La diputada Minou Josefina Tavárez Mirabal, dos veces huérfana a edades tempranas –huérfana de madre a los 3 años y huérfana de padre a los 7 años-, lanzó un papelito en llamas en medio de un grupo al protestar el miércoles pasado por la designación de José Matos de la Cruz como Jefe del Ejército, en razón de que es hijo del ahora ex mayor general Ramiro Matos González, a quien ella y muchos otros le imputan haber ordenado y dirigido el asesinato de su papá, el inmenso Manolo Tavárez Justo.

El pasado año, al cumplirse el 50 aniversario de aquel asesinato del 21 de diciembre de 1963, Minou anunció, y en consecuencia así lo hizo a través de un grupo de abogados, el sometimiento a la justicia del ex mayor general Matos González por “crímenes de lesa humanidad”, esto es, por haber fusilado a su papá y a 14 de sus compañeros guerrilleros luego que, desarmados y portando banderas blancas, se rindieran a solicitud del gobierno del Triunvirato, el que, a cambio, les garantizaría la vida.

Para esa vez la sagaz e inteligente Minou se formuló públicamente una pregunta –que para mí fue casi un desgarro espiritual de mea culpa-: “¿por qué haber esperado 50 años para este sometimiento?”. Su respuesta insuficiente no me satisfizo y la eché en el saco de los olvidos.

Su mensaje de protesta del miércoles último por la designación frente al ejército de un oficial hijo del imputado, se me antoja a mí, antes que una protesta moral, la continuación de aquel desgarro espiritual fruto de algo que le concome a uno por dentro.

Cualquiera pudiera verse tentado a proclamar que por culpas de los padres no deberían ser condenados los hijos y que oficiales hijos de oficiales que habían deshonrado a la Nación y a las Fuerzas Armadas, honraron a ambas y son enaltecidos por la conciencia nacional. No me dejo tentar por esa lógica “Chavo del Ocho” en la que todo está fríamente calculado por los ideólogos ocultos del Estado Recinto represivo.

Lo muy cierto es que las designaciones de Matos de la Cruz frente al Ejército y la de Elvis Féliz Pérez frente a la Fuerza Aérea, quien es sobrino del legendario de horca y cuchillo General Enrique Pérez y Pérez, constituyen de parte del Presidente Danilo Medina una indelicadeza y de parte de sus promotores un aprovechamiento -¿sólo eso?- del visible conservadurismo gubernamental para rodar una velada advertencia -¿sólo eso?- respecto de sus potencialidades presentes y futuras.

A mi modo de ver ahí reside el segundo valor del papelito prendido lanzado por la diputada por 12 años consecutivos Minou, hija de los héroes nacionales asesinados Minerva Mirabal –el 25 de noviembre de 1960- y de Manuel Aurelio Tavárez Justo –el 21 de diciembre de 1963-.

Si como periodista asumiera yo la protesta de Minou al pie de la letra por la designación del oficial Matos de la Cruz al frente del ejército dada su condición de hijo del ex mayor general Matos González, tendría entonces que preguntarme con sonrojo ¿por qué callé como periodista cuando el 30 de septiembre de 1978 el Presidente Antonio Guzmán designó al imputado –no al hijo- Jefe del Ejército?, ¿por qué callé cuando el 16 de agosto de 1982 el presidente Jorge Blanco designó al imputado –no al hijo- Secretario de las Fuerzas Armadas?

(-No más preguntas, señor Magistrado).