El hombre, informante retirado, viste sus mejores galas: pantalón de gabardina azul claro, casi blanco en las rodillas y fondillos, camisa blanca mangas cortas y zapatos blancos con un poco de cartón piedra en las zuelas. Pasó la mañana sacándole filo a las piernas del pantalón y a las mangas de la camisa; y disimulando con liquid paper los pelaos en los zapatos. No por nada lo conocen como El Papi de Nylon. Le gusta su apodo, su arrogancia le esconde la burla. Camina despacio, se detiene entrecerrando los ojos, como recordando un asunto importante, se frota la mano en la frente, con cara de circunstancias, y sigue su camino hacia ningún lado. Una vieja con pañuelo Harley Davidson, hablando con otra vieja despeinada, barre el frente de su casa, el hombre pasa, callan. De algún lado surge una voz:

—Papi de Nylon calié.

Anoche la costumbre lo forzó a llamar a la policía. Estaba sentado en el trono cuando sintió el olor. Como todas las noches, primero la música satánica en inglés, después del olor, las risas. El olor, esta vez, era tenue, mezclado con incienso de vainilla.

—ALÓ, POLICÍA NACIONAL.
—Sí, para denunciar unos drogadictos.
—¿DE DÓNDE ME HABLAN?
—De Los Mina.
—DIGA, DIGA.
—Sí, aquí están fumando droga…

Dijo la dirección exacta del vecino y colgó cuando le preguntaron el nombre. No durmió en toda la noche, esperando la sirena roja miraba por la ventana cada vez que escuchaba un carro; esperó los golpes en la puerta del vecino, los culpables esposados frente a la multitud de ropas de dormir con rotos. Nada. Tenía la esperanza de que pasaran a investigar por lo menos.

"Ya nada es lo mismo en este país, hacerse un pantalón cuesta un riñón, ni pensar en un traje de casimir o zapatos italianos no hechos aquí, ah los 70, los años de Balaguer: Orden y Progreso. Respeto por la Dominicanidad, por el Himno y por el Pabellón Nacional. Temor a Dios y odio al comunismo; en Semana Santa se rezaba, no se martillaba un clavo, una procesión con el Cardenal, la Virgen y el Divino Niño por toda la capital; ahora es romo y bachata a todo lo que da, juventud y viejo metiendo droga a troche y moche; uno denuncia una felonía y en lugar de premiarlo con un chequecito mensual te buscas un lío en el barrio; no hay forma de ser decente en este país".

—Papi de Nylon chivato…
—Papi de Nylon te vamo a matá…
—Papi de Nylon te voá da cinco tiro por jablador, aqueroso…

Un joven se acerca con una muchacha de ombligo afuera y pantalones talle bajito que dejan ver la alcancía. El Papi de Nylon mira de reojo y tira un chuípiti. Es el vecino que fuma marihuana con la novia, huelen a bizcocho, a dulce de…, ¿a qué huelen? A vainilla. Sus risas le hacen daño. Un anónimo perro caqui se rasca una oreja en la acera, huele al hombre feo, lo ve, recuerda, y cruza la calle mirando de reojo. Apenas las cinco de la tarde y ya el colmadón de Leonte bulle con bachatas y borrachos. Una noche que el Licey le ganó al Escogido llamó a la policía y cuando por fin vinieron se pusieron a jugar dominó y a beber romo celebrando con los tígueres.

"No venden arroz ni habichuela, uno pide un helado y le contestan que hay cerveza bien fría, vestidita de blanco como una novia virgen, como si eso existiera todavía, de seguro que venden cocaína en lugar de azúcar, marihuana en lugar de café".

—Papi de Nylon tu mardita MADRE…
—Papi de Nylon hijo de la GRAN PUTA…
—Papi de Nylon te vamo a PRENDÉ FUEGO DURMIENDO.

Demasiado tiempo viviendo en este hoyo.
Desde mañana empezará a buscar casa en el periódico.
Tal vez encuentre un anexo de segunda planta, con una ventana y sin ratones.