El pasado viernes, 26 de junio, la Casa Blanca de Washington fue iluminada con los colores del arcoíris para celebrar la transformación social, legal y política a que apostaron la mayoría de los miembros de la Suprema Corte de Justicia.
Reconocieron la igualdad de derechos de las personas LGBTI. Un hecho que ha sido catalogado como el movimiento de defensa de derechos cívicos más importante del siglo XXI. El Presidente Obama lo denominó “un gran paso en nuestra marcha hacia la igualdad”.
En esta ocasión quiero felicitar a la dinámica población LGBTI dominicana. No tardaron en celebrar este gran triunfo alrededor del emblemático símbolo a la Restauración en Santiago. Me uno al pliego de derechos que reclaman para terminar con la discriminación jurídica, de salud y laboral a que son sometidos en República Dominicana.
Hago un llamado a las Iglesias para que no suceda lo mismo que con la esclavitud. La justificaron con la Biblia y fueron los últimos en abolirla. En los Estados Unidos costó una Guerra Civil entre el norte liberal y abolicionista y el sur religioso y esclavista.
En los últimos 15 años, 20 países han cambiado sus legislaciones para abolir la discriminación sexual como muestra el Cuadro según el año de abolición de sus leyes discriminatorias. Los países de mayoría Católica Romana se resaltan con negritas. Es significativo el caso de España, el tercero en adoptar la nueva disposición a pesar del rol Inquisidor de la Iglesia Española.
El otro caso relevante es el de Irlanda. Hace dos décadas, los países de habla inglesa se nutrían de la importación de sacerdotes y religiosas irlandesas. Los escándalos de curas pederastas y las injusticias a que las monjas irlandesas sometieron a madres solteras, dejaron los seminarios vacios. Los esfuerzos de Benedicto XVI y Juan Pablo II por re-evangelizar a Europa fracasaron.
En el 2015, un sondeo encontró que el 78% de los y las Irlandesas apoya el matrimonio entre personas del mismo sexo, 71% opinan que debe permitírseles adoptar, y el 73% que debe introducirse en la Constitución. En el 2015, Irlanda se convirtió en el primer país del mundo que legalizó el matrimonio gay por voto popular. El periódico New York Times, celebró la victoria que ponía a Irlanda “en la vanguardia del cambio social”.
En los Estados Unidos, la decisión de la Suprema Corte de Justicia no fue consensuada, cuatro votos de jueces católicos se opusieron: Samuel Alito, John Roberts, Antonin Scalia, y Clarence Thomas. La mayoría estuvo representada por dos votos católicos, Anthony Kennedy, Sonia Sotomayor; y tres judíos: Stephen Breyer, Ruth Bader Ginsburg y Elena Kagen.
El juez Anthony Kennedy leyó la opinión mayoritaria. Traduzco el siguiente extracto: “Su esperanza [la de personas LGBTI] es no ser condenadas a vivir en soledad, excluidas de una de las instituciones más antigua de la civilización. Ellos/as piden igualdad de dignidad ante la ley. La Constitución les confiere este derecho. La Constitución promete libertad para todos/as dentro de su jurisdicción, una libertad que incluye ciertos derechos específicos que les permite a las personas, dentro de la Ley, definir y expresar su identidad”
En mi opinión, tres factores han sido esenciales para esta rápida transformación social:
Primero: las victimas se organizaron y salieron del closet en defensa de sus derechos. Al enfrentar la injusticia, han creado conciencia en la población. El coraje y la honestidad de este grupo de personas, constituye un ejemplo de civismo y de defensa de derechos fundamentales para toda la humanidad.
Segundo: el avance de las ciencias. Particularmente la biología, la genética, la psicología y la neurociencias modernas han demostrado la complejidad de la sexualidad humana, y derribado el mito de que se trata de una enfermedad curable con tratamientos, como continúan argumentando muchas iglesias como la Católica y denominaciones sureñas evangélicas de USA.
Tercero: la revolución informática. El Internet ha permitido la solidaridad internacional y puesto al desnudo las injusticias que se mantenían ocultas.
Iglesias cristianas y mezquitas musulmanas, activan el odio en legislaciones que condenan a muerte a las personas LGBTI, e incluso promueven que la población tome la justicia en sus manos. La Organización Internacional de Lesbianas, Gay, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales (ILGA) ofrece una lista de 75 países con leyes que criminalizan la actividad sexual de sus miembros. La sentencia a muerte existe en la legislación de ocho países, aunque esta se implementa en cinco: Mauritania, Sudan, Irán, Saudí Arabia y Yemen. Otros estados, como Iraq, aunque no esté legislado, tienen jueces y milicias que ejecutan sentencias a muerte. En algunas provincias de Nigeria y Somalia, oficialmente se implementa la sentencia a muerte. Pueden obtener la lista y más información en la página de ILGA: http://76crimes.com/76-countries-where-homosexuality-is-illegal/
Las Iglesias y mezquitas no se dan por vencidas rápidamente. En los Estados Unidos, que espera la visita de del Papa después de su recorrido por países latinoamericanos, las diócesis tienen una campaña para limitar la libertad de expresión, solicitándoles a la comunidad gay que no se manifieste durante la visita del Papa a los Estados Unidos.