Es célebre como comienza la última entrevista a Theodor W. Adorno, unos meses antes de su muerte. El periodista de la revista alemana Spiegel le pregunta: “Profesor Adorno, hace dos semanas, el mundo todavía parecía estar en orden…”. A lo que el filósofo responde: “No para mí”. Y era comprensible la respuesta de Adorno pues hacía poco había sufrido lo que se conoce como el “atentado de los senos", cuando tres de sus alumnas, en plena clase se abrieron la blusa y lo confrontaron con una verdad desnuda en protesta por su supuesto conservadurismo. Al parecer, ese incidente agravó sus problemas cardiacos, falleciendo pocos meses después, en agosto de 1969.
Pero más allá de este incidente disruptivo de la normalidad académica a la que estaba acostumbrado Adorno y que se vio interrumpida por las protestas estudiantiles que le obligaron a suspender sus cátedras, lo cierto es que el pensador ya venía reflexionando sobre un novedoso elemento sumamente perturbador: el triunfo del Partido Nacionaldemocrático de Alemania (NPD, un partido neonazi alemán que obtuvo un sorprendente éxito en el torneo electoral de 1965 y que llevó a Adorno a pronunciar una conferencia el 6 de abril de 1967 en la Universidad de Viena, que se conservó en grabación de cinta magnetofónica por más de medio siglo, se publicó en alemán en 2019 y en español en 2020 bajo el título de Rasgos del nuevo radicalismo de derecha (Barcelona: Taurus). Esta charla de Adorno es sumamente relevante ahora que sufrimos el radicalismo de la alternative-right (alt-right o derecha alternativa) que ha sido la impulsora de líderes como Trump y Bolsonaro.
Uno de los elementos más llamativos de este nuevo radicalismo derechista, según Adorno, es “su ínfimo nivel intelectual” y “su falta de teorización”. Pero ¡ojo! “Sería una enorme falta de visión política pensar por eso que no van a tener éxito”. Como establece el lema del distópico sistema político del Gran Hermano en la novela 1984 de George Orwell, “la ignorancia es la fuerza” de estos movimientos. Una fuerza que se basa en lo que hoy conocemos como posverdad, en la que “lo verdadero entra al servicio de una ideología falsa”, sacando de contexto “observaciones que, de hecho, son verdaderas o acertadas” y que crece por “una extraordinaria perfección de los medios, y concretamente en primer lugar los medios propagandísticos”, al extremo de que “en los movimientos de extrema derecha la propaganda constituye de por sí la sustancia misma de la política”.
[Quizás no tan] paradójicamente, Adorno ha sido convertido en un archienemigo de la nueva derecha radical que abomina del llamado “marxismo cultural” de la teoría critica desarrollada en la Escuela de Frankfurt, culpable, según muy popular teoría de la conspiración, de todo lo malo que ocurre en el planeta Tierra. Ya lo dice Olavo de Carvalho, exmilitante juvenil del Partido Comunista de Sao Paulo, gurú oficial de Bolsonaro y de la nueva derecha brasileña y residente en Estados Unidos, según declara en video en las redes, “los Beatles eran analfabetos musicales; ni sabían tocar la guitarra; quien componía las canciones era Theodor Adorno”. La lucha contra este marxismo cultural, equivalente al viejo “comunismo ateo y disociador” de la cartilla cívica de las fuerzas policiales y paramilitares iberoamericanas de los 1960 y 1970, inspiró a Anders Breivik, autor del asesinato en masa en Noruega en 2011, y es el fundamento de los ataques despiadados contra la comunidad LGBT, la prensa liberal, los intelectuales, los judíos, los inmigrantes ilegales, los negros, los haitianos y las mujeres.
Esta agitación fascista, populista de derecha, se perfecciona hoy con los bots, trols, memes y las noticias falsas en internet. Como bien expresa Volker Weiss, “Adorno habla del agitador y del psicoanálisis negativo. Es decir, de que los agitadores hacen como si fueran terapeutas con la tarea, en lugar de destensar y relajar al paciente, de hacer justo lo contrario. Los agitadores buscan puntos de tensión en las personas y los fortalecen”. Estos agitadores han logrado un imposible coctel molotov: vincular las ideas marxistas (Marx, Engels, Lenin, Gramsci, Lukács, etc.) con las teorías posmodernas (Foucault, Derrida, Vattimo, etc.). En este sentido, el nuevo radicalismo de derecha ha tratado de comprender el pensamiento frankfurtiano para desvirtuarlo, ponerlo al servicio del pensamiento reaccionario y crear una derecha racista y supremacista que se oponga a la izquierda identitaria. En el fondo, con Adorno esa nueva derecha ha intentado hacer lo que la nueva izquierda hizo con el pensador conservador Carl Schmitt.