El otro día una lectora me propuso lo siguiente:
Oye Chá, soy asidua a tus escritos. He leído tus criticas al béisbol y la verdad a mi también me parece un deporte bastante aburrido. ¿Sabes lo que necesitas? una verdadera experiencia deportiva, te invito a hacer salto bungee, sé que lo disfrutarías.
Querida lectora:
¿Y por qué disfrutaría lanzarme desde una gran altura atado a una cuerda? la simple insinuación me parece ofensiva.
Si estás en busca de emociones fuertes te convendría ir al campo a recoger hongos alucinógenos como la gente normal. Eso sí debe de ser una emoción fuerte, tirarse de un puente atado a una cuerda no es algo que podrías contar a tus nietos, se tirarían pedos en tu cara, manifestación gaseosa del valor de ésa experiencia.
¿De qué se trata todo ese simulacro, de aparentar ser un suicida sin serlo en realidad? me imagino a mí mismo balaceándome cabeza abajo, cuando ya he llegado al límite de la cuerda, ¿Esto es todo? ¿Pagué por esto? ¿Y ahora qué hago?, te vamos a subir, respondería un experto arriba. Mejor corten la cuerda, le diría yo, soy demasiado insignificante para estar vivo.
Y le llaman a los suicidas cobardes, pero al menos tienen las agallas de tirarse sin amarres. Estos deportistas “extremos ” se tiran agarrados a una cuerdita como si fueran colegialas que tienen su primera menstruación. Tírense como hombres, rómpanse el cráneo, las clavículas, toda la estructura ósea y demuestren que hay algo extremo en ustedes, aparte de su estupidez.
Con afecto y compasión
E. Chá.