"Prohibido prohibir" (Grafiti de mayo del 1968, en la Sorbonne)
De las ciudades y sus espacios, de los ciudadanos y su predilección por los espacios
En las ciudades la gente se recrea, ama espacios y esquinas, los hace suyos, los condiciona a sus recuerdos.
En las ciudades la gente la vive y decide según gusto, atracción o placer, donde frecuentar, donde compartir, hasta donde entiendo, entidades represoras del Estado, no pueden incidir en las decisiones que solo las personas deben tomar, ejerciendo un derecho del uso de la ciudad adecuado, respetuoso con vocación de intercambio amistoso.
Los siguientes ejemplos podrán ilustrar como la propia literatura, extranjera y nacional, registra el valor sentimental que los autores han otorgado a los espacios urbanos según memoria y creación literaria, arropados entre el tiempo y las fuerzas interiores, los espacios y sus acciones…
Marcel Proust, en su búsqueda del tiempo perdido-1913.1927-, evoca con fuerza lírica un balance hermoso y sensual, símbolos y espacios de sus personajes. Allí se activa la memoria como un paladar exquisito, cielos, trenes y arboledas en movimiento, pueden ser motivos de largas evocaciones.
Para Proust la evocación de la infancia, en unos de sus 7 libros de “La Búsqueda Del Tiempo Perdido”, “Por el camino de Swann”, es un recorrido por Illier, pueblo de su infancia en la baja Normandía, hoy bajo otra denominación político territorial, Illier-Combray.
La idea del espacio obliga a una exploración y a la sublime necesidad del recuerdo: sin esas referencias en donde se inventa la vida, los seres humanos tendríamos un gran vacío, y grandes obras literararias no tendrían la significación ni la permanencia que hoy tienen.
En grandes novelas de la literatura universal (y la que no es universal, valga decirlo), los relatos de género testimonial, atrapan sus personajes en entornos urbanos o rurales, se nos demuestra que el eje del espacio narrado es el ser humano y su carga vital, nada más. Si el espacio adquiere significación como actor, lo consigue a partir de la acción de los personajes que en el actúan.
Albert Camus escribe “El Exilio y El Reino” (L' exile et le Royaume) editado por Losada en 1957, casi simultáneamente con la editora original, Gallimard y en coincidencia con el año en que recibe el premio Nobel de literatura.
En aquellas seis novelas cortas, entre nihilismo y absurdo, ilusión posible y retratos de personajes muy humanos, encontramos descripciones vivas de la ciudad de París, paisajes de nieve duros y brillosos. De nuevo el espacio descrito como una necesidad para acciones de personajes.
Es decir, que los espacios sin personajes que los designen, no tienen el ejercicio de añoranza y memoria que los seres humanos, en su ejercicio de cotidianidad suelen crear.
Ocurre que de repente sobre este tema de las ciudades, Joaquín Basanta me regaló un libro, el autor era Gudiño Keiffer y el libro se titula "Será Por eso que la quiero Tanto"… Basanta, padre, me hacía un reto amistoso: " Ojalá vos descubráis el secreto del título, sería interesante, explicarte más no tiene sentido."… Acto seguido en la parte de la solapa del libro, que tenía un mapa de Buenos Aires. Joaquín le puso fecha y su firma. Al no ser fanático Borgiano entonces tardé bastante en descubrir un curioso, simple y exquisito secreto:
"Aquí la tarde cenicienta espera / El fruto que le debe la mañana; / Aquí mi sombra en la no menos vana / Sombra final se perderá, ligera / No nos une el amor sino el espanto; / Será por eso que la quiero tanto"
Este poema aparece en el libro El Otro, El mismo (1964) de Jorge Luis Borges, quien ya en 1923 había hecho su clásico Fervor a Buenos Aires, su primer libro de poesías.
El último verso de ese poema Borgiano, daba título en 1975, edición Emce, a la novela de Gudiño Keiffer(*), desgarrante y emotiva, cuando narra a Buenos Aires, desde la mirada pueblerina de quienes la descubren por primera vez…
Buenos Aires, como ciudad protagonista con sus fabulosos espacios lúdicos y otros no tan lúdicos y conocidos, es posiblemente una de las ciudades más celebrada y citada en la literatura latinoamericana y en otras literaturas, para que el ego argentino se agigante y salve a Caperucita de todos los lobos, egos de leyenda sin par y no son razones tangibles.
Los espacios de las ciudades se estampan en los libros, sin importar géneros, porque los escritores interpretan con sus propias experiencias, el sentimiento de pertenencia de las personas en relación con los espacios de una ciudad.
Por eso en las ciudades, salvo que se viva en una dictadura decididamente paranoica, los espacios no se pueden prohibir.
Cuando René del Risco y Bermúdez se posesiona de la Zona Colonial en sus poemas del Viento Frío, 1966, hace un gran homenaje a ese espacio de la ciudad, porque al narrar el desencanto y la frustración ante el resultado fallido de la guerra de Abril de 1965, advierte con melancolía y tristeza que ya nada será lo mismo y que la historia de esa ciudad colonial y su entorno, será cambiada por la historia política futura, con su sino y carga de derrota, recuerdo de los espacios cuando la historia parecía tener otros destinos, cuando la zona constitucionalista era una ciudadela colonial entre púas y botas extranjeras a distancia, en aquella frontera más digna que bélica, más humana que zafarrancho de combate.
Pues bien, si me he tomado el placer de hacer este recorrido entre autores y memoria de espacios urbanos, lo hago para que se entienda, que el Estado de Derecho, implica la libertad de movimiento de las personas y que esta figura abre una amplia avenida de libertad, para que la gente haga sus fantasías y elija el espacio público donde quiere estar…
Los textos que evocan, lo hacen siempre buscando el común denominador de los espacios de las ciudades y lo que los seres humanos hacen en ellas…
El parque Duarte entre la contracultura, moda, snobismo o el derecho a un espacio
Ese micro universo que no termina de ser contracultura totalmente y que al mismo tiempo tiene ribetes de contestación generacional y artística, debiese estar lleno de grafiti que digan: “Prohibido prohibir”, aquel famoso grafiti de la revolución estudiantil de mayo del 1968, en Francia.
Tristes lecciones dieron las antiguas sociedades totalitarias del Este, en el llamado socialismo real: perseguir en los espacios urbanos a todos aquellos y aquellas, cuyo sentido de diferencia con el resto, fuera visible, comprobable y opuesto.
¿Una sociedad como la Dominicana en pleno siglo XXI podría darse el lujo obscurantista de asumir aquella nefastas enseñanzas de sociedades totalitarias, cuyas transgresiones están guardadas en museos innombrables, del escarnio y el bochorno, contra la dignidad humana?
(Nos volvemos a topar con la Santa Madrísima de nuevo), resulta que frente al parque está el Convento de los Dominicos, una iglesia de connubios oficiales de nuestras altas clases.
De tal modo, que la vieja tradición de siglos debe compartir su espacio próximo con jóvenes que suelen agruparse en el parque Duarte habitualmente.
Los jóvenes del parque, organizados casi como un colectivo, defienden su espacio y sus derechos, cosa que me parece normal e interesante.
El Parque está vigilado sin discreción y con discreción cuando es necesario, según el ánimo de los vigilantes y sus bolsillos, aunque no haya un toque de queda oficial del Estado Dominicano, los horarios de permanencia se pueden negociar.
Obviamente, el parque está en un entorno donde aún existen algunas familias viviendo, es probable que si existiera imcompatibilidad entre este espacio y los residentes, se hubiese sabido, posibilidad que nunca se puede descartar.
Otro detalle importante, elemental para nuestras autoridades grises de uniforme y de mentalidad, en las vestimentas exteriores de los autos-convidados al parque, un signo de excesiva marginalidad puede provocarle a usted un registro repentino, la autoridad "haciendo el trabajo".
Pero como ellos no tienen nada que ocultar, en apariencia, entre mansos y cimarrones (calieses, venderores de falsa alegría), la noche corre entre murmullos y sonidos de músicas post modernas diversas, carros de lujos a veces, en fin cosas del Parque Duarte: Un espacio de la ciudad con un distintivo social diferente.
Cuando los escándalos y las catarsis muestran el derechos de los otros a no ser ni masculino ni femenino, el asunto de la imagen del Parque se vuelve más delicado, por el pudor sagrado de la iglesia y otros recatos, no menos dignos de análisis profundos.
En un Estado de Derecho, ningún lugar culpabiliza a quienes lo usan en los términos explícito que implica el respeto al derecho de los demás.
En el tema del Parque Duarte, como un lugar casi satánico de la Zona Colonia, los prejuicios contra los jóvenes sobran y se quiere hacer creer que es un picadero de gay y locas sin oficios, cuando en realidad es un lugar diverso en su representatividad de sociedad que se mira como alternativa; los llamados escándalos, su calificativo insinuador tiene mucho que ver la obsesión de la uniformalización de la sociedad.
En caso de que hubiese escándalos, es solo una hipótesis:
¿Son estos diferentes a los escándalos de la iglesia católica y sus manoseos por todas las partes sagradas del globo terráqueo?… La respuesta inmediata, luego de una reflexión pausada y sin aspavientos, es que son diferentes, porque al menos los del parque juegan a la libertad del consenso adulto entre ellos, no obligan a nadie, daría esa impresión, sin adjetivos sobrantes.
Y digo que es una hipótesis porque si en verdad escándalos hubiesen, la respuesta represiva in extremis, ya hubiera sido noticia espectacular…
No es justo ponerse una venda en los ojos, la Iglesia tiene en su seno de modo público unos enfermos y enfermas, que se han convertido en un azote de la voluntad de sus víctimas, ejercido ese azote desde una posición de jerarquía y ascendencia moral instrumentalizada, contra proyectos humanos naif y confiados…
¿Una nueva blasfemia de mi parte?… Creo que no, los medios de comunicación internacional son sus peores archivos de abusos e impunidades…
¿Es el Parque Duarte, en su nocturnidad un reflejo de una sociedad que no queremos ver, y que sin embargo forma parte de las expresiones sociales de hoy, en la República Dominicana del siglo XXI?…
La respuesta debiese ser sincera, de lo contrario, seguiremos con las máscaras selectivas de siempre, para leer los hechos y acontecimiento de la sociedad donde vivimos.
Una sociedad cuando se autoevalúa, debe mirarse bien por dentro, porque también pudiera hacer el ridículo en sus histerias morales y sus reclamos, como el rey desnudo del breve relato del Hans Christian Handersen, el escritor danés quien con la metáfora de El Traje del Nuevo Emperador, alecciona la doble moral de la conducta humana y sus consecuencias, de aquella moraleja nos toca mucho aprender… (CFE)
(*) Eduardo Gudiño Keiffer nació en Esperanza, Santa Fe, Argentina, en 1935. Falleció en Buenos Aires en 2002. Brillante novelista, cuentista y guionista argentino. Excelente narrador y jurado importante en muchos premios literarios dentro y fuera de la Argentina. Descubrí su obra, a partir de un libro, citado en este artículo, que me regaló a finales de los años 70, Joaquín Basanta.