Las pelegrinas declaraciones de Pelegrín Castillo sobre el tema de permitirle acceder a la educación a los miles de niños hijos de inmigrantes haitianos indocumentados es algo sorprendente en un legislador dominicano. Parece que este señor viviera en la luna y desconociera la situación de miles de niños hijos de inmigrantes dominicanos indocumentados en los Estados Unidos, los cuales reciben educación gratuita sin importar la legalidad o no de su estatus migratorio. Si este señor viviera en los Estados Unidos, estamos seguros que sería uno de los legisladores que se opusiera a toda reforma migratoria que favoreciera a los miles de dominicanos y dominicanas que se encuentran en ese país, trabajando duro para mantener un empleo y brindar a su familia los beneficios que en su país no pudieron disfrutar. Probablemente estaría impulsando en el Congreso de los Estados Unidos una "Ley Castillo", redactada por él con la asesoría de su padre, para identificar a todos los dominicanos ilegales y expulsarlos del país por estar ocupando puestos de trabajos que pudieran ser ocupados por ciudadanos norteamericanos. También estarían gestionando los Castillos la expulsión de los miles de niños y niñas dominicanos de las escuelas públicas de los estados unidos por ser hijos de indocumentados. Afortunadamente ese señor ni vive en los Estados Unidos, ni hubiera llegado a ser diputado en ese país con esas actitudes superadas hace muchos años y antihumanas. Hace 30 años la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos, basándose en derechos constitucionales resolvió a favor de brindarles educación gratuita a los niños y niñas hijos de inmigrantes ilegales.
No sé cómo Pelegrín puede ser diputado en un país con una diáspora tan importante, que abarca varios continentes y que ha tenido que sobrevivir a leyes migratorias injustas y a la discriminación racial y económica. Los dominicanos y dominicanas no deberían votar por personas con ideas tan pelegrinas como las de los Castillos.
Son muchas las razones para no negar el pan de la educación a los niños y niñas ilegales; en primer lugar ellos no decidieron su estatus migratorio; en segundo lugar probablemente muchos de esos niños se quedarán viviendo en la República Dominicana y por lo tanto es preferible tener personas residentes y posibles ciudadanos que hayan sido educados con nuestros valores y que conozcan nuestras leyes, nuestra historia y nuestro idioma, de manera que puedan llegar a ser personas útiles al país, respetando siempre el origen y herencia cultural de los inmigrantes; en tercer lugar, sino por humanidad, por lo menos por reciprocidad, ya que tantos niños y niñas dominicanos han recibido educación gratuita en las escuelas públicas en otros países. Por último no se pueden negar los derechos protegidos constitucionalmente.
En los Estados Unidos no solo se le brinda educación gratuita a todo menor de edad independientemente de su estatus migratorio, sino que en muchos estados se financian programas bilingües, para que los inmigrantes preserven su idioma primario y aprendan el inglés en un periodo de tiempo razonable para que la transferencia de un idioma a otro sea menos traumática. Además existen iniciativas de ley como el "Dream Act" para permitirles a los estudiantes inmigrantes ilegales estudiar en las universidades americanas y poder graduarse y obtener un título profesional. Muchos dominicanos se beneficiarán de esta ley.
Las medidas adoptadas por La Dirección General de Migración y la Secretaría de Educación para que la primera entidad dejara sin efecto la exigencia de documentación para admitir a los niños en las escuelas, medida que excluía automáticamente a miles de hijos de inmigrantes haitianos indocumentados, debe ser adoptada de manera permanente y convertida en ley beneficiando a cualquier niño o niña que se encuentre en la Republica Dominicana sea haitiano, chino o marciano.