Después de 166 años de vida republicana, la sociedad dominicana ha comenzado a demandar la división real de los poderes del Estado, y por tanto la disminución del peso de la Presidencia en la vida del país.

Lo cierto es que los tres poderes del Estado no han hecho contrapeso entre ellos, convirtiendo a la sociedad dominicana en un feudo, donde el Poder Ejecutivo es el rey  y el Congreso y el Poder Judicial los señores feudales, cuyas armas están al servicio del monarca.

Pero el país está cambiando, ya que desde hace 5 años el Congreso Nacional se ha convertido en escenario habitual para organizaciones de la sociedad civil vinculadas a las poblaciones en situación de pobreza. Con propuestas técnicas bien elaboradas, redes como Foro Ciudadano, les han estado demandando a los legisladores que intervengan en el diseño del presupuesto nacional, de manera que éste realmente contribuya a elevar el bienestar de los dominicanos y dominicanas no importa la provincia donde vivan.

Al Congreso también se le ha estado demandando que cumpla con su responsabilidad de fiscalización. No basta con aprobar una ley, también debe monitorear su correcta implementación. En ese sentido la Cámara de Diputados en la gestión pasada hizo importantes esfuerzos para fortalecer su instrumental técnico, a los fines de dar seguimiento a la ejecución presupuestaria.

Ahora las demandas llegaron al Poder Judicial. Ese altar que ha estado mancillado por los intereses de los gobernantes, hoy se encuentra frente al verdadero soberano, quien le demanda la protección efectiva de sus derechos, y con esta colocar límites históricamente aplazados al Poder Ejecutivo.

La democracia requiere que los diferentes poderes del Estado se complementen, a la vez que establezcan límites a las acciones de uno y otro, con el fin de proteger los derechos individuales y colectivos de la ciudadanía.

Las últimas decisiones de los diferentes poderes podrían indicar que todo sigue igual, pero la disminución del presidencialismo está comenzando, y es el resultado de la acción de una sociedad organizada y movilizada.