Lo que ocurre en el Norte del país no siempre se sabe. Muchos pueden argumentar que son poblaciones olvidadas. Podríamos hacer el inventario. Sin embargo, lo más práctico es hablar del Norte como una gran región. Podemos empezar por el límite, Montecristi, donde como se entiende, no habrá todos los haitianos que se esperaría para una zona cercana a la frontera. Descender de un avión para encontrarse con una playa, tiene una especie de tono mágico.
Puerto Plata se ha convertido en una obsesión y es difícil que encontremos a viajeros dominicanos que no hayan probado sus mieles. Se trata de una raíz turística nacional, con una intensa población –según la ONU–, de 118,496 habitantes. Alguno se preguntará qué ha ocurrido con Puerto Plata con la pandemia, toda vez que el famoso peregrino estuvo en sus aguas enterrando una cruz. Es una población fetichista –alguna población, no toda–, como lo es mucha gente en el país. Me gusta quedarme en Cabarete, pero es necesario indicar que la gente tiene pensado que la ignorancia corre por sus calles. Habría que preguntarle a un costumbrista dominicano a qué se deben las manifestaciones mágico–religiosas en el país.
Puerto Plata tenía un tren bien entrado el siglo XX, que servía para transportar mercancías desde y hacia Santiago. Este tren fue construido por Lilís en el año 1892 con fondos de la Santo Domingo Improvement Company y sirvió durante mucho. Lo que ha ocurrido con Puerto Plata actualmente es que la gente no conoce un plan nodal para el desarrollo de la provincia. Podemos decir que se han olvidado de Puerto Plata, así como otros argumentarán que se han olvidado de Montecristi.
En Cabarete –hija de antiguas aventuras–, ocurre la magia de la noche. Los turistas conversan animadamente sin tener que hallarse en el Saint Tropez de Francia, o en los caros lugares españoles: Marbella, Menorca, Mallorca, Ibiza, donde me dicen que la magia es notable. Cabarete ha dado una lección siempre, por ser un turismo fundamental, que combina la belleza de sus playas, con una clara disposición a entender las necesidades de esparcimiento de sus viajeros y habitantes. Conozco a verdaderas estrellas en el interés de que esta región, sea pensada por las autoridades, y se aceleren las inversiones. Cabarete –que tiene 14,600 personas, y es un centro internacional para deportes acuáticos–, esperaría interés de parte del gobierno que viene este 16 de agosto próximo.
Lo mismo pasa con Cabrera, más al Este. Se puede visitar la playa el Diamante, Arroyo Salado, Caletón Grande, y en Rio San Juan, Playa Grande, y el Parque Nacional Cabo Francés viejo. Se narra que Ivanka Trump vino a Playa Grande, y no hay ningún misterio en la noticia. Es una región con playas paradisíacas, no tan conocida como las mencionadas anteriormente. Aquí se da la magia del día, y la gente que ha experimentado sus aguas, percibe lo importante que se tome en cuenta para un programa integral de turismo, aunque hay muchas edificaciones que han sido construidas en los últimos diez años. Llegamos a Nagua entonces, a unos pocos kilómetros de Samaná (tiene como distritos municipales a San José de Matanzas, Las Gordas, Arroyo al Medio). Allí la arena de la playa se combina con los charamicos quemados, el olor de la fogata en acecho, y la captura de peces por sus inteligentes pescadores. El olor a quemado de las hojas de almendros inunda todo el sitio. Se puede decir que la belleza del lugar es inenarrable.
Podemos especificar que existen mapas coloniales, que tienen una cronometría exacta de los lugares del norte. Estos mapas no han sido vistos por estos viajeros. Hay que entender que toda la geografía ha sido cronometrada por nuestros cartógrafos. Una lectura humana de un mapa incluiría las nociones de lo que hacen los habitantes de la costa. Y también lo que dejan de hacer en la maravillosa zona que les ha tocado vivir. En algunas páginas web, tenemos mapas básicos que explican al viajero como es nuestro país, con la mayoría de las locaciones, al tiempo que se le provee herramientas para la contratación de hoteles.
Si se le pudiera preguntar a un habitante de Nagua qué espera de las próximas autoridades, diría que le hagan caso. Bajo el intenso sol de las doce, tienen claro lo que necesitan: mayor inversión en hoteles que vengan y que hagan de este lugar paradisíaco, algo que puedan apreciar los extranjeros y locales.
El interés en la inversión tiene sus claves, y obedece a ciertas estrategias empresariales. Se ha creído que la magia aparece como un truco de Houdini, cuando atraer las inversiones es todo un proceso que tiene claras evidencias en los grandes complejos hoteleros que tenemos en Punta Cana y Bávaro. Allí, en el Este –ahora nos movemos–, el crecimiento turístico continúa. La magia del entorno no ha escapado a la foto de esa turista que quiere algo más que la playa, y ha decidido alquilar una scooter. Tiene claro que toda la región es suya. Otros turistas se preocupan por la noche, pero no tienen que salir del hotel, una recomendación que se les ha hecho. Lo que ocurría en Puerto Plata no es reeditado en el Este, pero hay flexibilidad.
Otros se quedan asombrados con el letrero de Saint Tropez que hay en Boca Chica, y que ha maravillado a esas dos turistas canadienses. Se trata de los detalles que construyen el entorno y que nos hacen pensar de una huella todavía más profunda: las ambiciones de una zona que debe ser característica de otros enclaves de notable desarrollo inmobiliario. En Boca Chica pudimos ver recientemente a una chica canadiense que estaba en la playa en compañía de sus amigos sankypankys. Se metía en el mar y estaba a punto de llegar a una zona peligrosa, por lo que recibió nuestra advertencia. Es famosa por esos lados, la escuela de buceo de un alemán y una criolla. Y también una biblioteca a la orilla de la playa, en un hotel con ergonómica y cómoda grama. El viajero puede pensar que se encuentra en un lugar salvaje, pero que pronto amaestrará. La investigación que se hace de la zona, responde a la normal curiosidad del viajero.
Competimos con muchos hoteles en Quintana Roo, Cozumel y Cancún, pero tenemos claros que somos únicos, y que nuestra gente ofrece un servicio de calidad. Podemos decir que nuestro país entero es turístico, algo que notan los que se quieren quedar: pronto descubren en el mapa, que tenemos otros enclaves y quieren una más larga estadía para conocer otros lugares. Que sean bienvenidos.