“La autocracia, los despotismos, las dictaduras, son mundos de único color. En cambio, la democracia de los modernos es un mundo multicolor.” Giovanni Sartori.

“El PLD ha construido un proyecto autoritario.” Esa es una idea que no requiere de mucha justificación. Para quienes aun no comparten ese parecer, les brindo otra razón más que quizás logre convencerlos: la unanimidad.

Esta semana, el Comité Político del partido oficialista anunció los resultados de su elección para los cargos directivos de ambas cámaras legislativas del Congreso. Los resultados son inconstitucionales dado que el Artículo 90 que trata sobre los Bufetes directivos de las cámaras claramente lee:

El 16 de agosto de cada año el Senado y la Cámara de Diputados elegirán sus respectivos bufetes directivos, integrados por un presidente, un vicepresidente y dos secretarios.

Aparte de la inconstitucionalidad que debería ser razón suficiente para entender la dinámica PLDista, como de costumbre, sus principales dirigentes eligieron a las personas que ocuparían dichos cargos de manera unánime.

¿Qué hay detrás de la unanimidad?

La unanimidad implica la ausencia de pluralidad. Implica no contar con una variedad de opiniones. No debemos confundir la unanimidad con mayoría, porque no es mayoría, sino totalidad. Es por tanto enemiga de la pluralidad.

Ninguna democracia que se llame como tal puede funcionar en base a la unanimidad. Si la sociedad parte de ella, no tendría por qué llevar a cabo sus procesos electorales. Las decisiones que normalmente se toman como nación, los mínimos de justicia de los cuales emana la cooperación y el deseo de colectividad, no tendrían razón de ser… La política como tal perdería sentido. Por eso reacciono ante la celebración de muchos por el nombramiento de la nueva presidente del Senado.

En un artículo titulado Gobernando con los medios de comunicación, decía que “para poder dar pasos firmes hacia delante, no basta con reconocer la actual crisis política… tenemos que entenderla.”  Esa decisión que hoy muchos celebran tuvo muy poco de democrática, porque la democracia no se centra en los resultados, sino en los procesos.

Si todo va a ser unanimidad, ¿para qué conformar una cámara legislativa? Pero el punto no es eliminar el Senado o la Cámara de Diputados, sino, asegurarnos de que allí se agote un proceso mediante el cual todos entienden por que se aprueban, modifican o derogan las leyes sujetas a discusión. En última instancia, se busca representar adecuadamente a los ciudadanos que los eligen a sus cargos.

En el partido de único color, el autoritarismo se confunde con disciplina. La  libertad política se priva y la disensión se castiga.

La democracia implica tolerancia y deliberación. La deliberación será clave si pretendemos renovar la confianza perdida en las instituciones del Estado. Sólo a través de los requeridos procesos deliberativos lograremos tomar decisiones como país cuyos tiempos de vigencia trasciendan cuatro años de una administración de gobierno.

¡Un sistema político real y efectivamente multicolor! Ese es el gran reto de nuestra sociedad.

Samuel Bonilla | @sbonillabogaert | se.bonilla@gmail.com

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