Con el “escándalo Qurino” (Ernesto Paulino Castillo) hay que desengañarse: Él es un simple granito de arena en esa temible industria del narcotráfico que horroriza el mundo. Y el periodista Salvador Holguín es, como él mismo ha dicho, la vía que da el “palo periodístico”, donde el narco dice sus verdades a media; verdades en algunos casos. A veces sufre de amnesia: En sus andanzas por el bajo mundo sólo recuerda que exclusivamente financió a algunos personajes de la política. Pero es su versión y nada más.
Sería mover el perro por la cola, si nos limitamos a Holguín con “su primicia” y Qurino gritando: “Yo soy narcotraficante, pero soy un hombre serio…”. Ahí mismo remacha que no lo comparen con los políticos porque estos son “unos charlatanes, corruptos”, pero él (Quirino) “es un hombre serio”. ¿Se puede ser serio y delincuente a la vez? En “RD” todo es posible.
Señoras y señores: Las drogas matan y enferman nuestros jóvenes, pero mueven la economía del mundo. ¿Qué pasará en los principales centros financieros si Colombia y demás naciones suramericanas dejan de enviar sus mercancías a las naciones desarrolladas? ¿Cómo reaccionarán los enfermos drogadictos en Estados Unidos y Europa si no reciben estas dañinas mercancías?
He participado en foros con reputados expertos en el modo de operación del narco (siembra de yerba, procesamiento y comercio); he pasado noches enteras leyendo libros, tratados sobre las estructuras de los cárteles de las drogas; y, créanme, no hay fórmula mágica para solucionar el complejo problema. Lo que más se acerca a una solución es que con la intervención de Naciones Unidas se creen legislaciones en el mundo para ir legalizando el consumo por escala de las diferentes drogas.
Una vez legalizadas, se cobran impuestos por el comercio; y las autoridades de salud y educación que asuman el control absoluto. Las drogas son un problema exclusivamente de salud y requiere de educación para advertir a los jóvenes sobre el daño en su cerebro. Cada hombre o mujer que entra a la adicción es un ciudadano que se pierde y es una tragedia para sus familiares.
La legalización es la vía, pues hasta ahora se ha ido perdiendo la batalla. Uno de los narcotraficantes más poderosos en el mundo fue Pablo Escobar. Tiene más de 20 años que fue asesinado; hubo un escándalo que involucró a gobernantes y otros políticos colombianos. Escobar fue artífice del asesinato de centenares de personas, incluyendo a tres candidatos a la presidencia, como el carismático Luis Carlos Galán en 1989.
¿Con la muerte de Escobar se detuvo el negocio ilícito y la corrupción de militares y políticos? En el caso de República Dominicana, ¿Con el apresamiento de Qurino se detuvo el narcotráfico y su contubernio con políticos y militares corruptos? Los cárteles simplemente cambian de caras, pero el lucrativo negocio sigue con aires renovados. ¿Quién sustituyó a Quirino?
En nuestros barrios no tenemos laboratorios de procesamiento de drogas ni plantaciones de coca u otras yerbas, pero llegan todas las drogas que se producen en Suramérica. Simplemente, llegan con la complicidad de las propias autoridades. Y se ven en los barrios a agentes y fiscales cobrando peajes en los puntos de venta.
Y, si voy a ser justo, debo puntualizar que el problema no se soluciona con la irresponsabilidad de decir que un capo operó en un gobierno y en otro no. Para citar dos nombres, las correrías de Qurino y el narcotraficante José David Figueroa Agosto abarcan los gobiernos de los partidos de la Liberación Dominicana (PLD), y Revolucionario Dominicano (PRD). Una de las cosas que salió a relucir en el caso que se le seguía a “Toño Leña” por extradición es que él y Figueroa Agosto entraban como “Pedro por su casa” a la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI).
En fin, la solución y el problema no son de uno ni de otro, sino de todos. El primer paso de los partidos es reconocer que han sido permeados por el narco. Reflexionemos: ¿Sería una solución la legalización del narcotráfico?