La semana pasada describí la casa vieja que descubrí en el límite de nuestra propiedad, escondida detrás, en una espesa maleza de enredaderas, arbustos y árboles. Con el encuentro por azar de un antiguo residente de esa morada, esta intimidante casa fantasma se transformó en un hogar de personas reales, que habían vivido allí en las praderas floridanas durante años, en el pasado.
El inesperado visitante a la destruida “casa misteriosa” compartió conmigo brevemente su historia. Él se crió con su familia en esta propiedad que perteneció a su abuela. Cada día antes de tomar el autobús que lo recogía para llevarlo a la escuela en el pueblo, él se ocupaba de conducir a través de la carretera las vacas hasta el canal para que bebieran. Luego las traía de vuelta y las ordeñaba.
Le pregunté acerca de la casa vecina, la “Casa Sears”, al otro lado de la casa fantasma. Me contó que esa casa fue construida en los años del 1920 y, que también perteneció a su abuela. Asombrosamente ambas casas habían resistido el horrífico huracán del año 1928. A principios del siglo XX, la compañía Sears and Roebuck vendió casas por medio de catálogos, por correo. Una vez comprada la casa, estas se enviaban desarmadas, en piezas, para armarlas en su destino.
Un residente de larga data de la zona me dijo que esas casas originariamente habían pertenecido a una larga familia de granjeros que vivieron más de 150 años en distintos pueblos alrededor del Lago Okeechobee.
Con un poco de investigación que emprendí, me informé de que las casas de los alrededores formaron parte de un pueblito llamado Big Bear Beach, cuyo centro se encontraba a unos 700 pies al este de nuestro Ranchito. El pueblo fue establecido a principios del siglo XX. Era una comarca rudimentaria, sin electricidad y el agua había que bombearla. El correo y las provisiones llegaban por barco. No había carreteras asfaltadas. En un principio los habitantes vivían en cabañas de cartón embreado o, en chozas techadas con ramas de palmas.
Para llegar a Big Bear Beach y Lakeport, las personas dirigían sus carretas a lo largo de una cresta natural del terreno que estaba limitada al sur por el lago y al norte por el pantanal. Alrededor de 1915 dos hombres abrieron la primera tienda en Big Bear Beach, seguida después por la escuela. Más tarde la comunidad construyó una iglesia. Como consecuencia de los huracanes ninguna de estas edificaciones está en pie.
Después de oír estas historias, comprendí porqué encontré en mi jardín una vieja botella y un frasco que fueron desechados por los residentes de Big Bear Beach. La botella de cristal tiene el nombre Rawleigh´s en ella, era una botella de medicamentos, probablemente un jarabe para la tos. La historia de esta compañía está en su portal:
“La mayoría de las hierbas, raíces, cortezas y brotes que fueron usados para hacer medicamentos para la tos y tónicos vinieron de Europa, India, Ceilán, China, Norteamérica, Antillas, Jamaica, Honduras y Asia. . .Generaciones de australianos, canadienses y americanos se criaron esperando que el hombre de la Rawleigh llegara a la puerta del frente de su casa con su caja de muestras de productos que añadían sabor a sus vidas y que sanaban sus achaques”.
¡Vaya! , del mercado global al pueblito junto al lago Okeechobee. El frasquito de cristal de leche contenía Mother´s Salve, Chicago, que proclamaba que era “un remedio seguro para el catarro, la difteria, los resfriados y, para sanar cortaduras, hemorroides ardientes, ulceraciones, piel agrietada, etc.” ¡Cuántos múltiples usos! Los dos recipientes databan de principios del siglo XX.
Las principales industrias alrededor de Big Bear Beach en sus primeros días fueron la agricultura, la crianza de cerdos y la pesca. El pescado se transportaba en bote a través del lago
Okeechobee hasta el condado Palm Beach. Los cerdos eran llevados al mercado de Punta Gorda en la costa oeste de Florida por hombres a caballo o en carretas. Más tarde llegó la ganadería como actividad predominante. En Punta Gorda los cerdos y el ganado eran embarcados hacia Cuba.
Los dos pueblos Big Bear Beach y más al norte Elderberry fueron golpeados por el huracán de 1926. No obstante, Ambos pueblos escaparon a la destrucción total que sufrieron los residentes de más al sur. Alrededor del lago, centenares de personas murieron durante ese huracán. En 1928 el lago Okeechobee fue golpeado de nuevo por un huracán. Esta vez más o menos 2,500 personas murieron, en su mayoría de pueblos al sur del lago. Los muertos, muchos de ellos trabajadores agrícolas negros no fueron identificados, fueron enterrados en tumbas comunes sin marcas. Lakeport, Big Bear Beach y Elderberry escaparon a lo peor de este huracán.
De este modo, la casa misteriosa resultó ser un asentamiento histórico. Sentí tristeza porque los nuevos dueños de la propiedad tumbaron esta casa. Quién sabe qué otros jirones de historia pudieron surgir de dentro de la casa en sí misma. Hay que admitir, sin embargo, que la casa en realidad estaba desvencijada y cayéndose a pedazos. De nuevo reflexioné acerca de cuántos viejos, rotos y abandonados objetos, hasta casas y pueblos enteros, pueden convertirse en desechos en nuestra moderna sociedad, derribadas fácilmente, llevadas a desaparecer.
Cuando la vieja casa “fantasma” fue derribada, muchos arbustos, enredaderas, y árboles se fueron con ella. Había árboles de Almez del Misisipi (Celtis laevigata), algunos árboles de naranja y, un alto y elegante Cherry laurel (Prunus caroliniana). Se fueron los frutos de los dos el almez y el Cherry laurel que fueron importantes alimentos para los indígenas americanos. El interior de la corteza del Cherry laurel se usó para fabricar el colorante rojo usado en las cestas tejidas. Esta corteza también fue un medicamento importante para los aborígenes.
La historia de nuestra nueva comunidad al norte del lago Okeechobee ha llegado hasta mí mediante descubrimientos inconexos, como la misteriosa casa fantasma que mi perra descubrió y los dos frascos que encontré enterrados.