Explicándole a un amigo extranjero lo que pasa en Dominicana (a pesar de que tiene 20 años viviendo entre nosotros), tuve que recurrir a una imagen muy criolla de que en este país le llaman “chepa” a la casualidad (que no es igual ni es lo mismo), porque según Campillo Pérez, en su historia electoral dominicana  contada en su libro “El Grillo y el Ruiseñor”, donde las “soluciones a estos impases electorales” parecen caer del cielo (el equivalente de la chepa). El grillo es el que hace ruido y el ruiseñor el que hace música, donde imagen muy poética de los roles en las elecciones.

Para reforzar este comportamiento “de conciencia ingenua” de esperar la solución de una chepa irracional por nuestra falta de pensamiento estratégico-racional, es la postulación hace años del “Modelo Económico Altagraciano” (luego aplicado al desarrollo turístico de la Provincia La Altagracia). Es decir, siempre hemos salido del “hoyo” por una “chepa”, que tomamos como señal de que la protectora del pueblo dominicano, la Virgen de Altagracia nos tiene preferencia y no nos deja ser pasto de nuestra improvisación y medalaganismo del autoritarismo de los mandamases humanos criollos.

Tratando sobre el “incidente” (alias, sabotaje) de las suspendidas elecciones municipales, le indiqué que las soluciones en el pasado se encontraban en Comisiones de Notables, en el “puenteo” de las autoridades electorales. Una solución que ha sonado desde los palcos de quienes se creen los notables de ahora, las asociaciones del “alto empresariado”. En otra conversación con un exfuncionario electoral llegamos a la conclusión que ya no hay notables que restaure la confianza del pueblo dominicano.

Por lo tanto, ¿podríamos pensar que hasta la misma María Santísima se está cansando de salvarnos de nuestra propia estupidez, estolidez y estulticia?

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En un tono más serio, estos estudiantes esperan explicaciones más sesudas, por lo que necesitan explicaciones de un profesor que tiene más experiencia que ellos; lo que no puedo negar. En consecuencia, debo darle dimensión histórica, ya que las manifestaciones para salir de los remanentes de la dictadura, allá en 1961-62, fue un movimiento cívico porque los partidos políticos estaban en ciernes, con fuertes características de una “rebelión de la clase media”. El paralelo con la “rebelión de los popis”, como se ha dado en llamar a los sucesos actuales, que es un fenómeno que reconocemos desde la “primavera árabe”, las protestas del 2010 al 2012, que devinieron en un endurecimiento de los regímenes de las “teocracias” islamitas, a excepción de Túnez, donde se reafirmó el carácter laico de la sociedad.

Un contra ejemplo lo encontramos en los hechos recientes en el Chile de Piñera, que a pesar de haber sido el ejemplo de desarrollo sostenido para América Latina, ha producido un desmantelamiento de los beneficios sociales que incrementado la polarización y la concentración de los ingresos, que provocaron manifestaciones violentadas por la infiltración de “agentes” anarquistas. El paralelo nuestro es que los indicadores económicos son aceptables, pero se continúa incrementando la polarización y concentración de los ingresos. El paralelo es elocuente.

La enseñanza es que no podemos asegurar un desenlace “feliz”, porque hay señales de una “mano negra”, sea oficial u opositora, en toda esta historia, que pueda abortar los deseos de institucionalidad que expresan “los jóvenes y la sociedad dominicana toda”. Por añadidura, ¿es esta otra oportunidad para que María Santísima se despierte y nos brinde un nuevo “milagro”? 

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A los más intelectuales de mi generación, les recuerdo que la tesis de la “lucha de clases” como motor de la dinámica social, opacó la del “cambio generacional”  del gran filósofo José Ortega y Gasset (por algo una avenida de nuestra capital lleva su nombre) y su emblemática obra, “La rebelión de las masas”. Si apelamos a ella, recordaremos que las masas son espontáneas y, por lo tanto, fuera de toda comprensión racional de sus motivaciones. Es decir, enervar los ánimos se puede lograr por un “hecho fortuito” (como sería un fallo masivo de un sistema no probado de votación automatizado) pero que es percibido como una “indelicadeza” y un atropello a unírsele a una sucesión de desaciertos ocurridos en el manejo precario de la “res pública”.

Debemos volver a las clásicos para descubrir que los “popis” se movilizan por jóvenes y no por acomodados.