Por algún motivo la palabra que viene a mi mente para describir al padre Guillermo Soto Montero no es del español sino del inglés: maverick. El diccionario bilingüe Vox de 1996 la traduce así: maverickpalabra del oeste de EEUU: 1. Res sin marca de hierro 2. Becerro separado de su madre 3. Figurativamente: disidente.

El diccionario Oxford de 2001 la define así: “persona no convencional o de pensamiento independiente”. Originalmente “becerro sin marcar”, palabra originada en Samuel A. Maverick, un ranchero de Texas del siglo XIX que no marcaba su ganado. Me quedo con la acepción de “persona no convencional o de pensamiento independiente” que tiene el sentido con que se aplica la palabra en el inglés corriente actual.

Guillermo Soto no era un disidente de acción sino de pensamiento, nunca se separó del mainstream(la corriente mayoritaria) dentro de la Iglesia aunque no compartiera muchas de sus ideas ni su modo de actuar. Disidentes abiertos fueron sacerdotes como Paulino Antonio Reynoso (Padre Toño), Rogelio Delgado Bogaert y Francisco Sicard, quienes abandonaron la Iglesia por hacerse políticos partidaristas; Bayoan Santiago Hirujo Sosa, marginado durante años por monseñor Octavio Beras por disentir políticamente, hasta que el hoy cardenal López Rodríguez lo recuperó asignándole las funciones regulares de un sacerdote; o Rogelio Cruz, apartado por la orden salesiana por no someterse al silencio.

Otros sacerdotes remanentes de la Iglesia Popular, como Ramón Ramos Valdez (Padre Nino) y Abraham Apolinario, permanecen dentro del mainstream, porque la Iglesia no es bondadosa con la disidencia; también hay que citar a aquellos sacerdotesque, tras haber tenido durante su juventud atisbos de participación en la Iglesia Popular, se alinean para siempre y ascienden en la jerarquía como los casos de, entre otros, Freddy Antonio de Jesús Bretón Martínez;y Gregorio Nicanor Peña Rodríguez, quien fuera un sacerdote muy popular mientras estuvo en parroquias de Santiago durante su juventud.

Guillermo Soto Montero
Guillermo Soto Montero

A Nicanor yo lo escuché predicar a comienzos de los 70. Algunos permanecen en congregaciones que tienen obras polémicas que chocan de vez en cuando con la jerarquía, como es Regino Martínez el de la frontera, antiguo lego jesuita hoy sacerdote, a quien conocí en su momento por ser hermano de mi amigo y correligionario David Martínez (fallecido). Bueno, creo que me salí un poco de la rememoración de Guillermo Soto.

“La Iglesia avanzó durante siglos, solemnemente por un amplio camino, que poco a poco se ha ido estrechando y actualmente no es más que un callejón sin salida”, decía el entonces jesuita español Salvador Freixedo en la introducción de su libro “Mi Iglesia duerme”, publicado en Puerto Rico en 1968.

El libro, cuya primera edición causó conmoción en Latinoamérica, llegó a mis manos gracias aGuillermo Soto Montero, quien me lo obsequió en algún momento del año 1969. Me lo pasó y recuerdo que, con su característica economía de palabras, solo me dijo: “Léete eso”. Solamente el entregarme ese libro era un acto de disidencia.

Pero Guillermo era así, un disidente silencioso. Guillermo, nativo de Baní a quien conocí tras su regreso de Bélgica, donde había estudiado, tenía un potencial intelectual que nunca se desarrolló plenamente. Realizó varios estudios algunos de los cuales se publicaron junto al padre Dr. Rafael Bello Peguero.[i]

Perdí de vista al padre Guillermo a mediados de los 70. Años después, estando yo en el extranjero, me enteréde su trágico fin a manos de unos delincuentes callejeros, junto al triste detalle de que sus restos nunca fueron encontrados.

Mi Iglesia duerme, 1969
Mi Iglesia duerme, 1969

Guillermo Soto Montero, “persona no convencional o de pensamiento independiente”, para algunos un disidente de conciencia cuya personalidad reservada, agrego yo, lo previno de emprender cualquier camino que él supiera con certeza que lo podría llevar a la notoriedad.

En cuanto al libro del padre Freixedo, que fue una delicia para los protestantes, circuló entre algunas franjas de los católicos sin mayores repercusiones. Era otra época, tal vez ahora habría sido una bomba, sobre todo por el hecho de que su autor era un jesuita. Guillermo tal vez pensó que me haría bien y por eso me lo regaló.

[i] Por ejemplo: El Padre Castellanos como sacerdote; o su estudio sobre el Padre Louis de Buggenoms (1816-1882), sacerdote redentorista belga que fue designado para regir la Arquidiócesis de Santo Domingo, según explica el obispo Freddy Bretón en su artículo “La biblioteca del Padre Guillermo Soto” enlace:

http://www.diocesisdebani.org/Freddy_Breton/Publicaciones/Publicaciones_files/Cuerdos%20y%20Recuerdos%20III%20%28304-437%29.pdf