En estos años está muy de moda las frases y conceptos que desean representar un puñado de ideas y acciones simultáneas. Son como fórmulas panaceas. En la Estrategia Nacional de Desarrollo (END) que es una ley muy particular, se establecen las metas del Pacto Eléctrico, Pacto Fiscal, Pacto Educativo, Pacto Laboral y así otros pactos más. Por su parte, el sector privado y los gremios empresariales también piden diferentes Pactos, sin realmente saber a qué se refiere el Gobierno y cuál es la agenda y contenido de esos llamados Pactos.

Personalmente, no me gustan los Pactos, pues al final se impone el gobierno y las medidas que necesitan para satisfacer sus propias necesidades. Es muy difícil y ambicioso creer que todo se puede resolver con pactos, cuando los intereses son tan encontrados, cuando hay islas de poder político e islas de poder de algunos empresarios en cualquier sector. No hay buen equilibrio ni voluntad para negociar. Además, hay muchas complicidades y relaciones privilegiadas entre los poderes fáctidos en el país. Al final, los costos, impuestos y “reformas” los pagan la clase media y la trabajadora.

Voy a utilizar el ejemplo del llamado Pacto Fiscal. Yo me pregunto por qué se insiste tanto en un Pacto Fiscal, cuando para el Gobierno solo representa aumentar los impuestos, eliminar incentivos indispensables, aumentar la base del ITIBIS que es lo mismo que aumentar los precios de la canasta básica, sincerizar la tarifa eléctrica, que es lo mismo que incrementar las tarifas a la clase media, sin que se corrijan las deficiencias de las Distribuidoras, y se renegocien los contratos PPA´s, y sin se reduzca el gasto público. Las recomendaciones del FMI, no fueron coincidencias, sino parte de un plan mutuo.

El Gobierno está consciente de que tiene que consolidar las finanzas públicas y reducir el deficit aún más, y dejar de seguir tomando tanta deuda interna y externa, que cada vez hipoteca más al país. Esa meta entiendo es compartida. Lo que no es compartida, ni hay ideas comunes, es por dónde y cómo se realizarán los ajustes. Los fiscalistas del Gobierno, desean más impuestos, y para ellos, el Pacto Fiscal, es un parche fiscal de subir impuestos y desmontar los incentivos. Ellos no piensan en desmontar y racionalizar el hipertrofiado gasto público y que el gobierno se auto discipline, reduzca gastos y super nóminas y botellas clientelistas, y haga una reestructuración del Estado, mediante fusiones y eliminaciones de muchas agencias.

Con el tema de eliminar incentivos, le llaman el sacrificio fiscal, se cae en un sofisma y mal uso del término. No hay tal sacrificio, pues si no se dan los incentivos no tuvieramos la impresionante inversión en turismo, zonas francas, industrias de exportación, parques de generación eléctrica, etc. Se pudiera argumentar lo contrario. Que los impuestos son altos y no viables para atraer inversions y para desarrollar sectores, y por eso concede las reducciones de impuestos. Pero entonces el problema es que los impuestos estaban originalmente muy altos y no eran competitivos y para fomentar inversiones y crear empleos tiene que otorgar incentivos.

La propuesta de aumentar la base del ITIBIS es inviable y socialmente injusta. Ampliar la base quiere decir, que el consumidor de bajos ingresos pague más impuestos por los bienes de la canasta básica familiar. Es eso acaso posible, cuando la pobreza ha aumentado y el salario real en el país ha dismunuido? Eso sería injusto y anti social. Lo que hay es reducir la alta evasion fiscal, en particular de los políticos, guardias, altos empresarios y muchos profesionales. La evasion sigue alta a pesar de los esfuerzos de la DGII, por qué es algo cultural y de desconfianza en los gobiernos.

En resumen, cuidado con insistir en un Pacto Fiscal, sin agenda y sin tener un acuerdo preliminar del contenido, porque terminará en un parche fiscal. Si no tendrá simetría, major no tener ningún Pacto Fiscal. Hagamos, cambios puntuales uno a uno.