.

En estos momento y frente a las referidas circunstancias se hace más necesario que nunca constituirse en vigilante de la democracia de la República Dominicana; no dejarse enredar en las distracciones propuestas por las desgastadas técnicas de propaganda política empleadas por el PLD; forzar que las elecciones se efectúen en la fecha en que se encuentran programadas y asistir a sufragar responsablemente; manteniendo la distancia física adecuada; utilizando mascarillas y cualquier otro método que considere oportuno como forma adicional de protección; pero sobre todo ir a votar con la convicción de que cada voto cuenta para que los dominicanos recuperemos los espacios que han sido usurpados por una clase política indolente, perversa y mareada de tanto poder, que hoy ofrece dádivas infelices a un pueblo al cual ha desangrado, envilecido e irrespetado en un ejercicio político filibustero, en cuyos 20 años no son capaces de mostrar ni una sola obra fundamental.

Sirva este escrito de opinión como una advertencia a las autoridades para que no jueguen con las aspiraciones, la paciencia y la nobleza de este pueblo; tal como indicó la Magistrada Miriam Germán el pasado domingo en la Plaza de la Bandera “el derecho a elegir nuestros gobernantes es la única garantía que tenemos para vivir en una sociedad democrática”, los dominicanos no tenemos, ni concebimos otra patria; así que sepan y tengan bien pendiente que tal como nuestros antepasados tuvieron a bien fundarla y defenderla; muchos hombres y mujeres mejores que ustedes han sacrificado sus vidas por mantenerla y muchos otros somos los que estamos atentos y dispuestos a honrar el justo valor de tanto sacrificio, por encima de los intereses de cualquier dictadura, sin importar el disfraz en que se encuentre oculta.