Sin haber terminado el conteo completo de la votación municipal de este domingo 15 de marzo del 2020. El mapa político dominicano se puede adelantar que ha cambiado en 180 % y no necesariamente hacia un solo lado, sino hacia varios lados y eso es sanidad política para nuestro país. No se trata de cambiar un predominio por otro, se trata de que la democracia es siempre un equilibrio entre contrarios, para que sea democrático el modelo político.

El proceso nos ha dejado nos ha dejado mucha experiencia: las frustradas elecciones, el despertar ciudadano, la demanda y presión social, los diálogos, la presión hacia acuerdos políticos que permitiesen ir a un certamen con ciertas garantías. Forzar ciertas demandas añoradas por años como el fiscal electoral, el acompañamiento a la Junta Central Electoral y poder liderear al mismo tiempo con una pandemia internacional que amenaza también nuestro territorio, son situaciones muy complejas y desafiantes a la vez.

Nada sucederá, los estadistas no piensan la nación considerándose indispensables, sino a los pueblos, como indispensables

La sociedad, y sobre todo los jóvenes, le arrancaron al poder establecido, y a la clase política demandas a puro pulmón sin tirar una piedra, ni quemar una goma, ni agredir a nadie, por el contrario, ellos fueron agredidos. Esta lección nos dejó como vivenicia frustrada la pasada y traumáticas elecciones que no podíamos darnos el lujo de repetir la experiencia, pero tampoco podíamos evitar su celebración so pena de sumergirnos en una crisis social e institucional de impredecibles consecuencias.

El agotamiento de un modelo político y de dominación se veía llegar, la resistencia era un contrasentido y se dieron muchos factores para que finalmente, aunque con menor asistencia a la convocatoria anterior abortada, pudimos ejercer un derecho ciudadano y democrático que fueron estas elecciones de marzo 15.

Los resultados hasta el momento en que escribo estas líneas que quiero compartirles, marcaban una tendencia hacia una recomposición interesante del mapa político en que tampoco se ha producido un bipartidismo absoluto, pero también es cierto que se derrota una vieja visión y práctica política clientelar, populista, distorsionadora de la democracia y envilecedora del ser humano.

La compra de cédulas, la dádiva, el clientelismo, el chantaje y la presión desde el oficialismo y el uso desmedido de los recursos públicos, creo que desde este ejercicio democrático de hoy quedarían o pasarían al anacronismo político dominicano como malas prácticas, para los que se vayan y para los que vienen.

La sociedad ha cambiado y es bueno que lo sepan los políticos y demás miembros de las clases dirigente dominicana. Ya es hora de que nuestra democracia vista pantalones largos y como bien demostró la Plaza de la Bandera, agentes sociales son más que los partidos políticos, somos todos y eso mostró la crisis recién pasada, tenemos una sociedad joven dirigida por mentalidades arcaicas que se resisten al cambio y llega un momento en que o se corre la tuerca o se quiebra la vida social.

La recomposición del mapa político dominicano es también una mirada múltiple de hechos y situaciones. De un lado, se comienza a desmoronar la idea de un partido único paternalista de la vida pública e instrumento de concentración de poder y beneficios obtenidos a su amparo. Por otro lado, la sustitución de este poder centralizado no fue hegemonizada por una sola fuerza política, aunque quedara al frente de la mayoría ciudadana como su interlocutora.

Igualmente, otras fuerzas emergentes y no tanto, obtendrían resultados favorables por las alianzas producidas para una más versátil representación del mosaico político dominicano y esto oxigena la vida pública, debilita los poderes absolutos y obliga a los pactos sociales de los que hace mucho hablara Jean Jacques Rousseau en su contrato social escrito en 1762 y que era la manera en que este humanista de la Ilustración concebía el equilibro social entre: Estado, gobierno, clase económica, poder político, sociedad civil y gobernanza. Todo en manos de una sola fuerza crea avaricia política y centralización que endiosa hasta al más humilde.

El mapa político que acompañe el aura del 16 de marzo ha de traer una composición variopinta de fuerzas sociales, partidos políticos, grandes o pequeños y un compromiso de convenir un proyecto de nación que tenga como objetivo adecentar la democracia nacional, sus instituciones, sistema judicial y la práctica política, que permita ponerle reglas y topes al poder, y a los puestos incluido el del presidente que casi siempre termina creyéndose predestinado. Por supuesto, acordar los ejes para un desarrollo con inclusión, equidad, sostenible y generador de riqueza social y bienestar en el cual el estado sea solo un ente regulador, un intermediario y que ejerza su función en tanto y funcionario público al servicio de los demás.

Pero igualmente digo que el nuevo mapa político parece ser que cerrará un ciclo político, en que muchos se apean del tren y suben otros, lo cual tampoco es un cataclismo social, podría ser una mutación social para que se pueda regenerar el cuerpo social, cambiar y adaptarse a los nuevos tiempos como hacen las especies según nos cuenta Charles Darwin en su obra el Origen de la Especies de 1859.

Nada sucederá, los estadistas no piensan la nación considerándose indispensables, sino a los pueblos, como indispensables.

Creo que debemos aprovechar estos aires que acompañan a la sociedad dominicana hoy, para ratificar en los días por venir, la necesidad de una profilaxis social que nos cure psíquica y físicamente haciendo una reingeniería social para lograr un mejor país, el capital humano, social, natural y económico, lo tenemos, mano a la obra.