Hace un tiempo fue publicado un artículo titulado “El Cristianismo en Asia”, donde señalamos la importancia de Asia en la historia de las grandes religiones monoteístas del planeta y de manera especial para el Cristianismo. Señalé que Asia no sólo es historia, sino presente y sobre todo, futuro para la religión cristiana y sugerí, que de manera especial, la “Iglesia Católica”, la que tiene su sede en la “Ciudad del Vaticano” y un líder visible, que es el Papa, debía enfocarse más en esa región, que es donde hay más almas para salvar.

Si observamos los viajes de Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, en su papado de apenas un año y casi 9 meses, tendríamos que decir que atinamos en el análisis, porque de cinco que ha realizado, tres han sido a Asia.

Su segundo viaje, ya que el primero fue a Brasil, fue a Tierra Santa: Israel, Palestina y Jordania. Aunque esta zona ubicada en Asia Occidental, no representa la gran cantidad de feligreses potenciales, que sí representarían China e India, es de vital importancia estratégica, no sólo para el líder de influencia global que es el “Jefe del Estado Vaticano”, sino para el líder espiritual que lleva el mensaje de amor, perdón, solidaridad y hermandad.

Su tercer viaje fue a Corea del Sur, a una jornada de juventud asiática, donde, igual habló como “Vicario de Cristo” llevando el mensaje de salvación y como el líder mundial que exhortó a las dos coreas rechazar la confrontación y encontrar caminos para forjar la paz en la península, dividida por una guerra fratricida que no tiene razón de ser.

Su quinto viaje, el más reciente, finalizado hace apenas unos días,  fue a Turquía. El Sumo Pontífice aceptó la invitación del presidente de ese país, Recep Tayyip Erdoğan y del patriarca de Constantinopla Bartolomé I. Visitó los más importantes monumentos, entre ellos, la Iglesia de Santa Sofía o Hagia Sophia, considerada una maravilla moderna, que fue imponente catedral cristiana, luego mezquita musulmana, hasta lo que es hoy, desde 1935, un museo patrimonio de la humanidad. La visita más controversial fue al recién construido palacio presidencial que se estrenó con este encuentro oficial, donde el Papa Francisco y el presidente Erdogan pronunciaron sus discursos.

El Santo Padre señaló que Turquía fue cuna de San Pablo y donde se celebraron los 7 primeros Concilios Ecuménicos de la Iglesia, recordó la presencia cerca de Éfeso, de la “Casa de María”, lugar donde la madre de Jesús vivió durante unos años. Dijo que la importancia de Turquía no sólo es por la historia, también es por la vitalidad de su presente y papel que juega en el concierto de Naciones. Propuso un dialogo entre las grandes religiones para fomentar la colaboración y el entendimiento, donde libertad religiosa y libertad de expresión, sean patas de la misma mesa. Dejó claro que es lícito detener al agresor injusto, respetando siempre el Derecho Internacional.  Erdogan por su parte, reiteró la necesidad de diálogo, pero criticó la doble moral de Occidente y sobre todo el desprecio por el islamismo y los musulmanes.

Este tipo de encuentros creo son buenos para la paz y la estabilidad del mundo, por eso exhortamos al Papa, continuarlos.