Julio Scherer pedía a sus periodistas que se asomaran en el vestuario de los perdedores, pues según él, la derrota tiene más aristas que la victoria.

El pasado domingo 19 de octubre, el lanzador cubano Aroldis Chapman intentó esconder su frustración con los dientes, hubiera querido morderla, tragársela o escupirla como si fuera tabaco, pero la dentadura se mantuvo crispada. No era para menos, los Yankees acababan de empatar el juego en la última entrada y el caribeño, tenía la consigna de mantener a raya a los Astros de Houston. Si no ganaban quedarían eliminados. Ya había 2 outs en la pizarra, pero José Altuve, ávido de más glorias, pegó tremendo batazo que se escuchó hasta Venezuela y produjo las 2 carreras del triunfo. Los de Houston dejaron tendidos en el terreno a los neoyorkinos y se preparaban para disputar la final del Clásico de Otoño, ante Washington…que a la postre perderían.

Albertín Aroldis Chapman nació en 1988 en la provincia de Holguín, en Cuba. Su padre, de origen jamaiquino, era entrenador de box. No sabemos si éste le enseñó el arte de los golpes, ni siquiera si jugaba con el hijo a fildear rolitas; sólo que a los 13 años empezaría a practicar beisbol.

No había cumplido los 18 años cuando ya estaba pichando para los Sabuesos de Holguín, en la Serie Nacional Cubana. En 2007, formó parte de la escuadra que ganaría el oro en los Juegos Panamericanos  de Río de Janeiro y también participaría en la Copa Mundial de Béisbol, donde fue nombrado como el mejor lanzador zurdo del torneo.

Antes de que los managers vieran la velocidad endemoniada de sus lanzamientos, Aroldis jugó como primera base. Luego, fue pícher inicialista, pero desde el 2016, es el taponero estelar de los Yankees, que para convencerlo, le ofrecieron un jugoso contrato de ochenta y pico millones de verdes…

Como dijo un comentarista dominicano: “Chapman es un bombero que apaga el fuego con más fuego”. En efecto, las pedradas que cruzan la goma, superan las 100 millas por hora…De hecho, ostenta el récord del lanzamiento de mayor velocidad en Grandes Ligas: 106,9 millas, que logró en mayo de 2013 y que ha igualado en varias ocasiones. No en balde le apodan el misil cubano… por la potencia de su brazo. Nada que ver con otros misiles y otros cubanos, que desataron una crisis entre la URSS y los Estados Unidos en los sesenta. En esos tiempos había un personaje peculiar y temido: el teléfono rojo que comunicaba Moscú con Washington, cuyos timbrazos podían anunciar el fin…

Se sabe que nunca es fácil apartarse del terruño, pero en la isla de sus amores la situación era complicada. Apenas si ganaba unos cuantos dólares al mes, vivía con sus padres y llegaba a los entrenamientos en una maltrecha bicicleta. Cuando cumplió 20 años intentó huir sin éxito y la policía lo detuvo, pero no lo enviaron a la cárcel ni le prohibieron seguir en el beisbol. Eso sí, lo excluyeron del equipo olímpico que iría a Pekín.

Sin embargo, al año siguiente cuando la novena nacional jugaba un torneo en Holanda, Champan desertó. Se fue a Andorra, donde estuvo varios días temeroso de que lo capturara el gobierno cubano mientras le daban la visa norteamericana y lo cortejaban los emisarios de la Gran Carpa. 

En agosto de 2010, luego de foguearse en un equipo de triple A empezaría a lanzar para los Rojos de Cincinnati. Firmó un contrato por 30 millones de dolarucos. Al principio, no sabían si ponerlo de abridor o relevista. Tiempo después, en 2012, será llamado por primera vez al Juego de Estrellas. En dicha temporada, fue nombrado el pelotero del mes en dos ocasiones (julio y agosto), entre otras linduras, se mantuvo en la lomita 14 entradas y un tercio sin permitir carreras.

La desgracia nunca está ausente. Durante un juego de preparación contra los Reales de Kansas City en marzo de 2014, el bateador rival conectó un lanzamiento que se impactó en el rostro del cubano, ocasionándole fracturas en la nariz y encima del ojo izquierdo. Tuvieron que ponerle una placa de metal para que sanara como se debe. No obstante, ese año salvó más de 30 juegos…

En diciembre de 2015, fue cambiado a la novena neoyorkina quien dio cuatro peloteros para hacerse de los servicios del de Holguín. Sin embargo, en julio del año siguiente lo volvieron a cambiar a los Cachorros de Chicago, equipo mítico que tenía más de un siglo sin ser campeón. Esa temporada se rompió el maleficio y Chapman obtuvo el primer salvamento en una Serie Mundial. Fue en el quinto juego, donde lanzó dos entradas y dos tercios. La gente de Chicago aún lo recuerda, pues de inmediato el Yankee lo trajo a sus dominios, prometiéndole toneladas de dólares…

El zurdo todavía tiene muchos misiles por lanzar, no importa si en esta ocasión su equipo se ha quedado en la orilla; tampoco que la gente sólo se acuerde de la hazaña de Altuve. Cada error es visto y abucheado por la multitud y entonces se convierte en estadística, dictaba con sabiduría el Mago Septién…Ahora, un lanzamiento que se convierte en cuadrangular, ¿es un error o simplemente es parte del encanto del Rey de los Deportes?