En incontables ocasiones hemos escuchado hablar de “las mieles del poder”, hemos oído frases como: “me gusta el carguito” y “la magia de esa silla de alfileres”. También hemos escuchado a otra clase de buenos políticos, como el profesor Juan Bosch, quien afirmado: “Los dominicanos saben muy bien que si tomamos el poder no habrá un peledeísta que se haga rico con los fondos públicos; no habrá un peledeísta que abuse de su autoridad en perjuicio de un dominicano; no habrá un peledeísta que oculte al país un hecho incorrecto o sucio o inmoral”, pero lamentablemente la vida no le dio la oportunidad de velar por que sus palabras fuera una realidad. Y otros, como Pepe Mojica, expresidente de Uruguay, que sí alcanzaron el poder y mostró que sí se puede ir al poder, ser popular, ser honesto, ser humilde y no dejarse seducir por éste.

La historia de nuestras clases políticas y las de otros pueblos latinoamericanos, nos muestran que los grandes hombre, aquellos que sí logran trascender en la vida, los que ocupan grandes páginas en la historia de un país y que son recordados por las generaciones siguientes, son aquellos que como Juan Bosch y Pepe Mojica rechazan las riquezas materiales y predican con su ejemplo, perpetuándose en el tiempo y permaneciendo vigentes en la mente de quienes lo rebasaron en la vida e incluso llegan a ser un ejemplo para posteriores generaciones.

Hoy, al analizar los recientes acontecimientos políticos, en el que se pretende hacer un cambio a la Constitución que permita la repostulación del presidente Danilo Medina y, que el máximo organismo del partido de gobierno, el Comité Político (CP) del PLD, aprobó que se someta una iniciativa ante el Congreso, quiero manifestar que aunque siempre hemos estado opuestos a la reelección presidencial, especialmente por la debilidad de nuestras instituciones, la falta de una Ley de partidos y una Ley de elecciones, que permita la transparencia del proceso e imposibilite el uso y el abuso de los recursos del estado. En esta ocasión, sin embargo, hemos visto con simpatía que el presidente Medina se repostule para un nuevo mandato presidencial, ya que a todas luces cuenta con más del 70% de las intenciones del voto de los dominicanos.

Reiteramos que, en democracias inmaduras y con una institucionalidad tan frágil, no es adecuado permitir la reelección presidencial y mucho menos someter la Carta Magna a tan frecuentes cambios que sólo debilitan la credibilidad, la institucionalidad y la propia seguridad jurídica. Pero si la población en un 70% o más está de acuerdo y, además dos terceras partes de los legisladores también lo están, entiendo que en democracia procede. Pero si por el contrario una de estas condiciones no está dada, como de hecho en la actualidad sólo se cuenta con menos del 50% de los legisladores, ningún gobierno debería embarcarse en semejante aventura, ya que sólo sería lograble mediante prácticas insanas.

Definitivamente los pensamientos de muchos peledeístas están obnubilados con el poder y la adicción a éste, que no les permite pensar con claridad en cuanto a su futuro político, el de su partido y especialmente del futuro de las bases. Entre los que están y aspiran a seguir con el carguito o en la silla de alfileres y, los que estuvieron, que son adictos al poder y no aguantan un período más de abstención, están poniendo en riesgo la permanencia, la democracia y al propio PLD.

Entonces, lo recomendable y lo que señala el buen juicio es la unidad de todos los peledeístas, que alejados del egoísmo y el egocentrismo, unidos en torno a un candidato de consenso, capaz de representar la unidad, porque haya sustentado su candidatura en méritos propios y, que haya apoyado y colaborado con los logros de este gobierno de Danilo Medina y los logros de los anteriores gobiernos. Uno que sea capaz de darle continuidad a la actual obra de gobierno y capaz de rescatar los principios de su líder y fundador, el Profesor Juan Bosch.