“Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis
Seis y dos son ocho y ocho dieciséis
Brinca la tablita que yo la brinqué
Bríncala tú ahora que yo me cansé”
Canción infantil

Estribillo es la estrofa que se repite en una canción, que sirve de pivote vocal y musical. Uno bien conocido es el de: “llorar y llorar”, de la ranchera mexicana “El Rey”, que comienza: “yo se bien que estoy afuera/pero el día en que yo me muera/se que me vas a llorar.” A lo que sigue el bordón: “llorar y llorar/llorar y llorar”. Estribillos muchísimo más frecuentes y rimbombantes, aunque para nada artísticos, son los que orlan nuestro discurso político ampuloso y hueco. Au gratin encontraremos por aquí y por allá términos como: “pacto fiscal”, “fortalecimiento de la capacidad recaudatoria”, “financiamiento del desarrollo sostenible”, “sostenibilidad fiscal a largo plazo”, “restructuración fiscal integral”, y otros de igual calaña que pretenden proyectar una imagen de claridad, rectitud, decisión y nobleza cuando, a la postre, de lo que se trata es de aumentar la carga a los mapes (“más pendejos”). Por cierto, estas últimas figuras retóricas las tomé de la Ley No. 253-12… “para el fortalecimiento de la capacidad recaudatoria del Estado para la sostenibilidad fiscal y el desarrollo sostenible.” ¡Guao! Aprendan: lo que hace a un gobierno bueno son sus buenos poetas. Claro, poetas a sueldo…

Otro tono que se repite y repite, como el de aquella canción de: “la vaca/la vaca/la misma vaca” (me imagino que la canción se llama… La Vaca) es el del crecimiento económico elevado con una tasa de inflación baja, aparentemente la summa de la administración económica. Según las cifras oficiales –y al decir esto muchos estarán torciendo la boca de incredulidad-, el crecimiento de la economía dominicana fue de 3.89% el recién pasado 2012. Ahora viene el estribillo (la vaca/la vaca/la misma vaca), “…por encima del promedio de 3.1% registrado en América Latina” (Informe del Banco Central) y muy por encima del 2.2% de EUA, por si no lo sabíamos, la primera economía mundial.

¿No han oído aquello de que éste es un país muy especial? Especialísimo, tanto que una mujer acaba de parir sin ayuda en plena calle. Se pregunta uno: ¿qué puede significar, entonces, el crecimiento del sector “salud” (5.9%)? Un país que, según la ONU, es el primer exportador de prostitutas hacia Europa. Por cierto, el dinerito que envían nuestros cueros desde el exterior, ¿son o no parte de las “remesas”? Ya ven como vamos financiando las importaciones… Todavía más, un país que ocupa los últimos lugares en materia educativa y de transparencia y corrupción administrativa, ¿cómo le hacemos? ¿Cómo es que superamos tan fácilmente –y tan sistemáticamente- a la primera potencia mundial? De nuevo, en un país donde el servicio eléctrico –el más básico de los insumos productivos- es precario y el más caro del mundo. ¿Milagro o misterio?, que se parecen pero no son lo mismo.

Antes de intentar desentrañar el asunto, planteemos una perspectiva que apoya la intuición de un crecimiento concentrador, uno que concluye y causa reiterativamente concentración. Se trata de un círculo causal –virtuoso para algunos- que lleva el crecimiento a una concentración del ingreso (y la riqueza) progresivamente mayor. Con todo, lo sorprendente es que el proceso no sea convergente a un crecimiento más moderado, pero ya lo dijimos: éste es un país muy especial. Por ejemplo, aquí la producción no parece tener mucho que ver con el empleo, pero ese tema lo dejaremos para después.

Según el oficialismo –en lo que incluyo a los partidos actualmente opositores, no nos perdamos-, la RD ha crecido a un promedio extraordinario de 5.2% anual entre 2001 y 2012. El crecimiento acumulado ha sido de 78.6%, que de haber estado homogéneamente distribuido –es decir, si las mieles del crecimiento hubiesen estado igualmente repartidas entre la población-, significa que la capacidad real de compra de cada persona se hubiera casi duplicado en ese período. ¿Qué más se puede pedir? Según esto vamos a paso acelerado hacia el paraíso de la abundancia y el confort.

Pero simplemente miremos alrededor: ¿de qué nos hablan? ¿A qué se refieren estos números? Hay un crecimiento de la riqueza que nadie discute, está a la vista. No obstante, paralelamente ha ocurrido un inmenso crecimiento de la pobreza, más ancho y profundo que el de la riqueza, y que también está a la vista de forma patente. Este último es el que los prestigiditadores oficiales quieren velar con juegos lógicos y un tropel estadístico. Mas la realidad de la pobreza es necia, se queda ahí afuera hedionda y harapienta, medrando, pidiendo, mendigando. Hiriendo la mirada delicada de los que se sienten predestinados a grandes cosas.

Para “medir” la concentración del ingreso generalmente se utiliza el denominado Coeficiente de Gini (G), que es la relación entre la distribución del ingreso real y la distribución igualitaria. Un ingreso igualitario es G= 0 y un individuo ganándolo todo G= 100. Queriendo capturar un fenómeno complejo, G es difícil de interpretar y a veces llega a decir muy poco. Por ejemplo, para la RD, G = 45 en 1977, 55 en 1989, 48 en 1992, 46 en 1998, 46 en 2010 y se estima en 47 para el 2012. Como referencia, México tuvo G = 48.3, Honduras 57 y Uruguay 45.3, todos en 2010. De aquí podemos “deducir”: a) que en los setenta la economía dominicana era más “igualitaria”, y que a partir de los noventa se ha hecho algo menos, y así se ha mantenido hasta hoy con ligeras “mejorías” (se presume que la igualdad es moralmente buena) y retrocesos. b) que en esta materia andamos “en la media” de América Latina, lo que nos debe hacer sentir menos mal por aquello de que “mal de muchos, consuelo de tontos”.

Ya sabíamos que hay un dilema con el tema de la distribución del ingreso pues una economía “pobre” –Cuba, por ejemplo- puede ser muy igualitaria, pero no es de lo que se trata. Muchos críticos del socialismo en su momento planteaban justamente que éste consiste en la socialización de la pobreza, es decir, en hacer a todos igualmente pobres. Hay que decir que la observación no es desacertada en razón de la demostrada incapacidad productiva de la economía planificada. Pero esto es otro asunto…

El punto es que el Coeficiente de Gini no es aprehensible, es difícil apreciarlo en la práctica, contrario a si agarramos el PIB nominal y lo distribuimos por deciles hasta llegar a una cifra para el ingreso mensual promedio de un individuo en cada decil. Es lo que hacemos en el cuadro adjunto (la distribución se ajustó hasta lograr el G = 47 en 2012) Como ahí se puede apreciar, el individuo típico en el primer decil –los más pobres- generaron un ingreso mensual promedio de $2,857.4, los del segundo decil de RD$4,571.8, etc.

 

2010

2012

Decil

(RD$ mensual x persona)

1

2,563.2

2,857.4

2

4,671.4

4,571.8

3

6,313.8

6,857.7

4

7,879.9

9,361.3

5

9,605.9

11,620.0

6

11,712.3

14,096.4

7

14,428.4

17,141.0

8

18,397.6

22,287.5

9

25,497.1

30,478.7

10

59,275.9

71,243.9

La distribución y concentración del ingreso tienen ahora una representación de muy fácil interpretación. Por ejemplo, quien el pasado año ganó una media de 25 mil pesos mensuales sabe que estuvo en el decil 8, es decir entre el 30% más rico de la población. Se aprecia de inmediato una característica saliente de la economía dominicana que el status quo quiere envolver en retórica y retruécanos estadísticos: la pobreza, la pobreza expresada en la incapacidad de la mayoría para generar ingreso. Conociendo por experiencia lo que se compra con 15 mil pesos, ahora sabemos que alrededor del 65% de la gente recibe menos que eso (No perder de vista que se trata de una distribución individual, no por familia) En el otro extremo, es patente que los ricos –definidos por un criterio tan elemental como aquellos que ganan más de 100 mil pesos- son pocos, acaso 100 mil personas. Por supuesto, son cada vez menos a medida que añadimos otros 100 mil pesos. Claro, los funcionarios se encuentran en el “decil 11”, son clase aparte.

El ingreso individual promedio en el decil 10 pasó de ser 23.1 veces aquel del decil 1, en 2010, a ser 24.9. Esto es, en 2012, los ricos ganan en promedio 25 veces lo que los pobres, la distancia entre unos y otros se agrandó en el último año.

Por último, calculemos una línea de indigencia y de pobreza ad hoc, que no necesitan de tanta teoría y cálculos. Al día de hoy un plato del día vale RD$125, de costo RD$100. Su costo mensual es, pues, RD$3,000. Como al día se deben hacer tres comidas, dupliquemos esta última cifra: RD$6,000 mensuales, eso es lo que necesita un individuo al mes para simplemente comer. Si, a la vez, duplicamos el valor de la línea de indigencia, obtenemos la línea de pobreza: RD$12,000. De un esquema tan simple como éste se deduce que alrededor del 55% de la población dominicana es pobre y alrededor del 25% indigente. Está bastante claro que el tan cacareado crecimiento económico dominicano sólo ha beneficiado a los individuos del “decil 11”, es decir, a los tutumpotes, para utilizar un término queridísimo para el profesor Bosch. O ¿por qué creen Uds. que defienden con tanta vehemencia “el modelo”, “su modelo”?