Cuenta la sabiduría popular que Trujillo decidió evitar la reproducción de los perros realengos y para ello contrató un señor a quien pagaría un peso por cada perro castrado. Por tratarse del “Jefe” el señor no se atrevió a decir que tenía cierta fobia con los perros y aceptó el negocio.
Posteriormente el señor contratado por Trujillo decidió endosar la responsabilidad a un amigo a quien ofreció dos pesos por cada perro que castrara. Desde aquel entonces se conoce como el negocio del capa perro cuando alguien realiza un acuerdo económico en el que a todas luces se observa que va en detrimento de su propia persona.
Algo así ha pasado con el Estado dominicano y el famoso contrato de la Barrick Gold. La cuestión aquí es que, aparentemente, el temor de nuestros señores congresistas no era a los perros en sí, sino a dejar de cumplir las directrices de sus partidos y hoy se presentan ante la sociedad como la perrita de María Ramos que tira la piedra y esconde la mano.
Como si apelaran al refrán de que “más vale tarde que nunca” los mismos que aprobaron el contrato nos dicen que se debe revisar con el agravante de afirmar públicamente que no lo leyeron y sin ánimo de que se interprete que defiendo a la Barrick me pregunto ¿Es culpable la empresa minera de tan lesivo contrato?
La empresa tiene su cuota, pero los principales responsables son los congresistas, esos que disque nos representan y terminan representando las líneas de su Partido aunque sea en detrimento del propio Estado.
Y es que nuestros políticos en su discurso piensan como Duarte, Luperón, Bosch o Peña Gómez, pero actúan como Báez, Santana o Lilís.
Visto así el país ya no cuenta ni con oposición ni con oficialismo, todos pasan a ser lo mismo cuando de sus intereses se trata y con mayor eficiencia si se ha paseado un tal Señor del Maletín con unas manos tan generosas que hasta consiguen poner en contra nuestra quienes se supone deberían a estar a nuestro favor y esto no solo ha ocurrido con este contrato, la historia está llena de contratos de esta naturaleza según se ha visto en diferentes medios de comunicación a propósito de traer a la palestra pública la revisión del contrato de la Barrick Gold.
Muerta la oposición, confabulada con el oficialismo cuan indefenso y pesimista me pregunto ¿Oh y ahora quién podrá defendernos? Pero antes de que el Chapulín Colorado, o los mismos congresistas me digan ¡Yooo! Les advierto que prefiero al pueblo, a ese que ha sido la víctima y que hoy se levanta exigiendo sea resarcido su honor. Al pueblo que se opuso a la Cementera, que se opone a la explotación de Loma Miranda, que ha forzado la revisión del contrato de la Barrick.
Y prefiero al pueblo porque poco se puede esperar de dos partidos cuyos colores evocan luto y de un tercero cuyo color evoca sangre como en su adolescencia, perdón en sus doce años.
Si me preguntan qué nos queda sin temor afirmaría: Nos queda el pueblo para seguir luchando.
No a las empresas Mineras que pretenden acabar con nuestros recursos económicos y ecológicos, pero un NO mayúsculo contra los políticos y ministros capaces de confabular en contra del pueblo quien ha tenido que defenderse por sí mismo.