5.- Consumo y moda
El consumo de bienes, servicios, tecnología, etc., es la savia que mantiene a la máquina, al sistema, en funcionamiento. No es posible que la máquina haya alcanzado el éxito absoluto del que goza ahora sin que haya sido aupada por el consumo irracional de todo tipo de artículos. Al principio el hombre uso sus habilidades y destrezas para crear los inventos y medios adecuados para poner la naturaleza a su servicio y aumentar su capacidad de producir energía. Pero luego con el avance de la ciencia y el método científico se empezaron a descubrir nuevos materiales y nuevas técnicas que liberaron fuerzas capaces de producir objetos antes ni imaginados. Esto provocó una espiral creativa que alimentaba a la máquina.
“De este hábito surgió un nuevo fenómeno: la invención sistemática y premeditada. He aquí un nuevo material: problema: buscarle una nueva utilización. O bien he aquí un nuevo instrumento: problema: buscar la fórmula teórica que permita producirlo”. Lewis Mumford.
Las fuerzas que esta nueva capacidad productiva e inventiva del hombre desataron le dieron una expansión tal al comercio y al consumo que el sistema ya no puede vivir más sin este combustible que le alimenta constantemente. De las invenciones industriales y militares se pasó a la producción de artículos de consumo masivo primero para el hogar: refrigeradores, estufas eléctricas, hornos, aspiradoras, etc. Y de desde aquí se el paso siguiente fue democratizar el lujo. La moda en el vestir, exclusivo de las cortes francesas en siglos pasados, podía ser alcanzada por cualquier persona de a pie siempre que estuviera dispuesta a pagar el precio por ella.
En palabras de Gilles Lipovetsky: “Es innegable que existe una tendencia a la democratización del lujo en los pequeños accesorios, los perfumes, las cosas de baño, todo eso está ampliamente democratizado, pero cuando uno habla de democratización del lujo es algo que uno tiene que repensar. Cuando uno es pobre o de clase media no considera el lujo como una opción. Soy de un medio muy modesto y cuando era joven no sabía nada del tema del lujo. Hoy, en cambio, no hay un joven que no conozca las marcas de lujo. Hay una democratización de los nombres y las marcas, ellos los conocen porque los ven en los medios, entonces existe el deseo de esa apropiación”.
Pero esa democratización del lujo de la que habla Lipovetsky no es más que prometer al ciudadano de a pie el paraíso en la tierra. Para poder mantener las maquinas funcionando se necesita que el consumo continúe aumentando y que tienda al infinito lo que ha provocado el salto siguiente: el hiperconsumo.
Vivimos rodeados de avisos publicitarios que anuncian los más variados productos desde prometer erecciones sin límites hasta eliminar la calvicie. Es aquí donde quiero llamar la atención a aquellos que realmente desean ser libres. La mayor parte de las cosas que nos anuncian no las necesitamos. La mayoría de sus promesas son mentiras. Es mentira que una navaja de afeitar va a lograr que las mujeres se enamoren de ti. Es mentira que un tinte de pelo va a hacer que los hombres caigan rendidos ante las mujeres. Como también es mentira que un aparato de telefonía móvil te va a dar libertad. Tu libertad esta en tu elección. Eres libre de elegir por tu propia voluntad y de acuerdo a tu bolsillo. No malgaste tu dinero, escaso de por si, en tonterías, en baratijas y espejos porque al final no vas a ser más feliz, serás mas esclavo y menos humano porque a cada compra compulsiva que hagas de algo que no necesitas sigue una etapa de ansiedad que te hará seguir consumiendo exponencialmente mientras el planeta sufre y la maquina se fortalece.
“Un reciente informe del Parlamento Europeo concluye que la sociedad europea despilfarra 179 kilos de alimentos al año por habitante, 89 millones de toneladas de comida al año, la mayor parte en perfecto estado de consumo. Casi la mitad de esos alimentos (42%) corresponde a lo que tiran los consumidores particulares por falta de concienciación, por deficiencias en el envasado o por confundir las fechas de caducidad y de consumo preferente.” Ecologistas en acción.
6.- Hacia la libertad
“En la orquesta de IAFO aprendí por primera vez cómo ser subversivo, cómo destruir el sistema para lograr una perfección personal inmaculada.” Gilad Atzmon (Músico Judío)
Gilad Atzmon es un jazzista judío. Su abuelo, un terrorista de las años post II Guerra Mundial, le educó y le inculcó que esa tierra donde vivían les pertenecía a él y a su pueblo “Mi abuelo fue un veterano terrorista poético y carismático, un ilustre ex comandante de la organización terrorista de derechas Irgún. Debo admitir que tuvo una enorme influencia sobre mí en mi primera infancia. Su odio hacia cualquier cosa que no fuese judía fue un estímulo muy importante.” Pero entonces Gilad descubrió el jazz y ya no le importaba ni Israel, ni la causa judía ni el ejército israelí, solo importaba tocar el saxofón. Pero como tenía que hacer el servicio militar obligatorio logró, luego de varios intentos, ser aceptado en la orquesta del ejército, IAFO. Entonces en 1984 fue enviado al Líbano para una serie de conciertos y lo que vio allí le despertó. Junto con los demás músicos fue guiado por un oficial a una visita por los campamentos:
“Era un día abrasador de principios de julio. Por un camino polvoriento llegamos al infierno en la tierra, un inmenso centro de detención rodeado de alambradas. De camino hacia las oficinas centrales del campamento pudimos ver a miles de prisioneros calcinándose bajo el sol. Es difícil de creer, pero las bandas militares reciben siempre tratamiento de VIPS. Una vez en los barracones del mando nos llevaron a una visita guiada del campamento. Íbamos andando junto a las interminables alambradas y las torres de vigilancia. No podía creer lo que veían mis ojos. “¿Quiénes son esas personas?”, le pregunté al oficial. “Son palestinos”, dijo. “A la izquierda están los de la OLP y a la derecha los de Ahmed Jibril, que son mucho más peligrosos (el Frente Popular para la Liberación de Palestina), así que los mantenemos aislados.
Miré a los prisioneros y me parecieron muy diferentes a los de Jerusalén. Los que vi en Ansar parecían disgustados. No estaban derrotados y eran muchos. Conforme avanzábamos a lo largo de las alambradas y miraba fijamente a los prisioneros me di cuenta de algo insoportable: llevaba puesto un uniforme militar israelí. Mientras que pensaba en mi uniforme y trataba de sobreponerme a un profundo sentido de vergüenza, llegamos a una gran explanada en medio del campamento. Nos quedamos allí alrededor del guía oficial, que nos contó más mentiras sobre aquella guerra que combatíamos para defender nuestro refugio judío. Mientras que nos aburría a muerte con embustes irrelevantes observé que estábamos rodeados por dos docenas de bloques de hormigón de un metro cuadrado de base y unos 130 cm de altura. Tenían una pequeña puerta de metal y me sentí horrorizado ante el hecho de que mi ejército pudiese haber decidido encerrar a los perros guardianes en aquellas construcciones durante la noche. Haciendo uso de mi descaro israelí, le pregunté al guía oficial qué eran aquellos horribles cubos de cemento. Respondió con celeridad: “Son bloques de reclusión incomunicada, al cabo de dos días en uno de ellos cualquiera se convierte en un sionista fiel.
Aquello fue la gota que desbordó el vaso. Me di cuenta entonces, ya en 1984, de que mi aventura amorosa con el Estado israelí y el sionismo se había acabado. A pesar de todo, sabía muy poco sobre Palestina, sobre la Nakba o incluso sobre el judaísmo y la judeidad. Únicamente sabía que, para mí, Israel era una mala noticia y no quería tener nada que ver con él. Dos semanas después entregué mi uniforme, agarré mi saxo contralto, tomé el autobús del aeropuerto Ben Gurion y volé en dirección a Europa, donde permanecí varios meses. Estaba disfrutando de la calle. A mis 21 años era libre por primera vez.”
Traigo esta historia, a riesgo de hacer esta reflexión muy larga, porque Atzmon encaja perfectamente con el ejemplo de un hombre libre. No importa lo que su abuelo le dijo, no importa como la propaganda sionista le haya doctrinado, él decidió por si mismo. Al encontrarse con los campos de concentración en el Líbano se dio cuenta de que no todo era como le habían dicho y eligió su forma de pensar. Ese fue su despertar. Su único guía, ahora, es su propia consciencia, equivocada o no, pero es su decisión.
Quiero, con este ejemplo, que nos demos cuenta de que se puede ser perfectamente librepensador en este mundo. No todo lo que nos han dicho es verdad, pero nadie nos lo va a revelar, algunos de nosotros podemos intentar decir lo que consideramos es correcto, pero nada de eso servirá si la liberación no ocurre dentro de cada ser humano. Ese ser humano, adoctrinado desde su nacimiento para que acepte sin chistar todo lo que le dicen quienes le han alimentado, educado, corrompido y vendido, es la cosa más importante del universo.
No importa lo que te hayan dicho antes vales por lo que eres, ¿sabes por qué?: Porque eres único, solo existe alguien como tú en este mundo.
Tu sonrisa es única ninguna pasta dental te hará mejorar tu sonrisa.
Tus ojos son únicos, ningún color de lente contacto que elijas los hará mejor.
Tu rostro es único y ninguna marca de máquinas de afeitar hará que las mujeres se enamoren de ti, ni ninguna crema de noche logrará que los hombres se derrumben ante ti.
Podía hacer esta lista infinita pero sería redundar. Acepta tu humanidad como algo especial, no deje que nadie te haga sentir mal por las cosas materiales de las que careces, después de todo naciste desnudo.
La máquina está ahí afuera dominándolo todo, comercializándolo todo. Es un gigante, un inmenso robot con miles de alambres y ondas inalámbricas adoctrinándote, educándote. Sus sacerdotes desde el amanecer de bombardean con propaganda solo para venderte cosas que tu no quieres, pero que no sabes que no quieres porque ella te dice que un juego de futbol de Barcelona vs Madrid es más importante que aprovechar esa tarde leyéndolo un cuento a tu hijo, que la última marca de celular traerá emoción a tu vida y que si no vas al concierto de tal artista te lamentaras el resto de tu vida.
Concluyendo: al principio de tu liberación te vas a sentir solo, incomprendido, desencantado. Pero tengo la fe en que llegará un día, cuando los hombres libres alcancemos una “masa crítica”, donde con nuestro actuar, sin violencia, simplemente cambiando nuestro modo de vida, podamos detener la savia vital que alimenta el sistema, espero que un día no necesitemos el dinero, ese día la maquina se ahogara en su último estertor.
Y voy a terminar aquí usando una metáfora de Lewis Mumford, las cadenas de la prisión a las que nos tiene sometido la máquina están ahí, viejas, oxidadas. Pero para aquellos que deseen liberarse solo bastara empujar la puerta y esta se abrirá. Es tu decisión.