Los  dominicanos nos hemos convertido en la primera nación del mundo afectada por un virus desconocido que afecta a los seres humanos y les anula o sustrae una de las condiciones imprescindibles para la vida en sociedad y para el progreso: La capacidad de asombro.  La palabra asombro según varios diccionarios es sinónimo de: pasmo, sorpresa, admiración, fascinación, embebecimiento, deslumbramiento, desconcierto, estupefacción, estupor, extrañeza, conmoción, confusión, turbación, aturdimiento, embobamiento, entontecimiento, sobrecogimiento, espanto, susto; las realidades descritas por todas esa palabras han sido drenadas de la conducta de los habitantes de nuestro país.

Los autores representativos del Boom latinoamericano, cultores de la ficción denominada realismo mágico, al crea su estilo, nunca pensaron que la realidad podría sobrepasar los niveles tergiversación del entorno que mediante la ficción ellos plasmaron, sin embargo en nuestro país se ha traspasado con creces los parámetros establecidos por la ficción, al nivel de que hemos perdido el asombro y la memoria; animalizándonos en ambas condiciones.

Los males que aquejan nuestra sociedad van desde la inseguridad, la violencia, la corrupción, hasta el narcotráfico, los mismos han permeado todas las capas sociales y todos los estamentos institucionales de nuestro país y nadie dice ni hace nada, esas realidades las vemos con la mayor naturalidad y seguimos viviendo en un individualismo que potencia las consecuencias de esos males.

La frase popular de “na eʹ na” ya entronizada en el inconsciente colectivo de la nación se le aplica a diferente realidades que van desde el asesinato por equivocación de una joven mujer por parte de un sicario, a la violación de dos menores por su abuelo, hasta el asalto en el pasado reciente del Estado por parte de un presidente y su pandilla. La frase es una demostración del nihilismo a que nos ha forzado la falta de aplicación de las leyes y la complicidad de la población producto de una pérdida masiva de los valores que permiten la convivencia organizada en una sociedad moderna. ¿Sería posible que con la mentalidad del “na eʹ na” pudiéramos llegar a ser un país con los niveles de desarrollo social y económico que ostentan las naciones del primer mundo?