Todos los sectores que estamos inmersos en el Pacto Eléctrico, tenemos muchas preocupaciones sobre el futuro que todavía está incierto, de lo que será lo relacionado al sector eléctrico que tantas expectativas y escollos ha tenido en el desarrollo de la nación.
Es evidente que el pueblo dominicano prácticamente ha perdido las esperanzas de mejoría en el suministro de energía. Se pueden escribir tomos enteros de todo lo que ha sido el parque eléctrico dominicano, que en la actualidad tiene el mismo esquema ilógico de hace décadas, así como las mismas debilidades institucionales.
Los problemas medulares son siempre los mismos: un modelo clientelista y corrupto de un gobierno de turno, negociantes rentistas contrarios a los intereses de la nación con vocación monopólica, y falta de voluntad política para la planificación y desarrollo.
Todos estos vectores negativos han impedido la sostenibilidad financiera de ese sector, que por años se ha tragado gran parte del presupuesto nacional, sin que se pueda ver en el horizonte el más mínimo atisbo de un desarrollo sostenible.
Sin embargo, el problema mayor que el Pacto Eléctrico debe vencer, son los tres ejes del mal que constituyen una pesada carga: la voracidad empresarial, la corrupción y la apatía del pueblo. Los representantes de la sociedad civil, así como los demás sectores envueltos en las mesas de discusiones del diálogo dentro del pacto, debemos hacer propuestas definitivas e integrales.
Debemos considerar las causas del por qué el parque eléctrico dominicano no ha podido satisfacer puntualmente las demandas del pueblo, analizando realidades económicas negativas como la falta de transparencia en el cobro a usuarios y las pérdidas en la distribución de energía.
La principal meta es velar para detener la voracidad de los intereses rentistas contrarios a la sostenibilidad y logicidad financiera del sector, y combatir las soluciones altamente costosas pero políticas y afines a un grupo político-empresarial, para que el país pueda recuperar la fe.
Un factor que debe ser tomado en cuenta es la utilización de energías renovables y plantearnos como meta-país el aumento cada vez mayor de este tipo de energía, así como dar todas las facilidades e incentivos necesarios para que los inversionistas en este renglón tengan un desarrollo sostenible.
También planes de desarrollo del sector eléctrico en la zona fronteriza para contrarrestar el uso de energía vegetal y erradicar los constantes tumbes de árboles que constantemente realizan los nacionales haitianos en nuestros bosques.
Se debe vencer la verticalidad y dar más participación social a los planes y proyectos gubernamentales previstos al sector y reformular el tipo de sociedad público-privada sobre otros parámetros legales y económicos distintos y adecuados a la época.
Por primera vez debemos tratar al sector eléctrico como parte de una visión estratégica de desarrollo nacional, y no como negocios adláteres o sesgados, sino desde un punto de vista integral, sin soluciones altamente costosas desde el punto de vista económico y político.
Se requerirán exigentes esfuerzos de honestidad para vencer los factores históricos negativos que hemos tocado y respetar este gran compromiso social que constituye el Pacto Eléctrico y así lograr una meta tan anhelada que ha cumplido más de medio siglo: un sector eléctrico confiable y de calidad.