La República necesita darse el lujo de ser servida por personas honestas, íntegras y justas.

No podemos reducir nuestro País a un número económico, una variable monetaria o de porcentaje.

No podemos reducir la República a proyectos propuestos y encantos prometidos…debemos darnos el lujo de ser servidos por hombres sin codicia ni avaricia, hombres con valores morales y espirituales.

Nuestra historia dañada y traumada reciente, usémosla como oportunidades para crecer y ser mejores ciudadanos, trabajar con entrega y servicio personal por el bien común.

La República necesita servidores, no atracadores, honestidad y pulcritud desde el Presidente hasta el más bajo nivel de servicio digno existente.

No nos dejemos confundir, no caigamos en las redes de los números y variables, porcentajes y crecimientos económicos, solo necesitamos un respiro, un aire de honestidad y justicia.

No podemos reducir la corrupción e impunidad al dinero, las sobre evaluaciones y sobornos, hay algo más profundo y comprehensivo, y es el perjurio y la mentira. No podemos seguir permitiendo la mentira y el perjurio en la cosa pública.

La venialidad en el pecado nunca ha existido, el pecado es dañino tanto para el que lo ejecuta como para el que lo recibe…por eso el perjurio y la mentira deben ser penalizadas con el mayor peso posible de la ley.

El pais necesita ser servido por dolientes, en un ambiente de paz y justicia.

La República necesita darse el lujo de ser servida por personas honestas, íntegras y justas que hablen y practiquen la verdad.