Al parecer, luego de las últimas acciones que ha tomado la República Dominicana en las difíciles relaciones diplomáticas con Haití, este país vecino por primera vez en la gestión del presidente Martelly ha dado algunas señales de que por lo menos dejará su inercia intencional y se acogerá a las normas de la Convención de Viena.
Hasta hace poco, luego de los ataques a los consulados dominicanos en el país vecino, pareciera que el gobierno haitiano asumiera una actitud inerte y hasta cierto punto desdeñosa respecto a sus responsabilidades elementales dispuestas en la Convención de Viena de proteger los consulados de nuestro país.
También parecía como si “individuos incontrolables” (como aquellos que osaron atacar el consulado general dominicano en Puerto Príncipe), como opinara el gobierno haitiano a través de un despacho diplomático de su canciller, podían hacer lo que les diera la gana, incluso hechos que revestían tal gravedad como el ataque a un consulado.
Todo lucía que el estado de inercia intencional elegida por las autoridades haitianas seguiría, hasta que el gobierno dominicano tomó la firme y atinada decisión de cerrar los consulados, e incluso llamar a nuestro embajador. La medida del cierre temporal, será hasta tanto el gobierno de Haití disponga de la protección necesaria en las dotaciones garantizando la integridad física del personal.
En una comunicación, dirigida por el canciller dominicano Andrés Navarro a su homólogo Duly Brutus, se especifica que las agresiones sufridas por las misiones dominicanas en el vecino país “han impedido el desenvolvimiento normal de las labores consulares”.
El país se vio precisado a tomar esa medida aunque tardía para que las autoridades haitianas asumieran su rol, dentro del esquema de la normativa internacional, y más aún cuando eran sólo los consulados dominicanos que eran atacados. Siempre opiné que las respuestas dadas por las autoridades haitianas luego de las agresiones eran irresponsables.
Ninguno de los “incontrolables” tal como explicaba anteriormente el gobierno haitiano se les ocurrió atacar el consulado de Francia o Estados Unidos por ejemplo. Es ahora cuando la diplomacia dominicana actúa como debe ser que la inercia intencional del país vecino es vencida.
Recuerdo que el Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE) recomendó el cierre temporal de los consulados hasta que el gobierno haitiano garantizara la protección a nuestros consulados y plantear el caso a la Organización de Estados Americanos (OEA), que por cierto la representante permanente de ese organismo regional en el país, reconoció muy tardíamente la decisión de República Dominicana ante los hechos ocurridos.
No obstante, necesitamos diseñar un nuevo modelo de relaciones con Haití, país que actúa de manera muy singular en el área diplomática y cuyo papel de víctima ha sido reconocido por los foros y organismos regionales.