El Sumo Pontífice Juan Pablo II visitó nuestro país tres veces y, en ocasión de su último viaje, el 8 de Octubre de 1992 emitió desde Roma un mensaje radiotelevisivo “a los fieles de la República Dominicana” que inició así: “Con el favor de la Divina Providencia, tendré el gozo de volver a visitar dentro de unos días la tierra bendita que hace cinco siglos recibió la Buena Nueva del mensaje de la salvación y quedó marcada con la Cruz de Cristo”. Las jornadas fueron santas e intensas: en menos de 5 días pronunció 4 homilías y 11 discursos en múltiples idiomas. A su llegada al aeropuerto el día 10 expresó, “Me llena de gozo encontrarme nuevamente en esta tierra generosa, que en los designios de Dios fue predestinada para recibir, hace ahora cinco siglos, la Cruz de Cristo…”. El 11 de octubre en la misa celebrada en el Faro a Colón pronunció una Homilía en que expresó: “Como sucesor del Apóstol Pedro tengo la dicha de celebrar esta Eucaristía… en esta bendita tierra que, hace ahora quinientos años, recibió a Cristo, luz de las naciones, y fue marcada con el signo de la Cruz salvadora”. “En efecto, hoy, reunidos en torno al altar, celebramos en Santo Domingo la llegada de la luz que ha alumbrado… el caminar de los pueblos que, hace quinientos años, nacieron a la fe cristiana”. Ese mismo día se refirió a “… esta Isla, que recibió las primicias de la predicación evangélica y de la que irradió la luz salvadora de Jesucristo al resto de América…”. En el “Acto de consagración de la República Dominicana a la Virgen de la Altagracia” oró así: “Recuerdo ante tu imagen, en este 12 de octubre de 1992, el cumplimiento de los quinientos años de la llegada del Evangelio de Cristo a los pueblos de América, con una nave que llevaba tu nombre y tu imagen: la Santa María”. Ese mismo día, en el “Discurso inaugural de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM)” señaló: “En efecto, el 12 de octubre- hace hoy exactamente cinco siglos- el Almirante Cristóbal Colón, con las tres carabelas procedentes de España, llegó a estas tierras y plantó en ellas la cruz de Cristo”. El día 13 se dirigió “A representantes de varias etnias indígenas del Continente” y expresó que estaban: “En esta tierra, donde fue plantada la Cruz de Cristo hace ahora cinco siglos…”.
Ocho años antes, el 11 de octubre de 1984 al llegar en su segundo viaje expresó su satisfacción por su presencia “en esta tierra donde se plantó la primera cruz, se celebró la primera misa y se rezó la primera Avemaría”. El día 12 estuvimos presentes en el Estadio Olímpico y escuchamos su Homilía: “Hace casi 500 años se iniciaba en estas tierras la obra que Cristo confió a su Iglesia: la evangelización de todas las gentes”… “esta fecha que recuerda el encuentro entre dos mundos, entre el continente europeo y americano…” y que “… la llegada de los descubridores…significaba una fantástica ampliación de fronteras de la humanidad, el mutuo hallazgo de dos mundos,…el principio de la historia universal en su proceso de interacción, con todos sus beneficios y contradicciones, sus luces y sombras”. Desmontando “la leyenda negra” dictaminó: “La iglesia, quiere acercarse a celebrar este centenario con la humildad de la verdad, sin triunfalismos ni falsos pudores; solamente mirando a la verdad, para dar gracias a Dios por los aciertos, y sacar del error motivos para proyectarse renovada hacia el futuro”…“Ella no quiere desconocer la interdependencia que hubo entre la cruz y la espada en la fase de la primera penetración misionera” y que “..a pesar de la excesiva cercanía o confusión entre las esferas laica y religiosa propias de aquella época, no hubo identificación o sometimiento, y la voz de la Iglesia se elevó desde el primer momento contra el pecado”.
En enero de 1979, en su primer viaje, dijo: “Doy gracias a Dios, que me permite llegar a este pedazo de tierra americana, tierra amada de Colón… lleno de estima y confianza, sobre todo en este período inicial de mi ministerio de Supremo Pastor de la Iglesia”…complacido por estar “… en esta misma tierra del Nuevo Mundo donde se plantó la primera cruz, se celebró la primera misa y se rezó la primera Ave María”. Ese mismo día dijo en la Plaza de la Independencia: “Esta tierra dominicana fue un día la primera destinataria, y luego propulsora, de una gran empresa de evangelización”.. “La Santa Sede, por su parte”, creó “las primeras sedes episcopales de América, precisamente en esta isla, y posteriormente la sede arzobispal y primada de Santo Domingo”…”La iglesia en esta isla fue la primera en reivindicar la justicia y en promover la defensa de los derechos humanos en las tierras que se abrían a la evangelización”.
La clausura de la Exposición Universal de Sevilla, que ostentó el lema “La Era de los Descubrimientos”coincidió con la inauguración del Faro a Colón. El rey Juan Carlos se excusó ante Balaguer aduciendo la enfermedad de su padre, para no asistir a las ceremonias de aquí. La presencia del rey habría revalidado el hecho histórico que no es en Sevilla, sino en el Faro local donde reposan los restos mortales del Almirante cuyo Descubrimiento sirvió de base para que, en términos religiosos y culturales se pueda propagar, con propiedad, la expresión “Republica Dominicana, donde todo comenzó” reiterada por San Juan Pablo, canonizado como “Santo subito”.