Me motivé a escribir este artículo, luego de ser testigo de un accidente en una plaza comercial de la capital, donde una madre por ir chateando descuidó su hijo de cuatro años mientras subían la escalera eléctrica hacia el cuarto nivel. El niño iba detrás jugando: retrocedía peldaños y volvía a subir. Al final de la escalera se enredó los pies, cayó  y se rompió una pierna. Lo insólito es que la madre iba tan entretenida con su móvil, que ni siquiera se dio cuenta del accidente. Se enteró cuando miembros de la seguridad de la plaza y otras personas que estaban en el lugar corrieron a socorrerlo.

Cuando me ha tocado dar cobertura como reportero a un accidente con muertos y  heridos, ocasionado por un conductor o conductora que se distrajo chateando suelo decir que las redes sociales son el “juguete” que la humanidad estaba esperando durante siglos. Nunca he logrado saber, ojalá los lectores me lo expliquen, que cosas tan interesantes, entretenidas van viendo en su teléfono mientras conducen, al punto de arriesgar su vida y de otras personas. A veces cambia la luz del semáforo y no arrancan, cuando uno le pasa por el lado ve que con una mano agarra el guía y con la otra escriben; tocan las teclas del teléfono móvil.

Muchos desarrollan la habilidad de manipular al mismo tiempo el guía y su celular. Asombrosamente, van a alta velocidad o a una marcha normal. ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo pueden llevar la vista puesta en las calles por donde deben conducir y tener los ojos y las manos sobre el celular? Algunos colocan la computadora portátil entre sus piernas. O la llevan pegada al guía, es decir, la agarran con la misma mano.

Me ha parecido gracioso cuando los novios van a un centro de diversión, a una ruidosa discoteca, restaurante, cine y en medio del bullicio cada uno chatea, incluso bailando.  El novio ignora la novia, el esposo a la esposa, los amigos se ignoran, las madres hacen lo mismo con sus hijos. Creo que eso se da hasta haciendo el amor. Las nuevas herramientas tecnológicas acercan las personas que están más distantes en el planeta. A la vez nos alejan de las que tenemos más cerca.

Sin lugar a dudas que en la segunda década del siglo XXI lo más útil es la tecnología: Le simplifica la vida a la gente, que se puede educar, informar, conocerse por la Internet e inclusive casarse. Se organizan protestas demandando reivindicaciones  sociales y tumban gobiernos corruptos y dictadores. Sin embargo, es menester usarla con conciencia, puesto que su uso irresponsable hace más mal que bien.

Al ver la gente tan embobada en las redes sociales conduciendo o en los lugares más insólitos (en el baño mientras defecan), recreo la imagen de 500 años atrás, cuando los conquistadores españoles cambiaban a los nativos espejitos por oro. En este caso son como aborígenes con taparrabo, arco, flecha, viviendo en chozas, pero con tecnología. Las faltas ortográficas en las interacciones así lo demuestran.