Hace algunos meses redactamos un artículo que se tituló: ¿Hasta cuándo durará el milagro chino?, donde exponíamos una breve síntesis del ascenso al trono económico del gigante asiático y cómo se perfilaba hacia el futuro, poniendo énfasis en el particular modelo que tan buen resultado le ha dado durante décadas, pero que tantas dudas ha levantado en los últimos años. En este artículo les planteo algunas preguntas como modo de reflexión. Recordemos que toda crisis se puede evitar si reconocemos a tiempo los signos de recalentamiento en la economía.
En las últimas décadas el modelo tradicional chino le ha dado un jugoso crecimiento promedio anual del 10% de manera sostenida. Toda una maravilla desde el punto de vista económico, ya que pudo sobrepasar la crisis global del 2008 sin ningún daño aparente a su aparato productor. Pero las dudas sobre la supuesta fortaleza del modelo cada día crecen a medida que china se convierte en pieza fundamental del puzle del comercio internacional. ¿Es posible que una economía crezca por décadas a una tasa de dos dígitos, aún en momentos de contracciones económicas en el resto del mundo?
Incluso exhibiendo este ostentoso crecimiento por tantos años, 600 millones de chinos permanecen debajo de la línea de extrema pobreza. El modelo de crecimiento chino, se basa en dos cosas primordialmente: exportaciones y una moneda depreciada. A esto se le suma elevadas tasas de ahorro por parte de los agentes económicos; y como punto contraproducente para el resto de las economías del mundo: una baja contribución del consumo al Producto Interno Bruto. ¿Es sostenible un modelo económico basado en la opresión de la fuerza de trabajo y una moneda artificialmente baja?
Cuando la explosión de la crisis financiera global a finales del 2008, las economías de todo el mundo, desde Estados Unidos hasta a Japón, se tambalearon ante la quiebra de decenas de instituciones bancarias, aumento del déficit público, desempleo, cierre de empresas, inestabilidad política y otros demonios; pero China no se dio ni por enterada. Su respuesta para mantener el status quo, fue aumentar la tasa de formación de capital bruto, pasando del 44% al 50% del Producto Interno Bruto, en vez de propiciar el aumento del consumo como se hizo en el resto del planeta. ¿Acaso el resto del mundo tomo las medidas erróneas?
Parte del problema que se ha manifestado en el modelo es precisamente el aumento de la inversión en capital, la cual se produjo mediante la exageración del gasto del gobierno en imponentes obras de infraestructura, inversión inmobiliaria y préstamos baratos. Todo esta sobreinversión en infraestructura ha desembocado en modernísimos aeropuertos sin pasajeros, trenes de alta velocidad sin viajeros, amplias autopistas que no conducen a ningún lado y hasta ciudades fantasmas. ¿Hasta qué punto puede el gobierno mantener esta tórrida forma de mantener el “crecimiento económico”?
Este desarrollo del sector inmobiliario ha inflado los precios de las viviendas residenciales, de ahí que no extrañe que se hable de una burbuja en el sector inmobiliario chino, lo que causará un grave proceso de deflación como ha pasado en Estados Unidos, recortando bruscamente el valor inicial de las viviendas. ¿Podrán seguir pagando los préstamos por el valor inicial del inmueble, cuando el mismo se deprecie a la mitad?
Otro problema del modelo es que está basado en una moneda barata, lo que ha llevado a un crecimiento sostenido de las exportaciones, beneficiando a las empresas estatales frente a la competencia internacional en detrimento de los hogares, dado que se les hace imposible acceder a las importaciones de productos de mayor calidad. ¿Es eficiente un sector que es subvencionado a través de una moneda infravalorada?
Mientras en otras partes del mundo, el mayor activo de las empresas es su mano de obra, a quienes le dan seguros de salud, seguros de vida, vacaciones pagas y un sistema de pensiones garantizados por el gobierno; en China hacen precisamente lo contrario, dado el inexistente sistema de seguridad social, los chinos se sostienen gracias al ahorro y a la ayuda recibida de parte de sus descendientes. ¿Qué tiempo faltará para que haya un estallido social reclamando un sistema de seguridad social?
Para que China siga su desarrollo es necesario que se apliquen las reglas de mercado internacional. Esto conllevaría a una apreciación de su moneda, una liberalización del tipo de interés para aumentar la rentabilidad real del ahorro familiar y un reajuste salarial para los empleados. Pero la economía creada sobre una torre de naipes no aguantaría todo estos cambios bruscos. Imagínense la ola de quiebras de parte de productores que competían gracias a una moneda barata; este cierre masivo de empresas produciría una aumento del desempleo, lo que a su vez llevaría a un bajón aun más profundo del consumo, deprimiendo el precio de las materias primas y con ello un efecto desinflacionario. La simple posibilidad de que merme la gigante fábrica china, conduciría sin lugar a dudas una deflación global masiva, con intensas guerras comerciales para los países que deseen parte del pastel. ¿Estamos preparados para ello?