(Apuntes para un manual de sociología barata)
El sujeto está diseminado (sin control) por todos los rincones del “paisaje” Dominicano: En los pueblos y en los barrios del país, circula como una plaga de avispas motorizadas. Es un fantasma de la vía, casi nunca uno lo ve ni lo prevé porque aparece de repente, y es capaz de rebasarte hasta por encima del vehículo.
Está clasificado en su forma anatómica, como un “homo-maquinado” “vario-pinto” pero bastante semejante en la cultura que implica “delinquir”. No respeta ni sus instintos de sobrevivencia porque anda por la vía como si fuese miembro de un equipo que practica un deporte de alto riesgo.
Todo parece indicar que guarda cierta semejanza con algunos congresistas porque posee licencia para “delinquir”. Al igual que los guagüeros, transita de forma arrolladora por talvia, aceras, tierra, y en su imaginario puede casi volar. Su conducta vial raya en los linderos del “psicópata”: rara vez pide excusas y casi nunca se siente culpable o responsable de su actuación violenta, carente de sensibilidad y nada amable. Maneja como un extraño temerario porque de momento, circula por las noches a toda velocidad, sin casco, sin luz (ni delantera ni trasera) o sin un color lumínico que identifique su presencia. Es un gran dolor de cabeza para la población porque no solamente es el conductor más accidentado del país sino que el ciudadano común se pone más arisco que un chivo de Azua cuando detecta su presencia en lugares solitarios o en la noche.
Dicen “los estudios” sobre tránsito vehicular, que es el único mamífero que chupa más alcohol que un carro de 8 cilindros gasolina, que habita con frecuencia las frituras pica-longas, los colmadones donde hay 3 por 2 de cervezas Jumbos, baila hasta encima de su nave de dos ruedas; y a veces puede desafiar el equilibrio porque sabe manipular la moto con apenas colocar un ladito de la nalga en el asiento, “abajadito” y las rodillas muy pegaditas para ir a una velocidad que ellos designan “aire acondicionado”, y para colmo maneja con destreza el arte de andar brisiao’ hablando por el celular. Pero como son un milagro de la naturaleza dominicana, extinguirlos sería un daño a la fauna criolla por ser una especie autóctona.
Discutir con un “muerto-horita” implica un arsenal violento donde puede asesinar o ser asesinado. Ellos son una especie de milagro potentado de “la dominicanidad” porque su conducta rara vez es condenada o perseguida por la ley. Al contrario, Dios te libre de chocar o que te choquen, porque en ese instante aparece la “justicia” para aplicarte unos procedimientos suizos que no guardan relación con un tránsito vial cavernícola y “subdesarrollado”. Una colisión con un motori’ta implica que la justicia te trate como a un igual, respecto a un conductor que por lo regular anda sin papeles y que es un delincuente motorizado. Fácilmente se transfieren los roles: “Tú el verdugo y él la víctima”. ¿Acaso esto no es otro reflejo más de la disfunción social dominicana o de la anomia según Durkheim https://es.wikipedia.org/wiki/Anomia_(ciencias_sociales)?